Reseña del cómic “Mary Shelley: Monster Hunter”, de Adam Glass, Olivia Cuartero-Briggs y Hayden Sherman
Frankenstein de Mary Shelley es, junto con Drácula de Bram Stoker, una de las mejores historias de terror. La novela, considerada también la primera historia de ciencia ficción por aquello de otorgar vida a través del uso de la electricidad, es capaz de hacer pasar por un sinfín de estados emocionales al lector. Sí, el miedo es uno de ellos, pero comparte protagonismo con la tristeza, pues a medida que la creación de Víctor Frankenstein intenta descubrir la razón de su existencia es imposible no alinearse con la pobre creación y sentir cierta pesadumbre. Con tan solo diecinueve años Mary Shelley había dotado a su creación de una excelente amalgama de terror y drama, distintivo inequívoco del terror gótico, y con no pocas cuestiones sobre la moralidad científica que a día de hoy son tan válidas como el día en que fueron escritas. Pero lo que quizá no todo el mundo conoce es la historia que hay tras la creación de la novela, una historia que sin duda da para otra novela de terror.
1816 fue el año sin verano debido a una conjunción de eventos climáticos y desastres naturales como la erupción del volcán Tambora. Este cambio de clima inesperado destruyó cosechas e hizo que una gran parte de la población mundial se viera abocada a una grave escasez de víveres. Fue en esa aciaga época cuando varios amigos escritores, y retados por el poeta Lord Byron, decidieron intentar escribir el libro más espeluznante de sus carreras. Bajo esta premisa de hechos reales el cómic Mary Shelley Monster Hunter monta su propia ficción, su propio y terrorífico cuento de terror.
El cómic se pone en marcha en pocas páginas utilizando el tan socorrido recurso narrativo del hallazgo de unas memorias: las memorias de Mary Shelley. De la actualizad, de la última morada de la escritora ahora convertida en museo, el dúo de guionistas compuesto por Adam Glass y Olivia Cuartero-Briggs nos transporta hasta el invierno ginebrino de 1815. La voz de la propia Shelley narrando su aventura en primera persona, haciendo participe de sus intimidades al lector, exhibe un lenguaje que acertadamente recuerda a esas novelas del romanticismo victoriano. De esta forma se nos irán mostrando los entresijos, las acciones y pensamientos de una mujer avanzada a su tiempo. No en vano era hija de Mary Wollstonecraft, ahora considerada una de las pioneras del feminismo.
Los guionistas juegan una y otra vez a darle una vuelta de tuerca a la historia real, a rellenar los huecos con ficción y a moldear a los personajes basándose en hechos verídicos y añadiendo bastantes suposiciones. La inspiración nace de ciertos acontecimientos reales de la historia que marcaron a la escritora o que se forjaron a su alrededor. Ella perteneció a la mal llamada liga del incesto. La prensa británica, alimentada en gran medida por una sociedad conservadora, se cebó con la relación abierta que mantenía con su marido Percy Shelley. Que entre sus amigos más íntimos se encontrara el mujeriego de Lord Byron no ayudó mucho. Estos son algunos de los elementos que forjaron la personalidad de Shelley y que los guionistas saben explotar al máximo, así como el halo de misterio del reto que Lord Byron propone. A partir de aquí, y tras un giro forzado para encajar la figura de Mary Shelley con la del monstruo, el relato toma el rumbo del terror. Un terror donde, a pesar de algún estallido de sangre, es la ambientación la que juega un papel crucial, pero que, a la postre, acaba convirtiéndose en un divertimento palomitero.
El encargado del arte en Mary Shelley Monster Hunter, y de hacer que la obra gane muchos enteros, es Hayden Sherman. Su estilo es de un gran detallismo en algunas escenas, aunque en general apuesta más por el minimalismo y la suciedad del boceto. Es certero en las expresiones humanas (imprescindible en un cómic de terror) y excelente a la hora de elaborar ropajes y la escenografía de la época. En lo que se refiere al color los tonos ocres y fríos dominan las viñetas e infunden desasosiego en el lector. Solo algunos recuerdos añaden un poquito más de variedad a la paleta, y algo de respiro al lector.
En definitiva, Mary Shelley Monster Hunter, publicado por Planeta Cómic se lee como un buen relato corto de terror: de noche y de una sentada. El cómic toma inspiración en hechos reales para, mediante algunas buenas ideas, otras que no lo son tanto y un dibujo gótico que maneja de forma notable la ambientación, contarnos una historia de terror que en el último capítulo deja con ganas de conocer más a esa Mary Shelley que además de escribir sobre monstruos se enfrenta a ellos