Algunas veces, cuando la situación es propicia, en mi cuadrilla de amigos tenemos la costumbre de jugar a un juego bastante estúpido. No sé si tiene un nombre oficial, pero solemos llamarlo ‘qué preferirías’ y consiste en lanzar una pregunta con dos posibilidades muy similares, tanto para bien como para mal. Cuento esto porque recuerdo que una noche, en la que ya había una pirámide de latas de cerveza bastante considerable sobre la mesa, hubo una cuestión que nos mantuvo más tiempo de lo habitual discutiendo entre nosotros. Fue algo así como ‘¿Qué preferirías, un trabajo muy bien pagado en el que estás a disgusto o uno que te proporciona lo justo para vivir pero en el que te sientes feliz con lo que haces? Estoy seguro de que no surgió con esas palabras, pero la idea era esa. Y la opción más elegida, casi por unanimidad, fue la segunda.
De ahí que antes de leer este libro ya tenía bastante arraigada la idea de que la mayoría de la gente no sólo aspira a obtener un salario con su trabajo. Por supuesto que es uno de los motivos principales, si no el principal, para que uno decida dejar de cazar Pokémons por la calle y se ponga a hacer otras tareas menos fascinantes, pero me resisto a creer que el común de los mortales no valora otros aspectos de aquello a lo que va a dedicar casi un tercio de su vida. Había escuchado ya varias voces que refrendaban esta opinión, aunque lo cierto es que la argumentación que hace Barry Schwartz en ¿Por qué trabajamos? es, posiblemente, la más sólida y rupturista que he leído hasta la fecha. El psicólogo estadounidense centra sus esfuerzos en señalar y desterrar algunas ideas sobre las que se construyó el sistema capitalista y que, pese a las numerosas evidencias de sus errores, aún no han sido sustituidas. A grandes rasgos, estas son que las personas somos vagas por naturaleza y que el empresario sólo debe preocuparse de facilitarnos un sueldo, ya que éste será el único motivo por el que trabajaremos.
Schwartz rechaza desde un principio estas premisas y enarbola un discurso en el que, pese a incluir algunos conceptos relativamente complejos, emplea un lenguaje asequible y los introduce de un modo muy pedagógico. Especialmente útiles son algunos ejemplos que incluye para clarificar sus ideas, como el de un estudio que recogió testimonios de trabajadores de limpieza de un hospital, y que reveló que estos no se limitaban a cumplir con las funciones que establecía su contrato, sino que las adaptaban para hacer la vida más agradable a los enfermos. Esto hacía a su vez que los trabajadores se sintieran realizados con su trabajo, al sentir que servían a un bien superior.
El autor también desgrana diversas ideas y actitudes durante el texto para mostrar que depende tanto de las empresas como de los propios empleados, y no tanto del trabajo en sí, que el trabajador pueda sentirse satisfecho y comprometido con su labor. Schwartz parte de la base de que un trabajador satisfecho cumple mejor con su función para defender la necesidad de acabar con esos dogmas falsos que nos acompañan desde la Revolución Industrial y que reducen la vida laboral a una cuestión meramente económica.
Este libro está incluido en la colección TED de Empresa Activa. Para los que no hayáis visto nunca un vídeo de TED, se tratan de conferencias de poca extensión en las que una persona transmite una idea que le apasiona especialmente. Schwartz tiene ya unas cuantas charlas TED a sus espaldas, entre ellas una titulada Nuestra concepción del trabajo está torcida, que es la base sobre la que se asienta este ensayo. Recomiendo verla como punto de partida, para saber si se tiene interés en profundizar en el tema. Por mi parte, puedo decir que ¿Por qué trabajamos? ha sido una lectura muy enriquecedora, tanto por las ideas que defiende como, sobre todo, por su enfoque original en torno al mundo laboral y a la propia condición humana.