Ya estamos en esos últimos días del verano que van dando paso al otoño, esa estación tan propicia a la lectura y escritura de poesía, cuando la luz se va apagando y aparece el chisporroteo del hogar. La poesía, para mí es manta, frío y fuego; tiempo de espera, esperar otra vez la primavera. Espera útil, espera en la que, como hace Flavia Company, te transformas y creces.
Flavia es agradecida. Este poemario está dedicado a HARU, la protagonista que da título a su último libro, ese tan especial en contenido y edición del que no hace mucho ya les comenté. Pero el libro también está dedicado a Inma, su esposa, y no dudo que mucha de la filosofía de Haru la haya encontrado, probablemente, en ella. Porque es posible que para encontrarnos a nosotros mismos debamos vernos a través de los ojos transparentes de otras personas que nos han aceptado, valorado y querido tal como somos.
Yo significo algo, me ha parecido un inmenso y personal poema en el que Flavia nos ofrece el viaje de su vida, dese su necesidad de la palabra
“La palabra no sabe
antes que yo comprenda
ni veo yo nada antes que ella
me encuentre. Es un pacto… “
Palabras que precisa para llegar a ella misma, llegar a dibujarse una y otra vez hasta verse tal como es. La paciencia de contemplar la belleza y la fuerza del mar hasta sentirse ola, o no, sentirse un mar entero, ser … Y darse sin poseer.
La autora es generosa, abierta, sutil, desesperada en su lucha contra el inmovilismo: Avanzar, renacer…
“… Hay que corromperse
para renacer,
lo llaman tocar fondo, no quedarse
entonces en la superficie
de lo que ve, …”
Hubo una persona en mi vida que me enseñó la diferencia entre ser algo y ser alguien, eso lo aprendí y me acompaña en mi camino, la diferencia de la exposición poética de Flavia es que ella ha llegado al significado, y lo plantea desde la esencia de la palabra
“Yo, que significo algo,
todavía no sé qué, aunque
al barrer descubro
hebras, cáscaras, cenizas, pelos,
encuentro cartones,
alambres, resortes que saltan,…”
Un poemario sincero, relativamente fácil de interpretar si has leído algo de la obra de la autora.
¿¡Interpretar, Susana! Pues no me has dicho mil veces que disfrute de la poesía y de su belleza?
¡Claro! Y lo sigo pensando y diciendo, y es por ello que nadie debe tener miedo de enfrentarse con un poemario ¡Hay tantas formas de disfrutar de él! Pero como yo siempre insisto, el poema ha de ser comunicación y la poeta en esta ocasión transmite, comunica, cuenta, narra… nos ofrece su vida y sentimientos con la belleza que exige el poema.
Leer este poema es acercarse a la poeta para conocerla o “reconocerla” en su lucha por significar algo. Porque todos y todas en definitiva queremos descubrirnos en nuestro particular viaje por la vida. Saber qué significas antes de llegar al final, te deja afrontar el futuro con mayor capacidad para ser feliz, y estar en paz con el destino allá donde te lleve.
Todos somos alguien, ¿no?, y también algo, aunque descubrir qué alguien somos es más difícil. Fiarnos de quienes nos conoce bien y nos acepta es una opción, pero sólo si salimos bien parados, (broma mala, jajaja).
En realidad, lo que más nos define son nuestros actos, y a veces, ni siquiera estos, sino la intención con la que actuamos, y esto es algo que sólo sabemos nosotros mismos, y ni siquiera aquí muchas veces somos conscientes, tan fácilmente nos engañamos, jeje, los demás sólo pueden especular porqué actuamos como actuamos.
Me voy con tu poemario, que tan buena sensación has conseguido dejarme por segunda vez.
Para hablar de uno mismo, de nuestros momentos de búsqueda y encuentros, de sentimientos … Qué mejor que la poesía? Es curiosa la trasformación que he ido viendo en esta autora. Y los cambios cuando son para bien, nos hacen crecer, porque encontrarnos siempre es crecer
Un besico, amiga!!