“Sé lo que creo, pero la gente no quiere que digas lo que piensas, sino que digas lo que ellos piensan. Y no es nada fácil averiguarlo.”
Las reseñas que más me cuesta escribir son aquellas de los libros que más me han marcado, que más sentimientos a la vez me han hecho experimentar mientras los leía. Y es algo curioso, porque se supone que cuántas más cosas positivas tienes que contar de un libro, más sencillo es. Pero a mí no me lo parece. Creo que ocurre como cuando en nuestra vida conocemos a alguien especial, que nos revuelve y nos emociona. Que por mucho que contemos sobre esa persona sentimos que siempre se va a quedar corto. Son cosas que hay que vivir en primera persona.
Y lo que siente Julian, el protagonista de Una lista de jaulas, es algo que difícilmente se puede describir con palabras. Es algo con lo que te encuentras en cada capítulo del libro, que te hace sufrir y a la vez empatizar con el personaje y la injusta situación que está obligado a vivir cada día. Es increíble cómo Robin Roe es capaz de poner voz a un personaje hasta el punto de transmitir una situación que podría ser real para cualquiera de nosotros. Que podría dejar de ser ficción en cualquier momento y que podría ocurrirle a cualquier persona que se encuentre a nuestro alrededor.
Y cómo reflexiona sobre el sufrimiento en la infancia y la etapa adolescente, y cómo puede marcarnos para siempre si no aparece alguien que nos ayude a afrontarla. Ahí es donde aparece el gran tema de esta novela, la verdadera amistad, la familia que elegimos libremente para acompañarnos en los momentos felices, pero también en los más duros de nuestras vidas. Y es que la autora relata la amistad entre Julian y Adam, dos jóvenes que no pueden ser más diferentes, que va surgiendo paulatinamente a lo largo de la historia y que no puede ser más sincera y desinteresada.
Respecto al otro gran tema que se trata en el libro, que creo que es algo que no se debería revelar, me ha encantado la sensibilidad y todo lo que se transmite, sobre todo desde la mitad del libro hasta el final, ya que consiguió mantenerme pegada a las páginas, sufrir junto a los personajes y preguntarme cómo se puede llegar hasta esa situación. Cómo un ser humano es capaz de infringir dolor y cómo otro es capaz de todo lo contrario. Cómo somos seres imperfectos, llenos de rencor en muchos momentos de nuestra vida o llenos de amabilidad y desinterés en otros. Cómo demostramos el amor según las experiencias que vivimos a lo largo de nuestra vida.
Por eso creo que este libro no lo catalogaría como juvenil en casi su totalidad, por la madurez con la que trata los dos grandes temas en los que se centro. Porque creo que aunque esta novela me ha pillado demasiado mayor para entender y empatizar con algunas situaciones (quizás demasiado de instituto), hasta aburrirme en algunos momentos, creo que Una lista de jaulas es el ejemplo perfecto de que un libro puede marcarte y removerte tengas la edad que tengas.
Que los sentimientos son los que son para todos nosotros. Y revivir nuestros peores momentos y recuerdos es algo que a todos nos ocurre alguna vez y hay que saber rodearse de todos aquellos que nos ayuden a dejarlos a un lado, a demostrar nuestras ganas de vivir y tratar de olvidar. Lo más difícil, pero también lo que más nos ayuda a evolucionar a lo largo de nuestra vida. Por esto, creo que este libro es tan necesario para el público juvenil, y por lo que creo que ha sido catalogado como tal. No puedo hacer más que recomendarlo a todos aquellos que os haya interesado, porque merece mucho la pena.
Me la apunto, gracias por la recomendación