Los jardines secretos de Mogador

Los jardines secretos de Mogador, de Alberto Ruy Sánchez

Los jardines secretos de Mogador

A veces me pasa que al sumergirme de lleno en una historia donde la caracterización de los personajes me atrapa, me acabo olvidando de las ciudades o el entorno donde habitan dichos personajes. Por ejemplo, después de haber leído la mayoría de las novelas de Kundera, poco podría decir de la Praga del 68 que suele situar como escenario habitual de sus historias. Sin embargo, no me sería difícil recordar los eternos celos de Teresa o los sueños de Tomás con las mujeres en La insoportable levedad del ser. Igual me pasaría con el Londres de Virginia Woolf.

En otras ocasiones, no obstante, la ciudad o el entorno donde la historia se sitúa acaba adquiriendo para mí tal entidad que la convierto automáticamente en un personaje más y el resto acaba diluyéndose.

Esto no me pasa sólo con las ciudades más emblemáticas de la literatura clásica (en seguida me vienen a la cabeza Macondo, Fantasía, Nunca Jamás) sino con las más casuales (¿cómo olvidar todas aquellas ciudades con nombres de mujer del señor Calvino?).

Mogador se une ahora al repertorio de ciudades que ganan en personalidad a sus habitantes: Mogador, la ciudad del deseo.

Jassiba está embarazada y acaba de perder a su padre hace unos meses. Estos dos acontecimientos la hacen sensible a una gran cantidad de olores, sabores, reflejos que despiertan su sensualidad dormida. Pero su amante no lo vive de la misma manera: mientras ella se sumerge a velocidad de vértigo en el terreno de la sensualidad, él no puede abarcarla y se siente frustrado. Mogador se convertirá así para él, tras el reto que Jassiva le impone (contarle cada día un nuevo jardín de la ciudad de modo que su descripción la satisfaga y así concederle otra noche de amor), en un frenético y desesperado impulso para conquistar de nuevo a su amante.

Y así las descripciones por boca de él de los diversos jardines de Mogador se acaban convirtiendo en poesía pura porque vienen impregnadas de ese terrible deseo que le consume.

Ningún jardín escondido de Mogador deja indiferente al lector: unos pueden expresar más al lector, otros menos, pero todos acaban diciendoalgo(a mí particularmente el que más me gusta es el”Jardín de las voces”).

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas y uno puede pensar que tras esta novela ya está todo dicho de Mogador pero… ¡sorprendentemente la ciudad vuelve a girar como un caleidoscopio para deleitarnos con nuevas geometrías no vistas hasta ahora en Nueve veces el asombro!

Poesía pura: bocaditos deliciosos donde nos vamos enterando de cómo es la luz de Mogador, de la música de sus habitantes, o sus bibliotecas. Aquí ya no hay un eje conductor de la historia, no está el reto de Jassiba, pero sí el propio deleite de las palabras que a uno le absorben. El placer de indagar en las costumbres de la ciudad sólo por saber más de ella.

4 comentarios en «Los jardines secretos de Mogador»

  1. Sergio me encantó tu reseña…tengo el libro por ahí en el librero, lo desempolvaré para leerlo de nuevo. Me has recordado lo maravilloso que fue pasearme por Mogador ¡gracias!

    Responder
  2. Ale, celebro que te gustara. ¡Relecturas de este tipo siempre son tan gratificantes!

    Si te gusta este estilo de novelitas, te recomiendo ‘Las ciudades invisibles’ de Calvino. No te decepcionará. Preciosa.

    Responder

Deja un comentario