“Prohibido excavar en este pueblo”, de Óscar Fábrega
Ha sido toda una suerte y una casualidad encontrarme con Prohibido excavar en este pueblo. Me llega un poco tarde pero no importa porque en lo básico coincide con “mis labores de documentación”. (Hace unos meses acabé de escribir la continuación de mi novela Valeria, y uno de los escenarios era la extraña iglesia de Rennes-le-Château. Desde que tuve conocimiento de su existencia supe que iba a formar parte importante de mi trama y es que tanto el cura, como la iglesia, como todo lo que rodea a estos, da para varios libros y programas de Cuarto Milenio).
Y he aquí encuentro este libro de Óscar Fábrega para intentar arrojar algo de luz a tanto misterio, un misterio tan interesante que te atrapa y no te suelta.
Pero… ¿cuál es ese misterio?
A finales del siglo XIX, Bérenguer Saunière, humilde cura francés, se hizo enormemente rico gracias a algo que encontró en su iglesia, dedicada, por cierto, a la Magdalena. Nadie vio tesoro alguno (incluso hay investigadores que afirman que no hubo tesoro realmente) pero el cura empezó a llevar una vida de lujo, reformó su iglesia, compró terrenos adyacentes y construyó en ellos edificios que desentonaban con el entorno, cambió de sitio algunas lápidas del cementerio y borró completamente una… Muchos vecinos están convencidos de que Saunière fue incapaz de gastar toda la fortuna a pesar de todos los gastos en los que incurrió.
La noticia atrajo a muchos “buscadores de oro”. Tantos que Rennes-le-Château tiene un subsuelo más parecido a un queso gruyere que a otra cosa, de ahí que el alcalde tuviera que prohibir las excavaciones en el pueblo.
Si a todo esto añadimos especulaciones sobre el origen del tesoro, merovingios, descendientes de Jesús y María Magdalena (de la cual también se comenta que su tumba se encuentra cerca de ahí), templarios, el Priorato de Sión, sentencias como las de la compañera de Saunière “la gente de este pueblo está pisando oro sin saberlo”, ya tenemos caldo de cultivo para un buen enigma. (Décadas después Dan Brown cogería algunas cosas de aquí sin reconocerlo).
Y esto es solo el principio. Hay que añadir las “peculiaridades” de la iglesia: la inscripción sobre el arco de la puerta “Terribilis est locus iste” (Este lugar es terrible); el demonio Asmodeo, o Satán, que sujeta la pila bautismal; el suelo ajedrezado; el vía crucis en sentido inverso y con escenas también raras (un mantón con colores típicos escoceses, ¿referencias a los masones?, ¿la sustitución de Jesús cargando la cruz por otro hombre?, el descenso de Cristo de la cruz vivo…); que todas las estatuas miren al suelo; que en el lado derecho del altar la Virgen sostenga un niño y en el izquierdo San José sostenga otro…
Es una iglesia llena de mensajes crípticos intencionados…
Así, con semejante catálogo de curiosidades (y algunas más que me dejo, como, por ejemplo, la extraña muerte de dos curas de poblaciones cercanas así como la propia de Bérenger) cómo no va a ser interesante este libro.
Como pega he de decir que en ocasiones se extiende demasiado en cuestiones históricas que llegan a remontarse demasiado en el pasado y provocan la desconexión con la trama que nos ocupa. Esas partes, si estuvieran resumidas harían que la lectura fuera más ligera y amena.
Por lo demás, un libro recomendable para los amigos de lo oculto y de las conspiraciones y un libro además, que me da más motivos para visitar algún día Rennes-le-Château, aunque esté Prohibido excavar en este pueblo.