Reseña de “Y por esto el príncipe no reinó”, de Óscar M. Prieto
Me animo a leer este libro, Y por esto el príncipe no reinó, porque siempre he acertado con las lecturas de Óscar M. Prieto. Un autor al que libro a libro he visto crecer, sumar, o como en este que ahora les traigo, multiplicar y multiplicarse.
“Solo los humanos damos nombres. Nos hemos convencido del poder de nombrar. Nos engañamos. Poner un nombre a cada realidad es una necesidad. Una debilidad. Necesitamos poner nombres para no perdernos…”, y así es como nos adentramos en esta historia que es mucho más que historia. Porque el autor de lo que me ha hablado a mí ha sido de las grandes pasiones de la vida.
Lo interesante, además, en este caso es que partimos de un hecho histórico como fue el nacimiento de Atanagildo, pero no crean que va a ser necesario que conozcan ustedes ni a los reyes godos ni mucho menos a los visigodos, que son de los que va, ya que hablamos de uno de los descendientes de Leovigildo, y seguro que ese ya les va sonando, ¿verdad?
Vale, pues ya saben en qué tiempo y lugar nos movemos. Pero la realidad es que también nos moveremos por el espacio infinito ya que el autor pondrá el arte de la transmisión oral de mitos y leyendas en boca del esclavo que cuida de la educación del pequeño príncipe, y es por eso que iremos viajando por ellos y entre ellos, entrando y saliendo de un tiempo a otro.
Una novela bella, no solo en la forma sino también en el fondo, tan cuidada que no es de extrañar que sea precisamente Julio Llamazares, que desde el principio de la andadura literaria de este autor ha apoyado todas y cada una de sus estupendas obras, quien en la contraportada del libro nos diga, que “… el autor nos ofrece una reflexión sobre las pasiones y los anhelos del hombre de hoy…”, y no puedo estar más de acuerdo con él. Pone en boca de los diversos personajes reflexiones sobre el poder y los poderosos, los políticos y la política, sobre la posición que cada uno tenemos en el mundo y la capacidad que tenemos de adaptarnos… Julio Llamazares y La lluvia amarilla…, solo alguien como él podía entender tan bien la importancia que tiene darle una forma bella a la profundidad del pensamiento humano.
Me han sobrecogido la manera de narrar determinadas historias de Ovidio contadas a un niño, pero también me ha hecho pensar en que contamos a nuestros hijos cuentos sin profundizar luego con ellos en el trasfondo de lo que les hemos estado contando o leyendo. Así que, como hacían con Irene Vallejo, y como seguro hace el propio autor con su hijo, no pasa nada por leer a nuestros hijos los clásicos y las historias más increíbles de los reyes del Olimpo, parece que eso siempre suma, pues la narrativa de Óscar M. Prieto no es fácil pero les aseguro que es absolutamente maravillosa para quienes disfrutan de la literatura.
Utilizar a un esclavo para que diserte sobre las ventajas y desventajas de la libertad es realmente interesante, así como utilizar a los reyes para explicar las ansias de poder o o el porqué de la necesidad de expansión de un estado.
Y por esto el príncipe no reinó, una novela que me ha hablado sobre el sentido de la vida, y el libro me ha durado mucho más de lo que pensé cuando lo tuve en mis manos y vi que tenía 265 páginas, que como ya imaginarán han quedado subrayadas, algunas frases incluso con fosforito, notas al margen para recordar, y, aun cuando hoy les estoy hablando de él, sé que volveré a leerlo, sé que probablemente lo regalaré más de una vez a aquellos amigos que aman la literatura por encima de casi todas las cosas.