Yo siempre me he manifestado abiertamente feminista. Lo fui desde muy pequeña, supongo que es lo que tiene ser niña y nacer en una casa en el que ya por delante de ti hay un niño. Si eres observadora llegas a darte cuenta de que ciertos privilegios no son porque él sea mayor, sino porque es niño. Y algo va haciendo que luches contra algunas desigualdades desde la más tierna infancia. Eso sí, mi madre es muy buena gente y si en algo ha sido responsable de esas desigualdades siempre ha sido inducida por el tremendo influjo que ejerce el patriarcado en todas nosotras.
Supongo que verdadera conciencia del poder del “Patriarcado” y de la discriminación como “mujer” por el hecho de serlo, los descubrí cuando un monje, me prohibió la entrada a la Cartuja de Aula Dei de Zaragoza cuando servidora no contaba más de 12 años, aduciendo, como única explicación que yo era “el pecado y la carne” y que no podía pasar (ni yo ni ninguna de las otras chicas, aunque sí los chicos ) al convento en el que había unas pinturas de Goya que pretendíamos ver. Ya ven, nosotras que no habíamos abandonado casi la infancia ya nos encontrábamos con las duras palabras de un Cartujo, al que taladramos con nuestras miradas y nuestras preguntas.
Alfonso Milian fue el sacerdote que nos llevó hasta allí aun sabiendo que las chicas no podríamos entrar, a él le agradeceré siempre que me enseñara a mirar el mundo de otra manera, siendo crítica con todo lo que me rodea, incluso con la propia Iglesia (Tan patriarcal ella, a la que también le vendrá bien una amplia revisión).
Quienes siguen este blog saben que soy feminista porque mi feminismo es bastante militante. Hace años no éramos muchas las que nos definíamos, al albor de las palabras de la RAE, como feministas. Éramos esas cuatro locas que pensábamos que cambiar el mundo y hacerlo igualitario era justo y debía ser posible.
Cada día es mayor el número de gente joven que pide información sobre libros que hablen de feminismo, pero empezar, hoy por hoy, con El segundo sexo de Simone de Beauvoir o cualquiera de los de Virginia Woolf, incluso con algo de Pardo Bazán podría ser complicado, así que iniciarse con un libro como este de Leticia Dolera, podría estar bien, entre otras muchas cosas porque, ella es joven y nos cuenta las cosas de manera sencilla, pero además lo hace desde esa primera persona del singular que tanto gusta en este tipo de libros a la gente más joven.
“Morder la manzana. La revolución será feminista o no será”, se inicia con una larga serie de agradecimientos que ya te acercan a la autora, porque si cualquiera tuviera que agradecer lo mucho o poco que tuviese de feminista, al primer lugar que hay que girar la mirada es a la propia familia, allí están nuestras madres y nuestra tías, e incluso nuestras abuelas que en alguna ocasión nos han empujado un poco más allá de lo que autorizaba la previsión de nuestras madres.
Leticia Dolera viene a contarnos su experiencia personal y de paso a reflexionar sobre la vida, esta vida que estamos viviendo y sobre la que hoy tenemos el firme convencimiento de que tenemos la auténtica posibilidad de hacer cambiar, o cuando menos de poder decir ya en voz alta cuales son las cosas que urge modificar. Y desde luego es cierto que todo empieza cuando una mujer habla con otra mujer… Así que si tienes con quien hablar, habla, peor si no tienes con quien hablar, lee. Y verás como eso que creías que solo te había pasado a ti resulta que le pasa a la mayoría de las mujeres, aun cuando en determinados entornos algunas nunca lo reconocerán.
Estamos ante un libro de capítulos cortos y muy directos. Donde contará, como les decía, episodios de su vida, reflexiones con sus amigas, y un valiente análisis muy crítico sobre el machismo que sufrimos. Digo valiente porque no es una mujer que se haya subido ahora al carro del feminismo, lleva muchos años denunciando tanto desde sus cuentas de las redes sociales como desde los micrófonos siempre que se le da la ocasión.
Y no, no habla solo de los abusos o discriminación que sufren las actrices, que va, habla de los actos machistas y micromachistas que debemos sufrir todos y cada uno de los días. Reflexiona sobre lo difícil que resulta ser feminista o no ser machista en una sociedad estructuralmente patriarcal.
“Los prejuicios son mucho más difíciles de cambiar porque no se sustentan en la lógica ni en la razón, sino en lo subjetivo y lo emocional y ahí como se llega no es a través de una ley, es a través del relato cultural…”.
Dolera hace un buen trabajo para llevarnos a esas lecturas de las que les hablaba en el inicio, pero también a otras muchas en las que se ha documentado. Porque antes les hablaba de lo importantes que son los referentes cercanos (madres, tías, abuelas…), pero las mujeres, como colectivo, necesitamos referentes culturales y artísticos porque el alma de las personas se forja de ellos, y sobre las mujeres los hay, pero hay que buscar para encontrar. Las mujeres tenemos que leer más a las mujeres, no solo sobre mujeres.
No hay tema con el que no arriesgue la autora, Morder la manzana tiene fuerza, entiendo que haya tenido tan buena acogida, y tiene calidad, y tiene humor, y siendo de fácil lectura tiene profundidad, te deja con una buena sensación. Porque al final, hay muchas cosas de tu vida que no llegas a comentar con nadie y como decíamos al principio y yo creo que es fundamental:
“Todo empieza cuando una mujer habla con otra mujer”… Y no hablan especialmente de hombres 😉
Hola Susana, me ha apetecido asomarme un ratito y poco a poco iré poniéndome al día de toooodo lo que habrás leído. En concreto este libro no lo conocía, ni a su autora, aunque sí la frase de que “la revolución será feminista o no será” (nada) Jajajaja. El párrafo que has elegido de su libro es fantástico, porque ese es el drama, que este pensamiento machista se asienta en una sociedad en lo subjetivo y emocional, lo cual hace que nos afecte a todos, a hombres y mujeres, y que una mujer por el simple hecho de nacer mujer no queda fuera de esta influencia, algo que muy a menudo nos achacan; si una mujer hace o dice algo que se considera machista, el bando conservador arremete con furia, jajaja.