De acuerdo, no es el mejor de los tiempos, pero me parece que tampoco es el peor, sinceramente. Quizá sea la edad de la sabiduría y de la ciencia, pero por supuesto que sigue siendo la edad de la locura. No tengo muy claro que sea una época de grandes creencias. En todo caso, de incredulidad. Y es posible que sea una era de luz, aunque es incuestionable que cada vez hay muchas más tinieblas. ¿Habrá una primavera de la esperanza y un invierno de desesperación? ¿A usted que le parece?
Juzgue usted mismo es lo que parece decirnos Ali Smith en esta fantástica novela llena de vanguardia y de poesía, de humor y de Charles Dickens entre otras muchas referencias. Otoño es el nombre de la primera obra del conjunto denominado Cuarteto estacional, una saga formada por cuatro novelas que llevan por título el nombre de cada una de las estaciones del año, y que se publicó por primera vez en otoño de 2016 y finalizó este mismo verano, en plena pandemia del coronavirus. La ingeniosa y particularísima literatura que despliega la escritora escocesa ha convertido este experimento literario de escribir (y publicar) ficción casi en tiempo real y al paso de las estaciones, en todo un bombazo en el Reino Unido y ya la ha consagrado como una de las voces más actuales y rompedoras del panorama literario europeo (y que se jodan los brexistas de aquí y allá).
Y por fin, y desde hace unas pocas semanas, el otoño también ha llegado a España. Y lo ha hecho de la mano de Nórdica Libros. Y con este otoño delicioso, irán cayendo a nuestros pies las mismas preguntas de siempre, esas que nos dejó el propio Dickens o las que nos lanzó Shakespeare hace ya quinientos años, pero totalmente actualizadas. Porque el otoño es, en este otoño novelado de Smith, la estación del recuerdo, de la infancia que ya no es, la estación del amor platónico e imposible, de la desesperación y el caos pues, sobre todo, este otoño es la estación de la desaparición, bajo el manto cegador de la modernidad y el progreso, de un mundo ya casi antiguo y que, como dice la canción, siempre nos parecerá mejor.
Bajo estas premisas que se intuyen con el paso de las páginas (y el caer de las hojas), Ali Smith nos enseña, con originalidad, un estilo poco ortodoxo, tremendamente lírico y desenfadado, un Reino Unido sumido en la confusión tras el resultado de la votación del Brexit y donde la xenofobia, la intolerancia o el individualismo, van dejando esparcidas sus hojas de desesperanza sobre las calles de la ciudad.
Apoyándose en los recuerdos y situaciones por las que pasa Elisabeth Demand, treintañera, historiadora del arte, profesora universitaria con un contrato precario y, en definitiva, otro ser humano que anda perdido en mitad de un mundo ajeno e inexplicable, Smith nos perfila con elegancia los problemas a los que se enfrenta la sociedad moderna y nos va dejando caer su visión sobre temas de enorme actualidad como la lucha entre el concepto de la Europa de los pueblos o la Europa de Un Pueblo, cada vez más racista e intolerante, la imposibilidad de mejorar la comunicación entre nosotros, el papel de la mujer en la sociedad y, en particular, en el mundo del arte, las relaciones familiares, el amor, y por supuesto, la función de la literatura en la (re)creación de este nuevo mundo ¿feliz?
La novela avanza por varios senderos que no paran de cruzarse y de mezclarse. La relación de Elisabeth con su madre, la relación de Elisabeth con el arte (y, más concretamente, con la obra de Pauline Boty, artista británica del pop art sesentero) pero sobre todo, la relación de Elisabeth con el señor Gluck, su vecino de la infancia, setenta años mayor que ella y ahora enfermo e interno en una residencia. Los recuerdos de las sesudas conversaciones que mantuvieron durante su adolescencia, todos esos paseos a su lado, los juegos de la imaginación cuando era una niña, los acertijos y las reflexiones sobre el arte y el mundo constituyen el árbol de aprendizaje desde donde van cayendo todas las hojas del conocimiento y la formación de un ser humano muy actual. Por su parte, Gluck actúa, en realidad, como una maravillosa metáfora. Del amor. De la esperanza. Del recuerdo. Una metáfora de un mundo feliz. De otro mundo. No de este mundo. No del mundo feliz de Aldous Huxley.
Estamos, por tanto, ante una novela tan modernísima como necesaria. Un caleidoscopio social ingenioso y lleno de belleza desde que el que poder entender un poco mejor lo que pasa hoy en día en nuestras vidas. Estamos ante una novela diferente y, por lo tanto, imprescindible.
Es Otoño, de Ali Smith, y ya estoy deseando que llegue el Invierno.