Reikiavik es un libro ciertamente curioso. Me atrevería a decir que tiene dos almas, que se corresponden con las dos líneas temporales en las que se plantea la novela. Una, la más cercana cronológicamente hablando, es más realista, una trama de novela negra al uso ambientada en Barcelona, plagada de mafiosos, prostitutas, policías corruptos, macarras y asesinos. La otra no es demasiado diferente en cuanto al tono, pero sí es cierto que su trama precisa de unos tintes de ciencia ficción que ejercen una extraña influencia en la novela, entre otras cosas porque permiten ampliar el abanico de opciones y dificultan que el lector adivine determinadas cosas demasiado pronto. Imaginarlas las imagina, pero no necesariamente acierta. Esta parte también da cabida a una interesante reflexión, no sé si decir que psicológica, pero que en todo caso aporta un toque diferente a una novela.
Tratar de imaginar como confluyen ambas es uno de los atractivos de esta interesante historia, pero desde luego no es el único. El ritmo, trepidante, la intriga y los personajes son sin duda los otros. Si quieren un detalle ilustrativo les diré que lo leí del tirón lo cual últimamente y por desgracia (y por mi culpa, no por la de los libros) no es frecuente en mi caso y menos tratándose de un libro de unas 290 páginas.
Reikiavik está muy bien editado, la cubierta es preciosa y en general se nota cuidado por el detalle y calidad, lo que se agradece. Es uno de esos libros que uno valora más una vez que lo cierra y piensa en él porque mientras está leyéndolo está ocupado en aguantar la impaciencia por conocer lo que sucede a continuación. Y con lo peculiar de su planteamiento hay otra cosa que agradecer: no hace trampas, no se saca conejos de la chistera ni recursos ex machina que resuelvan las situaciones complicadas. Me ha resultado un libro muy honesto y eso me gusta, es siempre digno de emnción pero en este caso y dada la particularidad de su faceta fantástica, tenía verdaderamente fácil transitar por atajos, y no lo hace.
Además es una novela con perro, lo que plantea ciertas dificultades pero funciona muy bien si se resuelve brillantemente, como es el caso. No es desde luego un perro cualquiera, pero es un personaje que funciona muy bien.
Tiene no pocas dosis de violencia, pero no es gratuita, están subordinadas a una trama sólida y que fluye con naturalidad. Es destacable que se encariña uno con muchos de los personajes, incluso cuando hacen cosas no necesariamente ejemplares.
Y permítanme que me detenga en un último detalle, los escenarios. Son varios, Islandia y Barcelona son los que ocupan más espacio y ambos son más que eso, aportan a la trama personalidad y cierta magia. En un caso hay una frialdad opresiva: hielo, acero y cristal, que no podría haberse logrado fácilmente en otro lugar. El segundo, Barcelona, tiene un largo historial literario y es un personaje consolidado en novelas de todo tipo, de todo estilo y condición y que funciona extraordinariamente bien, no sabría decir porqué, en el caso de la novela negra. Ha sido un placer recorrer sus bajos fondos de la mano de Hannu y Reikiavik.
Andrés Barrero
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