Si nos dieran a elegir qué parte de nuestra vida nos gustaría volver a vivir, seguro que la gran mayoría elegiríamos la adolescencia. Esta época de la vida es la más bonita, donde todo se vive de manera intensa, aunque también son unos años complicados de vivir, pues son muchos los errores de juventud que nos acompañan también en la edad adulta. Y suele suceder también, sobre todo en las grandes ciudades, que miles de jóvenes, pese a estar siempre rodeados de gente (en el metro, en la Universidad, con los amigos…), no consiguen sacudirse nunca la sensación de vivir en profunda soledad, ajenos al ritmo de vida frenético que nos vemos obligados a vivir.
Alejandra y Julio son dos jóvenes que bien podrían ser la definición gráfica de lo dicho anteriormente, y son los protagonistas del primer trabajo que la ilustradora Laura Pérez y el guionista Pablo Monforte desarrollan en común, esta novela gráfica titulada Náufragos, con la que consiguieron ganar el IX Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic. Todo empieza en 1981, el frenético Madrid de los años 80 es el escenario donde se conocen los dos protagonistas, inmersos ya en su etapa universitaria. Diez años después volverán a encontrarse, en este caso en la Barcelona previa a los Juegos Olímpicos.
Náufragos es una historia sencilla que habla sobre la dificultad que tenemos en la vida para tomar decisiones. Los autores reflejan en Alejandra y Julio la vida de miles de jóvenes que ven como la madurez y el entorno condicionan en cada momento sus ideas y sus visiones de futuro. Y aunque la historia se desarrolla en la década de los 80 y 90, nadie duda que en pleno Siglo XXI se siguen reproduciendo estas mismas pautas de conducta. Porque los años pasan, pero los jóvenes siguen siendo jóvenes, y el miedo o la incertidumbre por el futuro sigue estando presente.
Pablo Monforte propone una historia llena de reflexiones y momentos íntimos, acompañado también de largos silencios que hablan por sí solos gracias al buen hacer de Laura Pérez. La ilustradora define fuertemente la historia dividiéndola en dos gamas cromáticas. El marrón para el pasado (Madrid, años 80) y el azul para el presente (Barcelona, años 90). Los tonos marrones tornan el pasado de calidez y nostalgia (¿quién no recuerda así su adolescencia?). Sin embargo, el color azul representa a la perfección la frialdad de la época adulta, llena de rigidez, en la que es mucho más difícil salirse de la línea que nos marcan.
Sin dudarlo estamos ante una novela gráfica para recordar, para releer tranquilamente una tarde lluviosa, para encontrar en Alejandra o Julio reflejos de nuestro Yo que creíamos perdidos, y que siempre estuvieron allí. Náufragos está llena de miedos, de dudas y de incertidumbres, pero también de tristes certezas que nos dicen que la vida no se detiene y que el pasado nunca vuelve. Que la adolescencia, la bendita adolescencia, solo se vive una vez. Y como decía el escritor francés Pierre Benoit, “de mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlos cometido, sino el no poder volver a cometerlos”.
César Malagón @malagonc
Hola,
La verdad es que con tu reseña nos traes un libro que parece muy interesante por las reflexiones que trae entre líneas. Si además de eso le añades que tiene un componente gráfico muy acorde con la historia pues creo sinceramente que debe de ser un libro para tener, para leer e incluso para regalar. Me lo apunto. Un saludo
Gracias por tu comentario Bego. La verdad es que es una novela gráfica muy recomendable