Reseña del libro “Zombicienta”, de Joseph Coelho
Hace poco le pregunté a la hija de mi prima, que tiene ocho años, si le gustaban los cuentos de princesas. ¿Imagináis su respuesta? Yo me eché a reír cuando me dijo que no, que prefería los cuentos de miedo.
Pero para qué negarlo, yo también fui una niña que disfrutaba de las brujas, de los lobos, de los vampiros y de la oscuridad de los bosques tenebrosos. Solo que quizás estaba peor visto o se consideraba más raro en los años 80 que en el siglo XXI.
El caso es que a los niños de hoy en día, al igual que nos pasaba a muchos hace veinte o treinta años, les llama más la atención una historia embrujada, con sustos, con telarañas y murciélagos, que la típica y clásica historia de princesa en apuros que espera ser salvada por un apuesto príncipe.
Por eso mismo, el libro del que hoy vengo a hablaros creo que es ideal y va a sorprender y a contentar tanto a mayores como a pequeños. Su título lo dice todo: Zombicienta. Espeluznante, ¿a que sí?
Yo no me pude resistir a hacerme con un ejemplar. Creedme cuando os digo que lo vais a disfrutar muchísimo, ya que tanto por dentro como por fuera esta nueva versión reinventada de La Cenicienta es una delicia para los que necesitamos un soplo de aire fresco con respecto a los cuentos de toda la vida.
Sin duda, Joseph Coelho, poeta y dramaturgo, ha dado en el clavo al presentarnos a esta protagonista tan diferente de aquella a la que estamos acostumbrados. Aquí nos encontramos, como bien dice ese bibliotecario perfecto narrador, con un cuento podrido, putrefacto, por el que ha pasado el tiempo, y el tiempo hace mella hasta en las historias bien guardadas. El tiempo las estropea, caen en el olvido y sus personajes se transforman en otras criaturas.
Es cierto. Eso es así, y este libro nos lo dice bien claro: el tiempo no perdona y todos seremos sus víctimas. Niños y mayores debemos comprenderlo y aceptarlo. Y lo mejor es que el autor decide convertir esos cuentos clásicos en otros muy distintos, como es el caso de Zombicienta.
La historia es muy similar a la que conocemos, sí, pero, ¿qué pasaría si limpiando la casa, Cenicienta se cayera por las escaleras y… se matase? Ahí no queda la cosa. El hada madrina sería el hada de la Muerte y te concedería el deseo de asistir al baile como un zombi. Pero, ¿y si el príncipe fuese un vampiro? ¿Podrían un vampiro y una zombi enamorarse?
¿Qué? ¿No os resulta fascinante y tremendamente original? Además es que el autor consigue que esta lectura sea muy amena gracias a las rimas que encontramos en cada página. Risas aseguradas, rimas divertidas, palabras feas y malsonantes, pero cantarinas y desternillantes.
Incluso algo que quiero recalcar es la importancia que Joseph Coelho da a algunas palabras en el libro. Lo hace de una forma muy especial y llamativa, dándoles énfasis y dedicándoles hasta dos páginas enteras para que cuando pasemos una hoja, nuestro corazón se encoja y palpite de miedo y de emoción. Así nos sorprende con la palabra entre exclamaciones, rodeada de tétricas, grises e ideales ilustraciones que acompañan al significado que esa palabra tiene en la historia y en ese contexto.
Y precisamente las ilustraciones de Freya Hartas juegan un papel muy importante en el cuento. Lo dicen todo y encajan a la perfección con el texto rimado del autor. Alargadas, huesudas y con gran expresividad en las miradas, sobre todo en la de nuestra joven zombi que solo busca un final feliz a pesar de la desgracia que le toca vivir antes y después de muerta.
En conclusión, la historia de Zombicienta no es simplemente una versión de La Cenicienta en una faceta zombi sin más. Este primer volumen de la colección Cuentos de hadas estropeados invita a reflexionar sobre la vida, la muerte, el amor y la felicidad. Nos viene a decir que da igual si somos distintos, muertos, vivos, vampiros o devoradores de cerebros. Todos queremos ser felices y encontrar la horma de nuestro zapato —nunca mejor dicho en este caso—, porque el amor es aquello que nos salvará, lo que nos traerá bondad, lo que hará que perdonemos a los que una vez nos hicieron daño. E incluso es posible que el amor pueda alguna vez devolvernos a la vida.