Rosa candida, de Auður Ava Ólafsdóttir
Cuando pensamos en literatura nórdica nuestra mente vuela casi inevitablemente a las novelas negras que tan de moda están últimamente; conoceréis a Arnauldur Indridasson o Stieg y Asa Larsson, imagino. En esta ocasión sin embargo no podemos dejarnos llevar por la tendencia, ya que la islandesa Auður Ava Ólafsdóttir nos trae una novela muy diferente a lo que este tipo de literatura nos tiene a la mayoría acostumbrados. Rosa candida es una historia de crecimiento personal, muy humana y con la que la autora consigue llegar hasta lo más íntimo de sus seguidores.
Durante el principio, que coincide con el largo y peculiar viaje que el protagonista hace, el lector se dedica a la exploración. ¿Qué libro es este y qué intenta decirme? Así vamos conociendo poco a poco a Arnljótur, un joven pelirrojo de 22 años que, amante de las flores e insatisfecho con su vida bajo el techo familiar, decide viajar hasta un pueblo lejano en el que todo gira entorno a una única calle y sus múltiples iglesias. Allí le espera el famoso jardín de un viejo monasterio, el lugar donde podrá cumplir uno de sus sueños: devolverle su esplendor y cultivar en él la rosa candida, una especie de rosa casi extinta de ocho pétalos y sin espinas que su madre y él cultivaban en el invernadero de la familia.
De esta larga introducción me ha gustado especialmente la manera en que Ólafsdóttir recurre a la marcha del protagonista para hacer intervenir a diversos personajes y dejarle la oportunidad de explicarles a ellos y a nosotros sus recuerdos. De esta manera, la autora rompe continuamente el presente para alternarlo con el pasado, pero de forma sencilla y sin complicaciones, retratándonos así la entrañable familia de Arnljótur, la reciente muerte de su madre, la noche en que amó a Anna en el invernadero familiar o el día que fue a despedirse de su hija Flora Sol, apenas un bebé de siete meses.
Lo más curioso y espléndido de todo radica en la manera sutil e indirecta con que la autora nos da la información. En ningún momento nos describe claramente cómo es el muchacho, sino que lo hace a través de sus actos y pensamientos, lo que provoca por otra parte que demos constantemente con contradicciones, puesto que al fin y al cabo el pensamiento humano no es siempre coherente consigo mismo. Más al contrario: los pensamientos, como la personalidad, crece, cambia y evoluciona con el tiempo y la experiencia vital de cada uno.
Por eso, porque la experiencia nos cambia, es por lo que esta obra es una novela de crecimiento personal. Y es que aunque el protagonista poco lo intuye al iniciar su viaje, éste le cambiará la vida y sobre todo lo cambiará a él. Es sorprendente ver cómo Arnljótur madura en cada página, cómo va remodelando su manera de ver las cosas, su modo de amar y concebir la familia. Y no sólo durante todo el viaje, sino también en el pueblo de destino, ya que una vez allí los acontecimientos se tornan si cabe más inesperados y reveladores. La lectura es en este momento veloz y las páginas se suceden como suspiros.
Poco puedo decir del final abierto en el que son los propios lectores quienes eligen el camino de Arnljótur. Para mí, que soy bastante optimista y un tanto romántica, el destino que le depara al joven es el ideal, y por tanto también el último capítulo del libro. Aunque entiendo que esto es totalmente subjetivo.
En realidad, por más que lo pienso, a esta novela no puedo darle más que elogios: he disfrutado mucho con ella. No creo equivocarme al decir que éste es el tipo de libro que a todos nos hubiese gustado escribir. Antes de leerlo intuía que me gustaría porque no dejaba de leer recomendaciones, pero realmente me sorprendió con un argumento que no esperaba y que ha resultado ser el ideal para reflejar una personalidad masculina especial, rara vez asequible a nuestros ojos. Y digo especial porque, rompiendo con el cliché masculino, la autora nos lo presenta dotado de una sensibilidad insospechada y que nos resulta aún mucho más creíble por ser él mismo quien nos la muestra.
Me quedo con la escena del pelirrojo protagonista mirándose al espejo con su hija. Preciosa imagen que guardaré siempre para acordarme de esta historia perfecta.
“Es sorprendente ver cómo Arnljótur madura en cada página”
Qué grandes los autores que logran es! Cómo haceeeenn!!!?? Genios!
Eso me gustaría a mí saber, Roberto… ¿cómo hacen?!!
Novela de inspiración rusoniana por otra parte extraña en un país como Islandia,tierra de hielo,donde la naturaleza es dura y el silencio reina, también en el interior de esta familia.De los tres significados que el titulo original de la obra tiene (Afleggjarinn)destacó aquel que significa como se le llama a un niño que es hijo tuyo,porque creo que la novela dedicada a su madre por la autora y cuyo frase introductoria se remite a la simiente bíblica,es un elogio al papel de una madre que recomienda a su hijo,que ” hay que seguir los propios sueños”. El viaje iniciatico del protagonista está presidido por la encomienda materna de cultivar,ya fuera del invernadero reproductor ( donde también se plantó la semilla de un niño), esa rosa candida en un monasterio de tierras más benignas pero también inmerso en un silencio monacal. El elogio a la figura de esa madre serena y cuidadora ,hasta cerca de su muerte(otra gran idea de esta obra :nacimiento y muerte van juntos ” cuando uno acaba de tener un hijo sabe que morirá”). No sé si la escritora es madre pero el homenaje y dedicatoria a la suya me parece también una vertiente central de esta novela.