Amor, etcétera, de Julian Barnes
Dos amigos. Dos buenos amigos. El uno previsible y simplón. El otro brillante y errático. Una mujer normal que se casa con el simplón. Y el resultado previsible: la fidelidad brilla por su ausencia, y la chica normal opta por tomar un rumbo más… errático. Así era como se desarrollaba “Hablando del asunto“, libro que reseñé aquí hace unos meses y precuela del libro que hoy os comento.
Supongo que tenía que leer este libro. Ya sabes. No es que tuviese especial interés o que me lo hubiesen recomendado encarecidamente, pero creo que era un trámite que tenía que pasar. O seamos más sinceros. Creo que tenía cierta curiosidad (con un alto componente cotilla) por asomarme a la vida de los personajes diez años más tarde. Así que me puse manos a la obra y con más pena que gloria, conseguí terminar “Amor, etcétera” y entonar así el mantra que cerrase el círculo.
Como comentaba más arriba, han pasado diez años, y Julian Barnes juega a imaginar qué ha ocurrido con la vida de cada uno de los personajes de la primera novela. Stuart (el simplón) se ha convertido en un empresario de provecho, Oliver (el brillante) ha pasado a ser un madurito cuyos chistes ya no son tan graciosos, y Gillian… bueno. Creo que Gillian sigue igual. Hasta aquí el nuevo escenario que nos propone el libro. Y partir de aquí.. veamos qué nos ofrece el autor.
He de decir que necesité de toda mi atención y concentración para terminar cada página de este libro. La redacción es compleja y un tanto pesada, en cierto modo evolucionando como lo han hecho sus personajes, que siempre hablan en primera persona. Así, Stuart ha evolucionado mostrando una prosa más interesante y arrolladora, pero poco a poco se diluye hasta volver a su simplicidad. Por su parte, la prosa que en el primer libro hacía tan especial a Oliver, se vuelve tan insoportable por cadenciosa y enrevesada, que pierde gran parte de su encanto. Creo que es suficiente con un par de palabras como plutócrato o epítome y alguna expresión como “huir del miasma narcoléptico que rodeaba las patas de la mesa“.
Cuando esto abunda, se convierte en insoportable. Y hasta aquí lo malo, que se puede resumir en que es un libro difícil de leer.
Pero vayamos con lo bueno.
Julian Barnes tiene el talento de describir ciertas situaciones con un estilo muy personal, y que a mí personalmente me encanta. Recuerdo por ejemplo a Gillian, echando la vista atrás hacia su adolescencia. Una tarde trae al novio a casa, y se encuentra a su madre con su nueva conquista: “… ella pensaba que yo era demasiado joven para el sexo y yo pensaba que ella era demasiado vieja para eso“. O a la misma Gillian describiendo su vida sexual tras años de casados: “…nuestra vida sexual es… Amistosa. ¿entiendes lo que quiero decir? Si, ya veo que lo entiendes“. Pues eso. Hay ciertas plumas que hurgan en las llagas con facilidad. Bendito Barnes…
Además, el autor nos deleita con algunos capítulos en los que se reflexiona con brillantez sobre cotidianidades. Sobre el deseo (de querer, no sexual), sobre el sexo, sobre… mil cosas. Barnes se mete en la piel de cada personaje y pone voz a sus pensamientos, consiguiendo así varios puntos de vista sobre cada uno de esos temas. Cada cual más acertado (¿o no?) que el anterior. Y en general, un ejercicio curioso y gratificante para el lector.
Y entre ejercicio y reflexión, nos enteraremos de los trapos sucios de Miss Walt, la madre de Gillian. Nos sorprenderemos con Elli, la joven compañera de Gillian, y sus devaneos con Stuart, el antiguo marido pusilánime. Y disfrutaremos del placer de los celos ajenos, puestos en el pellejo de Oliver.
Me quedo con un sabor agridulce. Esperaba una novela, y supongo que me he encontrado con la vida misma: los personajes crecen; las personas, a veces, se degradan.
Francisco Sánchez Cid (Twitter: @LightMyWay78)
pues nada, que si para terminarlo has vivido más penas que glorias, me abstengo de momento de leerlo. Esta reseña me ayuda porque entonces, puedo dedicar mi atención a otros libros más interesantes. Y me haría falta leer la primera parte 😉
¡Hola Ale!
Realmente la primera parte merece la pena. Es un gran libro que no te vas a arrepentir de leer.
Sin embargo, este segundo lo encuentro prescindible. Por supuesto que tiene elementos de calidad, pero no está a la altura del primero.
En cualquier caso, quizás otro lector esté en total desacuerdo conmigo… cualquier comentario discordante será más que bienvenido 😉
entonces, me leeré la primera parte, que dices que vale la pena 😉 y yo te creo así que ya te contaré cuando la lea. Al fin que si quiero saber que pasó con los personajes me leo de nuevo esta entrada jeje
un abrazo