Cuando abrimos un libro puede despertarnos diferentes sensaciones: puede encantarnos en todos los sentidos; puede horrorizarnos de tal modo que nos obliguemos a terminarlo o que acabemos abandonándolo ante la imposibilidad de conectar con la historia y los personajes; puede entretenernos sin aportarnos nada más; y también existe la posibilidad de que nos atrape a pesar de tratar un tema complicado que nos llega hasta a incomodar. Esta última posibilidad es la que nos encontramos al leer el último libro publicado por la catalana Jo Alexander, Palas y Héctor.
Palas y Héctor narra un amor prohibido entre dos hermanos que inician su relación cuando él apenas tiene 14 años y ella ya pasa de los 25, por lo que en esta novela nos enfrentamos no a uno, sino a dos tabúes muy arraigados en nuestra sociedad. Aunque ambos tratan de poner tierra de por medio viviendo a miles de kilómetros de distancia y casándose con otras personas, no lo consiguen, están condenados a amarse para siempre, y a enfrentarse a los prejuicios y la condena de su círculo más cercano compuesto por el resto de personajes: su madre, su padre, el marido de ella y la novia de él.
No sé si os estoy convenciendo para adentraros en esta obra o todo lo contrario, así que no quiero dejar de subrayar que, pese a que se trata de un tema incómodo y que ya de primeras nos repele, está tan bien escrito que no puedes dejar de leer y de querer saber cómo acabará la historia. Y es que la buena literatura es la que nos remueve por dentro ya sea para bien o para mal; ya sea porque empatizamos con los personajes y la historia que se nos ofrece, o aún cuando no compartimos sus ideas o su manera de actuar. Lo importante es que nos creamos a los personajes, no que nos caigan simpáticos y pensemos como ellos.
De buena literatura sabe mucho Jo Alexander, una autora diferente, que al modo de escritores rodeados de cierta mística como Donna Tartt o Jeffrey Eugenides, se toma su tiempo para escribir y publicar cada libro, aunque, en su caso, todavía no ha alcanzado la fama de estos, y no por falta de merecimiento. Publicó su primera novela con veinte años, Criaturas extrañas, a la que le siguió once años después, L’hivernacle, y ahora, tras otros nueve años, Palas y Héctor. Todas ellas comparten la narración de un amor imposible, bien sea por las circunstancias que rodean a los protagonistas o por sus propias acciones. Comparten también su brevedad a la par que una elegante y preciosista prosa que compite con la “fealdad” y oscuridad de los temas abordados.
Lo bueno de esta clase de libros es que te enfrentan con tus propias ideas y tabúes. Palas y Héctor se trata de una historia vista con anterioridad (típica de la mitología clásica griega: sórdida, violenta y trágica) sobre una relación consentida, mostrada con belleza y con una sensualidad, que en ningún momento cae en la vulgaridad. Por eso, me ha resultado bastante sorprendente comprobar cómo al traerla a nuestro tiempo nos repulsa mucho más y nos cuesta más entenderlo. La sentimos más cercana y real porque no podemos desprendernos de la sensación de que los personajes podrían ser cualquier persona que conocemos o con la que nos cruzamos día a día. Todo esto nos hace plantearnos cómo reaccionaríamos si sucediese entre nuestro círculo más íntimo.
Jo Alexander y su Palas y Héctor son la demostración definitiva de cómo un libro breve, con pocos personajes, con una historia clásica y hasta desagradable, puede removernos por dentro y hacernos reflexionar y enfrentarnos a nuestras ideas y a nosotros mismos.
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