The Legend of Zelda: A Link to the Past, de Shotaro Ishinomori

the legend of zelda a link to the pastSoy de los que miden la calidad de un libro por el influjo que ha ejercido sobre mí; por la capacidad de éste para incrementar mi, ya desmesurado, don para evadirme del mundo real. Y es que algunos libros parecen tener una suerte de hechizo que me mantiene atrapado en una profunda ensoñación tiempo después de haber cerrado el libro. Pensando. Fantaseando despierto. Atascado en los recuerdos de las situaciones ficticias que me ha hecho vivir. Atolondrado. Reflexionando sobre los personajes memorables que han trascendido de la tinta impresa hasta lo más profundo de mis neuronas, las cuales fueron coaccionadas a reír, a llorar o a emocionarse. Bueno, tampoco las veréis lamentarse por tal trago. Para que nos vamos a engañar.

Ese tipo de magia absorbente no solo la he percibido con libros o cómics, algunos videojuegos también me han hecho alcanzar niveles de desconexión narcotizantes. ¿Qué mejor droga que una buena historia? Porque juegos como The Legend of Zelda: Ocarina of Time son capaces de crearte recuerdos de una vida alternativa; una vida que has vivido y que recuerdas perfectamente. Unos recuerdos, de tu yo en un mundo paralelo, que asaltan tu mente y embargan tu pecho, induciendo similar agitación que la que produce el reencuentro con un viejo amigo. Recuerda cómo te inundó la sorpresa al conocer a Navi, el hada que te acompañaría a lo largo de esa aventura que te convertiría en el único nexo de unión entre un pasado lleno de promesas y un futuro oscuro y devastado. Y todo a ritmo de la extraordinaria ocarina que a través de la música pondría la magia a nuestra disposición. Música que sonaría tiempo después de acabar con Ganondorf, el villano del juego, y que con el poder de su sonata y con la invocación de nuestra agridulce nostalgia seguiría transportándonos a un mundo de vivencias ilusorias.

Pero antes de que Ocarina of Time, a finales de los 90, dejara a jugadores con la boca abierta (y con la cartera vacía) y a la crítica especializada repartiendo elogios a diestro y siniestro, a principio de esa misma década era otro videojuego de la misma franquicia el que marcaría las particularidades que harían famosa a esta saga. Un videojuego que poco después vería su adaptación al cómic de la mano de uno de los grandes del manga. Ahora, por primera vez, y gracias a Norma Cómics, podemos disfrutar de esa adaptación en castellano. Prepárate, nos vamos a buscar la espada legendaria y la Triforce. Por el camino recogeremos todas las rupias necesarias. Verdes, azules y rojas. ¡A ver si te piensas que en las tiendas de artículos nos van a fiar! Prepárate para cruzar bosques frondosos, parajes desérticos y mares de lava. Prepárate para rescatar a la princesa Zelda. Prepárate para el cómic The Legend of Zelda: A Link to the Past.

Ocarina of Time, Four Swords, Oracle of Ages, etcétera; todos los títulos de la saga Zelda han sido adaptados por el dúo de mangakas Akira Himekawa. Así pues, que The Legend of Zelda: A Link to the Past fuera publicado en castellano era casi de obligada necesidad. El cómic nos va a contar más o menos lo que ya pudimos jugar en el videojuego. Y digo más o menos porque Shotaro Ishinomori añadió algunas situaciones nuevas para, no solo hacer la aventura algo más extensa sino también para que los jugadores de aquella época encontraran algunas novedades. Si de lo contrario eres de los que hace mucho que jugaron al juego, o de los que tienen memoria de pez, puedo explicarte de forma pormenorizada de qué iba la historia.

Link es un muchacho que un buen día despierta debido a una voz que pide auxilio. Lo extraño es que ésta le habla directamente a su mente. Cuando se lanza en pos de la persona que pide ayuda descubre que ella es una princesa y que él, por casualidades de la vida, ahora es el elegido. En su camino se topará con seres mitológicos o mágicos: como dragones, hadas o brujos. Y sus pasos lo llevarán hasta todo tipo de castillos o mazmorras en los que deberá superar pruebas o resolver acertijos para poder continuar con su aventura y alcanzar al fin al villano que retiene a la princesa. The Legend of Zelda: A Link to the Past no deja de ser una de tantas historias de fantasía en las que el destino se cruza en el camino de un muchacho normal y corriente para que haga cosas inimaginables. Un cuento de hadas con un héroe que salva a una princesa. ¿Cuento? Perdón, quería decir leyenda.

Tras esta adaptación encontramos al que fue discípulo aventajado de Osamu Tezuka: Shotaro Ishinomori. No es de extrañar por ello que sus dibujos tengan cierto parecido con los del “dios del manga”. Trazos básicos, rostros pueriles, parajes simplones que gracias a un colorido elemental pero de precisa elaboración les hace ganar enteros y un diseño cuidado y espectacular en lo que se refiere a los monstruos. Como Trínex, el dragón tricéfalo que escupe fuego o hielo por viñetas de gran envergadura y de colores bermellones; el brujo Agahnim, dueño y orgulloso poseedor de portentosas guaridas de colores fríos que pegan perfectamente con el sombrío mundo de las tinieblas; o el propio Ganon, con su pinta de orondo y beligerante cochino ibérico, que parece haber decidido instruirse en el arte de guerrear y conquistar mundos a la fuerza para no acabar convertido en un delicioso jamón de Jabugo.

The Legend of Zelda: A Link to the Past de Shotaro Ishinomori es un clasicazo. Un manga a todo color que se sustenta sobre los cimientos de un videojuego que a día de hoy es de culto. Por este motivo creo que es de obligada compra para todo aquel fan de la saga que quiera volver a Hyrule, que busque deleitarse de nuevo con las melodías que compuso Koji Kondo o que desee liarse a mandobles con los cucos en Kakariko Village.

2 comentarios en «The Legend of Zelda: A Link to the Past, de Shotaro Ishinomori»

    • Gracias “El secreto de la imaginación”.
      Es que Ocarina es uno de los grandes… Yo tengo pendiente volver a jugarlo.
      Los mangas son muy recomendables todos. Los actuales por su precioso dibujo, y este por ser un clásico.
      Saludos. Nos vemos por Kakariko Village 🙂

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