Veinte poemas de amor y una canción de desesperada es ese libro que algunos defienden como el más popular y recordado de Neruda y otros como el más ligero, el de menos trascendencia. Adjetivos, por otro lado, que no se excluyen entre ellos. Sí, es posible que sea el libro de Neruda más leído, y también puede que no sean sus mejores poemas. Pero no lo olvidemos, es un poemario escrito con tan solo diecinueve años y que para muchos forma parte hoy en día de su canon poético.
Neruda, empapado de toda la corriente nueva del arte del momento con acento francés, aparece en una tierra lejana para demostrar la universalidad del lenguaje. Desde Latinoamérica, surge su voz con ganas de seguir la estela surrealista que ya ha empezado en Europa. Eso sí, sin que nunca se pudiera afirmar – ni todavía en nuestros días – que él hubiese formado parte de ello. Con el uso magistral de los adjetivos – recuerdo una frase de la época, no sé si de Neruda, que afirmaba algo así como «el adjetivo, cuando no da vida, mata» -, el chileno ofrece veinte poemas de amor más uno final, el único con título: Canción desesperada. No podemos hablar aquí de manera global de la forma poética que caracterizará a Neruda, ni tampoco de la sacudida personal que sufrirá tras vivir las guerras – sobre todo la Guerra Civil Española –, o de las experiencias tan impactantes que serán para él sus explosivas relaciones sentimentales. Neruda es aquí todavía un niño pero ya con importantes destellos de grandeza.
En esta edición, a cargo de Navona y enmarcado en su colección Los ineludibles, nos ponemos delante de una cubierta amarilla con letras en color verde y unas páginas que desprenden un olor inevitable; todo ello encabezado por el prólogo del escritor colombiano William Ospina. Los poemas, sin título, van precedidos por una página en verde con el primer verso en letras grandes. Y ya metidos en el libro, nos encontramos con la investigación que hace Neruda de su amor, de sus sentimientos, de su experiencia pasional. Ya desde sus inicios vemos sobrevolar esa nube negra que siempre acompaña a sus poemas – recomiendo, si no lo habéis leído todavía, el poema Walking around, uno de mis poemas favoritos – y que provocará aquellas famosas «lentas lágrimas sucias». Todo eso ya está aquí pero pintado con el amor de un joven prendido por la que sería el prototipo de su musa ideal, Albertina Azócar. Neruda prende en este poemario la mecha del intenso camino amoroso que será su vida. En sus poemas no vemos el amor como algo que llega, se establece y queda. En Neruda, el amor es lucha y nunca calma, es una batalla sin final en la que el amante está obligado a luchar. Con heridas que son lágrimas enquistadas y con la mirada triste de quien se sabe triste se nos muestra el Neruda que busca hacer sentir más que contar, que nos demuestra la afirmación de Ospina en el prólogo cuando dice que «la sed, el ansia, la indecisión, que parecen los obstáculos que le impiden vivir, son en realidad la materia que está hecho».
Dice también Ospina que «solo un poema de amor es capaz de hacernos sentir que no hay soledad más sola que la del que ama». Y quizás por eso es posible decir que este es el libro más leído y más popular de Neruda, porque al fin y al cabo ¿quién no ama en esta vida? O mejor todavía, y como canta Carlos Goñi en El peligro: «¿Pero aquí quién no es cobarde por amor?»