Reseña del álbum ilustrado “Nosotras, las personas”, de Dieter Böge y Bernd Mölck-Tassel
Leer cuesta. Debe costar porque es lento. Es un proceso lento que te da la oportunidad de parar. Además del mindfulness o la meditación, existen unos curiosos artefactos como Nosotras, las personas que se llaman libros y que te invitan a cuestionarte, entre otras cosas, ¿quién eres tú? No tanto por tu nombre propio o por lo que valora la meritocracia, sino como un singular del colectivo “personas”. Un gran acierto, en este sentido, incluir en el título la 1ª persona del plural “Nosotras”.
El libro escrito por Dieter Böge e ilustrado por Bernd Mölck-Tassel se enmarca entre dos enunciados indiscutibles: “Nosotras, las personas, somos bien diferentes” al comienzo y “Al final, las personas nos parecemos mucho más de lo que creemos” como cierre. Y en esta contraposición, ya van más de 25 siglos de pensamiento filosófico o una vida humana. A lo largo de estas páginas asoman momentos propios del día a día porque Nosotras, las personas compartimos tantos rasgos como puntos de vista diversos.
La relación entre los enunciados de cada página entre sí y las ilustraciones dan mucha información difícil de trasladar en una reseña. Pero podrías dedicar un seminario anual a un par de páginas. Un ejemplo: en las páginas donde se ven jaulas con pájaros, en la de la izquierda una jaula en el centro con lo que parece un canario amarillo dentro. En la página de la derecha, una gran jaula que imita un palacio con tres edificios conectados y en su interior dos pájaros, azul y rosa respectivamente. La frase al pie de la primera página es: “A veces hacemos comparaciones que no tienen sentido”.
Porque Nosotras, las personas somos conscientes, nos reconocemos como sujetos libres, pero a la vez sabemos que estamos encarcelados (cada cual que piense en sus jaulas) y además ocurre con demasiada frecuencia que envidiamos las cárceles ajenas. Aunque también: “Nos gusta estar en compañía de las personas en las que confiamos” y “No soportamos el aburrimiento”. Cada escena sirve de afirmación disparadora para una tertulia dialógica si perteneces a un colegio con Comunidades de Aprendizaje, por ejemplo, o para una buena sobremesa de conversación y conocimiento.
Lo que más me ha llamado la atención y me ha gustado ha sido la inclusión de los dispositivos tecnológicos en las ilustraciones. A veces, en negativo como si fueran la parte siniestra de la humanidad, o sencillamente en las manos de los asistentes a un museo, recogiendo una actualidad que no suele salir en los álbum ilustrados infantiles. Como si la gente menuda o menuda gente no se percatara de lo absorbida que está la humanidad de las personas adultas en distintas pantallas azules. Buscarlos y distinguir los rasgos de los personajes que lo llevaban y los que no, se ha convertido en parte de un curioso libro-juego, que no sé si era la intención original de los autores.
Por último, la variedad de personajes y la paleta que acompaña los textos, sirve para mostrar que la humanidad es variada, en cuanto a colores de piel, culturas y creencias. En ese Nosotras, las personas caben muchas diferencias, por dentro y por fuera. Es una alegría salir del “blanco hegemónico” de la mayoría de los volúmenes de muchas bibliotecas, especialmente escolares, que siguen afanándose a esa idea de leer los falsos, super falsos, “clásicos universales”. Destacar también el entusiasmo de encontrar un libro con perspectiva de género y que además reconoce que a Nosotras, las personas, resulta que “Nos gusta descansar”. Buenas noches.