Piscina Molitor / La vida swing de Boris Vian, de Cailleaux y Bourhis
Se dice que aquellos que vivieron una vida intensa están destinados a ser recordados durante generaciones. También se dice que los escritores, al menos ciertos escritores, llevan en su interior, con la simple mención de su nombre, un magnetismo que trasciende más allá de lo imaginable. Boris Vian falleció, en junio de 1959 de un fallo cardíaco en el mismo instante en el que proyectaban una película que adaptaba una de sus obras, y él era parte del público. Quizá sea eso el detalle perfecto para haberle convertido en una leyenda. Pero no es sólo eso: durante su vida, el escritor de La espuma de los días vivió en una época en la que se perseguían las novelas por su temática, en la que el su trompeta acompañaba sus pasos en los bares a altas horas de la noche, en la que la decadencia podía hacer acto de presencia mientras caminabas y, sobre todo, una época en la que corazón parecía no estar preparado para vivir. Se dice, además, que aquellos que nos regalan sus historias son seres legendarios, que están atados con un hilo invisible a cada uno de los lectores que sostienen sus libros entre sus manos. Puede que sea cierto todo aquello que dicen, aunque en nuestro caso, sólo podamos tener la oportunidad de conocer su vida, sus ideas, a través de lo que ellos nos dejaron.
Requiere una aclaración, una pequeña breve introducción su nombre, el título de esta novela gráfica, de esta biografía en imágenes que es Piscina Molitor / La vida swing de Boris Vian. La Piscina Molitor es un complejo de piscinas abandonadas del distrito XVI de París declaradas monumento histórico. Uno investiga muchas veces aquellas referencias que aparecen en sus lecturas y se asombra de lo poco que se conoce de aquello que existe. Boris Vian, autor de referencia en muchos aspectos de la literatura, fue uno de esos personajes únicos que vivieron en una época todavía más única. Una especie de visionario en los tiempos en los que, algunos, pretendían que los ojos permanecieron cerrados a la evidencia, a la libertad de expresión. Y él, un hombre con el gesto apesadumbrado, aquejado por una enfermedad cardíaca, creía firmemente que bucear le beneficiaba en sus problemas de corazón. Será cierto o no, el caso es que entre cada uno de sus buceos, el autor conoció a otros muchos escritores e intelectuales de la época que aparecen retratados aquí y que sorprenden al lector con una vida que, salvo contadas excepciones, gustaría haber vivido, haber saboreado, haber incluso sufrido cuando la vida parecía una fiesta aunque las calles se congelaran por la fuerza de las palabras y el analfabetismo de los más conservadores.
Impedimenta, la editorial de las ediciones cuidadas y aquella que nos transporta siempre a algunos paisajes dignos de adoración, nos trae esta novela gráfica con la pasión con la que hacen todas las cosas. Una persona, Boris Vian, que durante su vida poseía esa mirada taciturna, que en estas imágenes ríe pocas veces y baja la mirada otras muchas, que conoció a Sartre, a Simone de Beauvior, o incluso a Raymond Queneau, un hombre que viajó por las calles, bajo el agua, con la carga que pesa sobre los genios, sobre los genios que son incomprendidos y que intentan por todos los medios llegar al corazón de la gente con su escritura. Hijo de la polémica, escritor pero también músico, dueño de una mirada perdida que parecía tocar el mundo con una caricia, como si no importara aquello que sucedía a su alrededor. La existencia del autor en Piscina Molitor / La vida swing de Boris Vian aplaca los nervios de encontrarse con algo extraordinario. Fue hace un tiempo cuando dije que todo el mundo debería hacerse un favor y tener en sus manos esta novela gráfica. Fue hace un tiempo, también, cuando leí y pensé que esta reseña tendría que convertirse en algo digno, y hoy aparece publicada. Quizá los hombres necesitemos de un tiempo de descanso, un tiempo de tranquilidad, para poner nuestras palabras en orden y contribuir con nuestra escritura a realizar una fotografía perfecta de lo que han leído. En cualquier caso, aquí me hallo, sereno y pensativo, rebuscando en mi interior, de nuevo, aquello que la vida de Boris Vian ha conseguido remover como si fuera un pequeño terremoto que resquebraja la tierra y la vuelve arenas movedizas. Se dice que la vida consiste en esperar, en ir caminando mientras todo lo demás sucede. Lo cierto es que no es verdad, que lo que es la vida es aquello que nos sucede a nosotros antes, durante, o después de una lectura como ésta. Eso es la vida.
Me fascina el sitio! Hay mucho por descubrir … Muchas gracias!,
Gracias por pasarte a comentar Rosario. Te recomiendo vivamente esta novela gráfica. Descubrirás a un escritor como no se le conoce hasta ahora!
Saludos!