Reseña del libro “Promesa de sangre”, de Brian McClellan
Lo reconozco, la fantasía épica medieval es el género que más me atrae. Pero no soy ningún purista, en todo caso un romántico. Castillos como residencia de reyes, bosques profundos para los elfos, espadas y armaduras en las batallas y magia arcana brotando de los dedos de hechiceros de largas barbas. Lo dicho, un romántico. Pero esta atracción por la fantasía de corte medieval jamás ha lastrado mi interés en otro tipo de subgéneros. Un poco de steampunk por aquí y otro de fantasía urbana por allá. ¿Un poco de gaslamp? Sí, por favor. En ocasiones me siento como en un buffet libre: Lea todo lo que pueda y deje para más tarde la realidad. El libro del que voy a hablaros hoy cumple con esa premisa a la perfección. Gunpowder para algunos (por motivos más que evidentes) flintlock fantasy (referente a las armas de chispa como los mosquetes) para los que buscan concretar un poco más, lo que sí puedo decir es que con Promesa de sangre os sumergiréis en un mundo que tiene retazos de algo que llegamos a reconocer pero a su vez nos muestra lugares mágicos así como seres capaces de hacer cosas increíbles.
Promesa de sangre, publicado por Gamon Fantasy, tiene un arranque atípico, podría decirse que es incluso un final; el clímax de una época y el inicio de otra. Así pues, nos encontramos con un golpe de estado exitoso. El rey ha sido depuesto y la aristocracia encarcelada. En estos primeros compases de la historia el autor Brian McClellan se muestra brillante a la hora de dejar claro al lector el mundo en el que se está adentrando. Sí, es cierto que con la portada ya podías hacerte una idea, pero son las descripciones del ropaje, el armamento, los edificios e incluso la convulsa situación política del inicio lo que nos revela esta revolución francesa repleta de magia. Las guillotinas y las cabezas cayendo en cestas son la pista esencial para los más despistados. Pero que nadie se confunda: aunque en el escenario la apariencia más superficial pueda hacernos creer una cosa, entre bambalinas, McClellan ejerce de tramoyista para que seamos conscientes de que ni estamos en Francia, ni es la revolución francesa. Un trampantojo de la literatura fantástica. Y aquí es cuando entra el sistema de magias ideado por el autor. Tres tipos de magos, tres tipos de poderes. Privilegiados, Marcados y Dotados. Los primeros se valen de la magia más elemental. Los Marcados, también conocidos como magos de la pólvora, son capaces de aumentar sus capacidades sensitivas o fuerza comiendo o esnifando pólvora. Y esto no acaba aquí, porque su habilidad les otorga la capacidad de disparar balas sin necesidad de pistolas o de hacer que estas tracen trayectorias imposibles. Los Dotados son los X-men del tinglado: personas con dones especiales, como nula necesidad de dormir o comer o memoria fotográfica. Cuando McClellan toma toda esa variedad mágica y la introduce en una batalla consigue crear un libro de fantasía con la potencia evocadora de una película de Marvel.
Adro es el país y Adopest la ciudad en la que ocurre gran parte de la narración. El Mariscal de Campo Tamas es el líder del golpe de estado que en busca de un mundo mejor y más justo tendrá que vérselas con múltiples vicisitudes en su búsqueda de una sociedad estable. Por un lado se verá obligado a sofocar las diferentes revoluciones surgidas por los partidarios de la realeza sin que ello le lleve a una guerra civil, por otro tendrá que poner en marcha todo el mecanismo diplomático para que el país vecino no le invada y todo esto mientras mantiene un equilibrio de poder entre los aliados que le han ayudado en el golpe. Esta sería la primera de las tramas, la que implica temas más políticos pero que por ello no está exenta de acción. Descubrir a Tamas es descubrir un personaje de claroscuros. Un tipo honesto e implacable (en ocasiones de forma brutal) pero también alguien que no es infalible. Sus equivocaciones lo hacen mucho más humano.
Con el personaje de Adamat el autor nos enseñará los bajos fondos de Adopest. El asunto aquí cobra tintes de novela policiaca. Buscar pistas, investigar vidas. Con una narración algo más sosegada, McClellan es preciso a la hora de describir los lugares más sórdidos y podridos de la ciudad, lugares que en muchos casos nada tienen que ver con la pobreza o la decadencia. La urdimbre narrativa se irá complicando con la aparición de mafias, traidores y espías que complicarán la investigación de Adamat. Y mientras el policía retirado convertido en investigador privado une los puntos, las dos tramas convergirán con una tercera en la que la acción a raudales será su carta de presentación. Taniel, hijo de Tamas, es con diferencia el peor de los personajes creados por Brian McClellan pero es el indicado para que el folclore de ese mundo cobre vida. Las creencias, los dioses olvidados o la magia más arcana se cruzarán en su camino y en el de su compañera Ka-poel. Ka-poel es quizá uno de los mejores personajes de este libro. Una secundaria envuelta en un aura de misterio, sidekick de Taniel, que es una promesa de que grandes cosas están por pasar. Pocas veces un personaje que dice tan poco había sido capaz de ganarse un lugar en el corazoncito de lector tan rápido. En este momento toca hacer un inciso para decir que lo peor de Promesa de sangre son todos esos errores tipográficos (en ocasiones muchos y muy seguidos) que nada tienen que ver con la historia pergeñada por el autor.
En definitiva, Promesa de sangre, primer libro de la trilogía de Los magos de la pólvora, nos transporta a un mundo de revoluciones, intrigas y luchas de poder donde las imponentes y espectaculares batallas cobran gran protagonismo.