Novedades infantiles 26
Descubro, con satisfacción, autores cada día. Y digo cada día porque siempre, no hay un momento que no lo haga, tengo un libro entre las manos y acabo cayendo en su influjo como si fuera una especie de conjuro que me hace abrir las páginas y leer. Leer casi hasta el cansancio. Pero es que así son las adicciones – las buenas, se entiende – y la literatura es uno de esos conceptos a los que yo siempre vuelvo para poder disfrutar de un rato para mí mismo. Hoy es uno de esos momentos en los que, a pesar de ya haber tenido noticias de una autora hace un tiempo, vuelvo a ella desde otro punto de vista, con una historia para jóvenes que me ha parecido soberbia, tanto que no podía dejar pasar esta oportunidad que se me ofrece para que todos lo conozcáis. Ella lo vale, la historia también y sobre todo, por si no había quedado claro, la oportunidad de que un libro toque una fibra que pocas veces toca.
Sin yo saberlo, estuve hace un tiempo metido en el mundo de Sofía Rhei en otras colecciones de libros infantiles que desconocía que eran obra suya y que me divirtieron como si yo fuera ese niño pequeño que creció hace ya un tiempo y que se olvidó lo que era el universo de los niños. Creo que fue hace unos años ya, aunque aún mantengo esa sensación que me hicieron sentir. Por ello, quizás debido al recuerdo que en mí dejaron esas historias, me metí de lleno en el universo tan particular de esta autora que, si bien en sus anteriores obras nos metía de lleno en un mundo más infantil, trae para nosotros un texto como Olivia Shakespeare donde un aire más adulto hace acto de presencia para que nuestras tardes, noches, días, o cualquier momento como lectores se vean recompensadas con una buena historia, alumbrada por unas ilustraciones creadas por Jesús Gabán que lleva a todo aquel que lo coge por una galaxia totalmente diferente a la que estamos acostumbradas, pero con un aire clásico que nos lleva por las páginas como si fuéramos depositarios de un auténtico tesoro, de un auténtico regalo como viene siendo característico en los libros que Edelvives nos trae en su colección Ala Delta.
Vivo cada día, como decía al principio, al abrigo de un libro que me provoque algún tipo de sensación, sea ésta positiva o negativa, pero siempre a la lumbre de una historia que tenga en sus letras una especie de significado para aquel que lo lee y que se mete tan de lleno en una obra que ya no puede dejarla por mucho que lo intente. Olivia Shakespeare, que nos lleva a la vida de la hermana de William Shakespeare lleva impregnado ese halo de fantasía, de argumento bien narrado, de que el tiempo se detiene para que nosotros podamos disfrutarla como se merece. Porque ahí radica lo importante de la obra de Sofía Rhei, que en cada una de las obras que construye, sólo se nos pide un solo concepto: que disfrutemos, que la cojamos con esas ganas que se le pide a un lector, que nos divirtamos sin pensar en lo que hay más allá, que nos olvidemos de la realidad y nos centremos en una historia que late en cada página, que nos ilusiona – al menos a mí me ilusiona – por ver que aquí, en este mundo literario tan caótico que nos ha tocado vivir, todavía hay calidad, hay verdadero talento, entendiendo éste como maestría en algún punto, en algún momento en el que los niños descubren, quizás, la literatura por primera vez, en una historia que no podría ser mejor anticipo de lo que está por llegar, de lo que les depara una vida llena de libros, como la mía, que va acumulando pequeños tesoros como éste que hoy traigo entre las manos.
Los libros debieran considerarse como el pequeño lujo que son, como esa gran joya que es la literatura. Y no se me ocurre, al menos no se me ocurre ahora mismo, en esta sección infantil – juvenil, mejor oportunidad para descubrirlo que meterse de lleno en el mundo de Sofía Rhei para que entendamos que los libros, como siempre, son la mejor compañía que alguien puede llegar a tener.