13´99 euros, de Frédéric Beigbeder
La novela que arranca la ropa al mundo de la publicidad. Así definiría este libro siguiendo la sintaxis utilizada por el narrador, plagada de aforismos acordes con su condición de creativo publicitario. Y digo que le arranca la ropa porque Frédéric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 1965) no le quita el vestido con delicadeza e ironía, sino que rasga la tela, frase a frase, hasta dejar al oficio –a una parte de él- en la más sátira de las desnudeces.
Cuenta la leyenda que Beigbeder (no confundir con Bilderberg, el famoso club de poderosos adinerados que supuestamente comanda el planeta) trabajó en una agencia de publicidad (esto parece cierto) y que un día, cansado, hastiado, rabioso, decidió escribir un libro que mostrara sin escrúpulos el mundo publicitario con un objetivo: que le despidiesen. Y eso es lo que hace Octave Parango, el narrador y protagonista de la novela, evidente alter ego del autor.
La primera frase ya es contundente: Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo. Y el ritmo no decae después: Vuestro sufrimiento estimula el comercio… Para crear necesidades resulta imprescindible fomentar la envidia, el dolor, la insaciabilidad… ¿Sentís un impulso de protesta? Millones de parados esperan para ocupar vuestro lugar, protestad tanto como queráis… Y hay muchas más. Beigbeder utiliza un narrador ácido, provocador, insolente, tono que casa a la perfección con el bucle de drogas, sexo y violencia al que se somete voluntariamente a lo largo de la novela. Y también con la imagen del mundo publicitario que el autor quiso transmitir, cuentan que animado por Michael Houllebecq, compatriota suyo, también provocador nato.
La estructura, original pero que pierde algo de fuerza a medida que avanzan las páginas, se divide en seis partes, cada una de ellas narrada desde un pronombre distinto: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, e incluye anuncios publicitarios (ficticios) en medio de cada capítulo. Si algo se le puede achacar al autor es cierta demagogia que aflora en ocasiones. No cabe duda de que se trata de un punto de vista. En la publicidad, como en cualquier oficio, habrá de todo, incluida gente como la que recorre las páginas del libro, todos ellos fagocitados por esa estructura multipersonal que logra causar una sensación de amenaza global: la publicidad como un ente devorador de identidades plurales. La publicidad -y los medios- como una enorme simulación que todos confundimos con la realidad.
Mientras leía la historia de Octave, un tipo desquiciado, provocador, irreverente, me preguntaba -no se puede evitar, ya verán- si lo que se cuenta en el libro será real. Hablamos de una novela, de ficción, pero se trata de una novela declaradamente autobiográfica (aunque esto puede que no sea más que una estrategia publicitaria, no lo olvidemos), una novela -ficticia- que se vende como la venganza -real- de un publicista contra la profesión que lo corrompió. Sabemos que en una ficción es indeferente -debiera serlo- el grado de invención y de realidad para valorarla y sacarle un provecho, y sabemos también el peligro que conlleva este tipo de transmutaciones en ciertas ocasiones. Pero Beigbeder nos cuenta determinadas cosas que, de ser ciertas, son muy inquietantes. No desvelaré nada, pero advierto de que ciertas frases pueden herir la sensibilidad del lector más crédulo y realista. Una pregunta a modo de ejemplo: ¿De verdad creemos que no existe un material que impida los pinchazos en las ruedas de nuestros coches, causa de tantas muertes por accidente? Inquietante, ya digo. Y ese es, en mi opinión, uno de los requisitos de todo buen libro: que no se limite a acariciar la espalda del lector, que provoque una serie de emociones o pensamientos. Estimulante antes que lenitivo.
Nota: se recomienda consumir esta ficción antes, durante o después del libro de José Antonio Marina, Las arquitecturas del deseo, reseñado aquí recientemente y perfecto complemento ensayístico para conocer los caminos (manipulados) que siguen nuestros deseos.
Leo Mares
Muy buena reseña, me dan muchas ganas de leer este libro. Y tendré en cuenta tu nota.
Saludos!!
este libro esta muy bien para que veamos el mundo de la publicidad, aunque personalmente creo que a veces se le va un poco de madre y se pone un pelín desagradable. Pero sólo por lo que nos muestra de la cara oculta de la publicidad, merece la pena leerlo.
os dejo algunas frases del libro: “en mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume”, “yo soy el que hace que desees lo que no necesitas”.
Mmm qué buena pinta, pero sí, es verdad hay veces que no sabes si prefieres no enterarte de todos los tejemanejes con los que personas ajenas manejan tu vida o si saberlo y desesperarte por no poder hacer nada por cambiarlo…
Realmente me despertó la curiosidad este libro!
Jeje, suena muy tentador eso de escribir un libro para ironizar sin escrúpulos con la profesión a la que te dedicas…
Bromas a parte, y como comentario a tu nota final, ambas reseñas han despertado conjuntamente mi curiosidad porque es un tema en el que he venido pensando últimamente.
Un saludo!
No iba a leer este libro, amigo Leo. No lo iba a leer.
Pero apareció el ejemplo en forma de pregunta y ese “iba” cambió por “voy” o al menos por “más tarde o más temprano voy” a leerlo.
Interesante, aunque, como me pasó con el libro del grupo cuyo nombre es similar al del autor del libro que nos reseñas, me da la sensación de que me dejará mal cuerpo, esa sensación de “no manejamos este mundo” o “no sabemos nada”
Pero también, que cambiante es este que te firma, me tienta sentir esas sensaciones que te hacen sentir mas sabio pero más triste.
Saludos!
Pd: creo que el libro tiene una tapa muy lllamativa para quienes vamos a comprar un libro.