Reseña del cómic “Superman: Identidad Secreta (Edición Deluxe)”, de Kurt Busiek y Stuart Immonen
Superman es la más bella y acertada metáfora sobre la adolescencia. Es el epítome del adolescente que descubre que unos cambios se están gestando en su ser. Es todos esos muchachos y muchachas que deciden esconder parte de su identidad porque todavía no entienden lo que les está sucediendo. Superman siempre ha hablado de poder, de sentirse inmortal, pero también de inseguridades, de no saber a quién contarle lo que le pasa. Por este motivo, Superman es un superhéroe que siempre ha calado entre los lectores: en unos porque viven en su pellejo una suerte de metamorfosis que los inquieta, en otros porque ya pasaron por esos cambios. Pero aunque la nostalgia últimamente sea el negocio más rentable, no se puede vivir siempre de recuerdos. Superman debía avanzar, debía ser mostrado en las siguientes etapas de una vida humana. No son pocos los cómics que han convertido en marido y padre a Superman. No son pocos los autores que han imaginado a El Hombre de Acero conformando una familia y envejeciendo. Pero solamente Kurt Busiek y Stuart Immonen con su Superman: Identidad Secreta han conseguido mostrar de forma magistral todos esos dilemas y todos esos momentos cumbres en la vida de una persona.
Superman: Identidad Secreta parte de una idea en apariencia muy simple (y que en otras ocasiones ha sido utilizada debido a la gran capacidad de maniobra que da el multiverso), pero jamás de esta forma, y nunca alcanzando el nivel de calado humano de esta obra. La historia comienza cuando una pareja que vive en Kansas y que se apellida Kent decide que es una buena idea, y graciosa, llamar a su hijo Clark. En el mundo de Clark Kent los superhéroes existen solamente en los cómics. Y Superman es ese personaje al que aborrece porque todo el mundo le toma el pelo y hace chistecitos sobre ello. Si ser adolescente es un suplicio, serlo y llamarse Clark Kent es un infierno. En este cómic, como en la vida, la soledad es una parte importante, en ocasiones dolorosa. Y en esa etapa de la vida donde no pareces encajar con nadie, esa soledad se transforma también en una especie de fortaleza donde huir para encontrar alivio. En una excursión que Clark Kent hace por su cuenta, en busca de esa tranquilidad, descubre que tiene súper poderes. Unos cambios importantes se han obrado en su persona. El guionista Kurt Busiek, con una narración en primera persona cercana al diario personal y muy íntima, aborda la etapa adolescente del muchacho planteando una serie de incógnitas y situaciones que logran que el lector se sienta reflejado.
En Superman: Identidad Secreta los grandes villanos no existen. Al igual que en nuestro mundo todo es mucho más ambiguo: el mal es representado por las guerras, las catástrofes naturales, los atentados o simples atracadores de tres al cuarto. Y siempre que le es posible, Superman está allí para ayudar en lo que puede. Si en el primer capítulo asistimos al despertar del héroe, en los posteriores seremos testigos de su vida adulta, de la madurez y de la aceptación del declive que conlleva la vejez. El guionista consigue resolver con excelente solvencia la transición de Superman como personificación de la adolescencia a personificación de un humano que envejece y vive una vida lo más normal posible. Con todo, a pesar de que este Superman se enfrenta a dilemas que a todos nos han tocado, como por ejemplo desnudarnos de esos secretos que guardamos ante la persona que amamos, no deja de ser Superman. Eso significa alguien con unos poderes enormes y un gobierno intentando hacerse con ellos. ¿Qué gobierno no querría tener a alguien así de su parte? De nuevo el guionista imagina con gran acierto cómo reaccionaría el mundo ante una revelación así.
Se dice que ser padre es ser consciente de que ya nunca dejarás de tener miedo. Miedo de que no le pase nada. De que no sufra lo que tú sufriste. Miedo a no estar a la altura y no poder protegerle. Miedo a que dejen de necesitarte. En Superman: Identidad Secreta Kurt Busiek lleva esos miedos un poquito más allá. Tener miedo de que tenga tus poderes y de que pase por lo que tú has pasado. Y mientras el protagonista ejerce como padre todo lo bien que sabe, aprendiendo a cada pasito, mientras vemos como se enfrenta a cosas tan mundanas como la conciliación familiar siendo Superman (el tipo que debe estar allí donde haya cualquier desastre) también se nos mostrará su vejez, su aceptación a no estar a la altura de cierta tareas titánicas así como de su propia mortalidad en el crepúsculo de su vida.
En el apartado gráfico Stuart Immonen hace uno de los mejores y más bellos trabajos que encontrareis en un cómic. Un dibujo que con el paso del tiempo se ha ido ganando más y más el corazón de los lectores y que ya es parte de la historia del noveno arte. Sus ilustraciones a lápiz y luego coloreadas digitalmente nos muestran nuestro mundo, un mundo donde es plausible que exista un tipo capaz de volar y de elevar rocas gigantescas con una sola mano. Un dibujo versátil y realista donde los humanos están realizados de forma exquisita. Un dibujo donde brillan con luz propia las splash pages en las que Superman alza el vuelo y nos muestra la noche de Kansas, el atardecer de Manhattan o todas esas puestas de sol y amaneceres vistos desde la estratosfera o incluso desde la Luna. Dos de esas ilustraciones visten el cómic de Superman: Identidad Secreta (Edición Deluxe) que publica ECC, una edición con una sobrecubierta de plástico que se desliza, con la propuesta original del cómic y con parte del guion.
Una edición perfecta para un cómic perfecto.
“Las puestas de sol son hermosas. Y son el final. Eso es algo que no se puede negar. Y entonces, un poco hacia el este… Todo empieza de nuevo.”