Reseña del libro “Una ventana al mundo y otros relatos”, de Isaac Bashevis Singer
“(…) fun golus, ohn a land, ohn grenitzen, nisht gshtitzt fun kein shum meluchoch” (una lengua de exilio, sin territorio, sin fronteras, sin el aval de gobierno alguno). Un idioma que no tiene palabras para decir “armas, municiones, ejercicios militares, tácticas de guerra”. Una lengua que despreciaban “tanto los gentiles como los judíos emancipados”.
Estas son algunas frases sueltas y traducciones que he encontrado por Internet con las que Isaac Bashevis Singer se refería al idioma yiddish, el idioma de su pueblo, su lengua materna y en la que escribió toda su obra literaria, incluidos estos formidables cuentos.
En la entrega del Premio Nobel que se le concedió en el año 1978, comentaba además, quizás en un tono menos solemne, más distendido y no exento de cierta ironía, que a él lo que le gustaba era escribir historias de fantasmas y que no había nada que le quedara mejor a un fantasma que hablar en un idioma agonizante como el yiddish y que, un día, cuando llegara finalmente el Mesías, millones de judíos se levantarían de sus tumbas repartidas por todo el mundo y lo primero que preguntarían es si había algún nuevo libro en yiddish para poder leer.
Y traigo a colación estas citas porque si algo he podido aprender de Singer leyendo ahora estos seis fabulosos relatos (además de otra colección de cuentos que compré hace un par de años), que son seis cuentos inéditos hasta la fecha y que han recogido los amigos de Nórdica bajo el título de uno de ellos, Una ventana al mundo, es que la literatura de Singer quizás fue puro y fiel reflejo de la propia historia del pueblo de Israel en el siglo XX y, por ende, de la lengua en la que estaba escrita dicha literatura: un elemento cultural enraizado en una tradición ancestral (y también fantasmal) que es, además, una parte indisoluble de la propia historia de la civilización occidental, la de Europa y la del mundo, con todo lo que eso significa. La literatura de Singer es la literatura de nuestra propia historia reciente.
Al igual que en el idioma en el que están creados, los personajes de estos cuentos también son un poco fantasmas. Todos, de una u otra forma, han sobrevivido a algo en su vida. Todos son seres atravesados por la contradicción o por la decepción de una historia particular o compartida. También son hombres y mujeres heridos que participan de una historia y una cultura común interminable, pero que no dejan de sangrar y de rezumar dolor y piedad a partes iguales. En general, se sientan delante de sí mismos y del resto del mundo y descubren algo que les había sido negado, algo hasta ese momento desconocido. También son hombres y mujeres sin patria, sin arraigo, agarrados únicamente a la historia de un linaje esplendoroso y también terrible; algunos agarrados a Dios, a las tradiciones, al simple recuerdo de un antepasado, o directamente al amor y sus convicciones más sencillas. Todos ellos, miembros de una cultura y de una historia que, más allá de sus propias particularidades, con sus luces y sus (enormes) sombras, también nos definirá siempre a todos.
A caballo entre los recuerdos de su devastada Polonia natal y los claroscuros del progreso liberal de las comunidades judías estadounidenses entre las que terminó afincándose, las historias de Singer son las historias de esos exiliados que son como usted y como yo; gente que apela a la verdad y al corazón, a la pureza del alma o a la bondad y la honestidad frente al egoísmo, frente a la mentira, la venganza o la guerra; gente que está contra el fanatismo y contra la avaricia irracional que ha definido lo peor de la raza humana (de la europea en particular) y de la que su cultura ha sido víctima y también verdugo, a lo largo de siglos y siglos de existencia.
Por eso, Una ventana al mundo y otros relatos, no es solo un libro de cuentos lleno de seres humanos honestos, un libro de historias con fantasmas que se aparecen, engaños encubiertos, muertes terribles o amores que se han perdido en el tiempo, sino que Una ventana al mundo y otros relatos también es un libro de ideas. Ideas inteligentes que rezuman reflexión y conocimiento y experiencia. Lúcidas y profundas reflexiones sobre la vida contemporánea y sobre el pasado más reciente de Europa, justo cuando más falta nos hace entender de una vez quiénes somos en realidad y quién es el de enfrente. Pero también, y por todo ello, este es un libro de relatos con un montón de ideas y reflexiones sobre lo que significó para Singer ser un escritor judío en los Estados Unidos, con la aparición del comunismo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la herida que el Holocausto abrió para siempre en su pueblo y, si queremos añadirlo también, las consecuencias de la posterior Guerra Fría como trasfondo de todas sus historias.
Esto es, por tanto, una (breve) ventana a nuestro mundo, para todo aquel que quiera asomarse a la verdad.
El fabuloso escritor polaco nos abre de par en par este balcón literario para mostrarnos, entre otras muchas cosas, que los extremos en la vida han sido (y siempre serán) devastadores. Que las teorías más férreas, los paradigmas más dogmáticos y las razones más inamovibles que soportan el mundo solo están basadas en la mentira, en la barbarie y, en última instancia, siempre en el dinero.
Y, sobre todo, Singer parece decirnos que la religión, el comunismo o el capitalismo, maldita sea, quizás no hayan servido para otra cosa que para hacer sufrir terriblemente a los hombres en cualquier parte del mundo.
Porque la sensación de decepción con la condición humana es casi una forma de estar en el mundo, pero mantener la esperanza de que todo cambie quizás sea, y más a partir de ahora, la única posible para seguir estando en él.