Cincuenta sombras más oscuras, de E. L. James
Liza Minelli, en ese gran clásico musical que es Cabaret, cantaba que el dinero hace girar al mundo. Y, aunque sigue siendo cierto, la frase con el paso del tiempo se ha quedado corta. No sólo el dinero hace girar al mundo. En estos momentos, lo hace otra cosa: el sexo. La novela erótica siempre había sido un género denostado, puesto en entredicho por los más conservadores, con ciertas reticencias por gente más liberal (todavía recuerdo a un conocido que me dijo que últimamente las novelas eróticas se parecen más a películas de Disney) y repudiadas por el público más culto en materia literaria. No seré yo quien se queje de este género, por varios motivos. El primero, cubre un hueco que muchas veces se olvida: el de nuestras fantasías; en segundo, hace pasar un buen rato, aunque sea sólo pequeño, y tercero, no deja de acercar la literatura a personas que antes la rechazaban. “Cincuenta sombras más oscuras” ha conseguido despertar el ansia de millones de lectores, y aquí, encontraréis algunas de sus claves.
Anastasia Steele no puede vivir sin Christian Grey. Su magnetismo, su autoridad, sus órdenes. Todo le cautiva. Cuando vuelven a encontrarse, cuando el juego vuelve a ponerse en marcha, los dos descubrirán que puede ser demasiado peligroso. Y es que, todos tenemos un pasado que queremos olvidar, pero que se empeña en salir a la luz a toda costa.
Vayamos por partes. ¿Qué nos ofrece “Cincuenta sombras más oscuras”? La respuesta es sencilla: más Christian Grey por los cuatro costados. Con eso ya lo digo todo. A pesar de que para algunos escandaliza la trama que encierran las páginas que E. L. James ha producido de su puño y letra, cabe hacerle una especial mención ya que, para bien o para mal, hemos descubierto, en algún momento de sus pasajes, que nuestras fantasías sexuales pueden hacerse realidad. Sigo pensando, después de leer esta segunda parte, que muchas de las críticas que se producen a raíz de los pasajes de sexo explícito que aparecen en la novela, vienen de la mano de mentes arraigadas en un pasado caduco. Pero vuelvo a la pregunta de antes: ¿qué nos ofrece “Cincuenta sombras más oscuras”? Por continuar con los símiles cinematográficos: un taquillazo palomitero de los que hacen historia. ¿Es esa una cuestión para la crítica? Puede achacársele ciertos altos y bajos en la trama, puede que las personas que lean este reseña piensen que estoy ensalzando algo que no tiene ningún valor, pero, ¿es eso cierto? Nada más lejos. E. L. James sabe perfectamente lo que ha escrito, lo sabe y está orgullosa de ello, porque realmente tiene derecho a estarlo. No sólo ha conseguido que un público como el femenino pueda sentirse identificado en sus libros (me niego a denominarlo “porno para mamás” por lo peyorativo que suena) sino que ha logrado crear un personaje como el de Christian Grey que, sin saber muy por qué, te apetece llevarte a casa aunque sea solamente para pasar una noche de pasión sin medida. Todos sabemos que crear a un personaje carismático es verdaderamente difícil en estos tiempos en los que las novelas se editan por miles y muchas pasan sin pena ni gloria. Entonces, ¿qué ha hecho a “Cincuenta sombras más oscuras” tan especial? Lo que decía al principio: el sexo también mueve al mundo, aunque lo hace desde la posición de ser un tema tabú, algo prohibido.
Leyendo por internet algunas reseñas antes de tener el libro entre manos, me ha sorprendido ver la ferviente campaña en contra. No se trata de un clásico, todos lo sabemos. Se trata de una serie que E. L. James ha escrito para que nos divirtamos, para que aprendamos y, por qué no decirlo, ampliemos nuestro campo sexual.
¿Y si un libro abre determinadas puertas cerradas en el mundo editorial de hoy en día, si consigue convertir un tabú en algo de lo que hablar con normalidad, no debería ser eso motivo de satisfacción?
La verdad es que el segundo libro no lo he leído todavía, pero el primero me pareció bastante mierda. Sí, exacto, lo que he dicho.
No estoy en contra de la literatura erótica, para nada. Pero sí estoy en contra de los libros malos (como Cincuenta Sombras de Grey), porque está muy mal escrito (para empezar, la autora no diferencia entre conciencia y subconsciente, y se repite muchísimo, parece que no conoce las metáforas o el fantástico mundo de los sinónimos), y que encima transmiten una mentalidad retrógrada. No digo el sadomasoquismo, sino como trata Grey a Anastasia fuera del sexo, con la punta del zapato y ordenándole todo el rato, es un controlador obsesivo y eso es lo que está mal, no el que le guste el sado. Y a ella al principio en verdad no le gusta, pero decide pasar por el aro porque el chaval está bueno y tiene pasta y “le quiere”. Luego tampoco me creo que una tía que esté tan buena como Anastasia resulte que no ha tocado a un tío en su vida y que tiene la moral por los suelos. Sí, claro.
Y en el primero libro, de sadomasoquismo poco. Dar cachetes con el culo y atar con una corbata no es que sea sadomasoquismo puro y duro…
Pero bueno, sigo sin entender porqué a la gente le gusta el libro ni porqué quieren un Grey en su vida cuando yo pondría kilómetros de distancia entre él y yo.