La puerta de la luna, de Ana Mª Matute
– Si tocas una ortiga conteniendo la respiración, no te pinchará.
Inmediatamente, el niño se agachó y frotó entre sus dedos la ortiga. Mantuvo la boca apretada, en un leve temblor; como si dentro de ella algún pájaro atrapado quisiera escapar. Le imité, adormecida por su fe, por el sol, por el aroma verde y zumbante que nos rodeaba, y sentí el escozor ácido de las ortigas en la palma de las manos. Pero el niño se volvía a mí, radiante:
– ¡Es verdad!¡Mira, es verdad!
Contemplé sus dedos morenos, suaves e intactos, y escondí las palmas de mis manos para que no las viera.… Leer la reseña completa del libro "La puerta de la luna" “La puerta de la luna”