Reseña del libro “Los espejos venenosos”, de Mirolad Pavić
En Los espejos venenosos (Edit. Sexto Piso, 2021), ha tenido lugar un evento literario muy a tener en cuenta en el futuro: la colaboración de Mirolad Pavić, Goran Petrović y Dubravka Sužnjević.
La Editorial Sexto Piso publica por primera vez en España los mejores relatos del primero de ellos, el escritor nacido en Belgrado Mirolad Pavić (un auténtico lujo que no podemos dejar pasar aquellos a los que nos gusta disfrutar de las historias cortas) que además fue traductor, historiador, profesor universitario y miembro de la Academia Serbia de Ciencias y Artes. Estuvo varias veces propuesto para el Nobel de Literatura y es actualmente comparado con otros grandes del gremio como nuestro Cervantes o con el gran Jorge Luis Borges. De todos los relatos que escribió, su compañero de Academia, el escritor Goran Petrović (segundo protagonista en este trio) ha seleccionado los que él considera más relevantes o aquellos que no quiere que sean olvidados. Y para que los lectores de habla hispana podamos disfrutarlos, se ha llamado a Dubravka Sužnjević (tercero en discordia) especialista en traducciones literarias de su idioma natal.
Esta comunión de mentes privilegiadas nos trae historias de naturaleza irreal, científica, gótica, futurística, mística…., un conjunto al que me es imposible darle un único género.
26 mini relatos forman parte de Los espejos venenosos (algunos no llegan a las 3 páginas), pero van a hacer que nuestra visión de lo que nos rodea de un vuelco tan grande que ya nada será igual.
¿Exagero? No lo creo, sería cuestión de que te animaras a leerlos y me dijeras si estoy equivocada. Sólo con el primero, titulado “Juego de té de Wedgwood” Mirolad Pavić ya nos lleva a hacer un ejercicio de sabiduría mitológica que te deja un sabor diferente dependiendo de si has sido capaz de identificar aquello que quería contarnos.
En “Cena en Dubrovnik” he tenido que realizar una segunda lectura para ver si estaba entendiendo esta breve historia de brujería y el paso del tiempo. Todo lo contrario que con “Pan y vino” donde nos habla de un breve receso en mitad de una contienda militar entre austrohúngaros y cosacos durante la Primera Guerra Mundial,en una Navidad donde soldados de ambos bandos tomaron juntos la sangre y el cuerpo de cristo.
Uno de los que más me han gustado de Los espejos venenosos ha sido “Ojos multicolores” donde se unen magia, religión, muerte y vida. Seis páginas que no necesitan ser más para contar una historia curiosa.
Todos los relatos hablan de guerra, de muerte, de seguir luchando por sobrevivir. Son filosóficos, religiosos, morales y con mensaje.
No conocía al autor ni a su obra, ha sido un maravilloso descubrimiento y un ejercicio mental, a veces extenuante. Merece la pena cada palabra.
Cada vez que he abierto las páginas de Los espejos venenosos lo he hecho con la predisposición mental de que lo que me disponía a leer no iba a ser algo convencional (eso lo comprendí con el primer relato) y con la sensación de que al final de cada uno de ellos iba a descubrir que lo que en un principio me estaba contando nada tiene que ver con lo que al final me contó ¿te duele la cabeza? A veces a mí también me ha pasado eso.
Todos lo que nos cuenta Mirolad Pavić en Los espejos venenosos está localizado en Belgrado (como Stephen King y el Estado de Maine), en una época antes, entre o post guerras. Con ello ya nos sitúa en un ambiente angustioso, donde el hambre, el frío, la vejez o el abandono son coprotagonistas.
Algunos relatos me han hecho ir a un mundo extraño, onírico y perturbador donde cada personaje no se sabe muy bien por qué está ahí, qué quiere, dónde va o qué nos está contando, pero que al final del camino te deja un mensaje que debe ser recogido. Si parpadeas te pierdes, eso si te lo digo, por eso me ha gustado leerlo, por lo que me ha obligado a estar atenta en cada paso dado.
Ha sido una experiencia enriquecedora, perturbadora a veces, pero magnifica.
Los espejos venenosos de Mirolad Pavić, editado por Editorial Sexto Piso, una experiencia que no dejará indiferente a quien se anime a conocerlos.