El ser humano ha provocado y sufrido las guerras desde siempre. Son terribles, es vivir el infierno, todos estamos de acuerdo, pero estamos continuamente repitiendo los mismos errores que desencadenan conflictos, que acaban en lo que ya se ha estudiado, analizado y requeteanalizado: somos así de incongruentes.
Me acerqué a este libro por varios motivos: uno, porque tengo un gran respeto y admiración por la cultura japonesa; otro, por la palabra perdón. No hace mucho vi una entrevista a Kim Phuc. Por el nombre igual no os suena: es la niña del napalm. Esa famosa fotografía de la niña quemada, desnuda y gritando del final de la guerra del Vietnam. Eso fue en 1972, yo he crecido viendo esa foto que impresiona, pero que, como todo lo que tenemos delante, no vemos con la profundidad adecuada, no vamos más allá. Hasta que de repente aparece una señora, que te transmite una paz enorme, con una sonrisa magnífica, que te cuenta que ha perdonado a quien tú pensabas que le desgració la vida. Que ahora se dedica a explicar a todo el mundo el poder sanador del perdón, que es la única manera de tener paz y ser feliz. Me pareció tan fuerte, me impresionó tanto su forma de hablar y de transmitir. He oído a otros hablar de esto, no hace mucho Irene Villa explicaba que si quieres ser feliz un día, véngate, pero si quieres ser feliz siempre, perdona. El odio solo te hace daño a ti mismo. Me causan gran admiración estas personas, creo que son enormes.
Renacer de las cenizas es otra historia sobre el perdón, entre otras cosas. El libro es desgarrador, terriblemente gráfico: pica, escuece y duele muchísimo. Nos lo cuenta Shinji Mikamo en primera persona, que es el padre de la autora. Shinji tiene 19 años y vive con su padre, un hombre alegre, creativo e inteligente. Su hermano mayor está en alguna parte de Filipinas, como soldado y su madre se ha trasladado al pueblo, porque está muy enferma. Es el 6 de agosto de 1945, está ayudando a su padre a recoger enseres y parte de su casa, de la que tienen que marchar; acaban de desayunar y cada uno está en una parte de la casa, cuando a las 8:15, un gran estruendo y un resplandor nunca visto, fulmina Hiroshima y todo lo que hay en ella. Shinji y su padre están heridos y muy confundidos, pero vivos. El padre toma las riendas de la situación y gracias a su fuerza y determinación, van pasando de un lugar a otro, tomando decisiones, encontrándose con algún demonio, pero con muchos ángeles, hasta que se separan en un momento dado porque a Shinji lo llevan a un hospital militar. No os voy a contar los detalles, porque hay que leerlos, narra con todo lujo de detalles cada momento de ese día y los posteriores. Lo que veía y lo que sufría. Shinji estaba malherido y muy quemado. La odisea hasta llegar al hospital, su estancia allí, el empeoramiento por las consecuencias, no solo de las heridas, sino por la radiación, de la que no sabían nada; la salida del centro sanitario y como se desarrolló su vida posterior, hasta prácticamente nuestros días.
Es un libro fácil de leer a nivel de forma: sencillo, preciso, bien contado, bien estructurado, pero muy difícil por el contenido. Lo lees con el corazón encogido, se agradece que no sea muy largo, porque los momentos de sufrimiento son durísimos. Pero lo que más me ha sorprendido es que en ningún momento he leído una frase de acusación o recriminación hacia el que tiró la bomba, hacia el enemigo. No hay rencor. Hay mucha angustia por lo que estaba viviendo, pena por las pérdidas, dolor, soledad, incertidumbre, pero nada de odio o rencor. Me maravilla ese carácter pacífico pero luchador, fuerte y trabajador del protagonista, que no solo ha sobrevivido a las heridas físicas, sino que es un SUPERviviente.
Akiko Mikamo es la hija de Shinji y de Miyoko, otra superviviente, una magnífica mujer que también conoceremos en el libro. Akiko nació y creció en Hiroshima, pero la educaron para ser ciudadana del mundo y para abrirse a él, para enseñar a los pueblos, que debemos entendernos y vivir en paz. Es psicóloga clínica y asesora multicultural, trabaja para ayudar a personas de diversas nacionalidades a comprenderse entre sí. Con base en Estados Unidos, sigue vinculada a Japón y ha creado una organización sin ánimo de lucro, San Diego-WISH: Iniciativa Mundial para la Salvaguarda de la Humanidad.
Quiero acabar con unas palabras de Tadatoshi Akiba, alcalde de Hiroshima, que me parecen preciosas, que también hablan del perdón.
«Nos negamos a vivir en un mundo de miedo y de odio continuamente reciclados. Nos negamos a vernos unos a otros como enemigos. Nos negamos a cooperar en nuestra propia aniquilación.»
Interesante, muy interesante.
Verdaderamente, es impresionante la historia. Muy recomendable, aunque es muy dura, tiene que estar uno muy bien para leerla porque te toca todos los interiores.
Abrazo Yolanda.