Reseña del álbum “Los osos del aire”, de Arnold Lobel
Que una editorial como es Blackie Books titule a su colección “Gran Literatura para pequeños lectores” te da una pista de la calidad de la historia que vas a leer. Con Arnold Lobel la excelencia está asegurada. Así que redactar una reseña sobre Los osos del aire no tiene mucho mérito.
Dentro de la ternura de los dibujos, a dos colores, eso sí, el abuelo es presentado como un gruñón. Para sus cuatro nietos, Ronald, Donald, Harold y Sam, Los osos del aire, no era para nada divertido que les leyera su libro: “Cosas que hacen los buenos osos”. Obsérvese ese adjetivo delante del nombre de la especie, a modo de epíteto, como si fuera un rasgo propio de los osos. Además, los oseznos lo pasaban muy mal intentando agradar a su adulto de referencia y se hacían daño. Según el abuelo, un “buen oso” debe trepar árboles, pescar, pasear y dormir sienta. Pero cuando Ronald se subía a un árbol se clavaba astillas en la nariz, por ejemplo.
Está mal que lo escriba aquí, pero no siempre es verdad lo que pone en los libros. O dicho de otra manera, lo que está escrito en los libros no tiene por qué valer para todos. Esta historia publicada en 1966 te recuerda que, aunque tengas un ideal de cómo deben ser y comportarse las nuevas generaciones, es muy probable que seas tú quien termine aprendiendo de ellas. El abuelo de hecho se adaptará a las novedades propuestas de sus nietos. Estas mayormente relacionadas con la alimentación del alma que con la del cuerpo. Pues vivir sin arte, sin belleza y sin circo es sumamente aburrido. Por no decir que no tiene sentido.
Creación, acrobacia y música son las actividades que quieren realizar Los osos del aire. Pero no solemos escuchar a los menores, ¿verdad? ¿Cuántas veces has pensado que “ya está bien de divertirse”, que lo que hay que hacer es trabajar y estudiar, los deberes o limpiar la casa? Seguro que te ha pasado lo que le ocurre al abuelo, es decir, que juzgas como “imposibles” y “absurdas” las propuestas de los peques. Y que llegas a castigarlos. Castigar es una acción que no está incluida en el libro del abuelo y que, sin embargo, practica. No pone que castigar sea ni bueno, ni malo en su libro.
Esta historia está recomendada para menores de 0 a 5 años. Ya sabes que las edades sugeridas son más una orientación de un plan de estudio que un acierto a la hora de compartir la lectura en voz alta. Mi hija de 7 años y mi hijo de 9 años han observado distintos matices en Los osos del aire. Para una, la clave es que Arnold Lobel deja patente que los peques son auténticos y diferentes de manera singular. Para el otro, la gracia del libro es visibilizar que las personas adultas tienen que aceptar un margen de adaptación por su parte en la interacción con los juegos infantiles. Mientras que para mí, nunca está de más que nos recuerden a las adultas que no sabemos nada de lo que quieren hacer nuestras criaturas. Y que mejor usemos ciertos libros para sentarnos sobre ellos a escucharles tocar el violín de su existencia libre y autónoma.
Me parece una lectura muy necesaria para padres y madres. Genial propuesta
Y un oportunidad para leerlo en compañía. La escucha de las reacciones de los pekes no tiene precio! Incluso me atrevería a decir que estaría bien incluir a los abuelos!!
Gracias por el comentario!
Oh si! a lo abuelos hay que tenerlos en mente siempre, y más aín en estos momentos de lectura. Que bonita imagen