En realidad soy bastante reacia a las magníficas recomendaciones que suelen venir en las fajas o en las contraportadas de los libros. Después de tantos años leyendo y escribiendo reseñas, he aprendido que no son muy de fiar. No deja de ser una forma más de llamar nuestra atención y vendernos el libro y pocas veces, en muy contadas ocasiones, estoy de acuerdo con lo que del libro en cuestión se dice. Sin embargo, decidí leer 27 maneras de enamorarse por dos razones de peso que aparecen en la contraportada. La primera es la recomendación de Eloy Tizón, quien me merece un respeto literario bastante alto y de quien sé que me puedo fiar sin ninguna duda. El segundo motivo fueron las palabras de Luciano Lamberi: “más cerca del Cortázar de Cronopios y famas que de cualquier cosa que se esté escribiendo hoy”. Esta comparación con Cortázar, o esta cercanía, llamó mi atención. Ya sabéis que yo al enormísimo cronopio le quiero mucho y me dio bastante curiosidad el poder comprobar qué había de cierto en la afirmación anterior.
Santiago Craig es un escritor porteño, principalmente enfocado en los relatos y en la poesía. Cualquier poeta que se salga del género de la poesía me interesa mucho, pues me gusta encontrar esa parte lírica en textos más narrativos o en relatos. Aunque no sé si con Santiago Craig sucede al vesre, la verdad. No sé si fue primero la gallina o el huevo, el poeta o el narrador. En cualquier caso, sí que se deja ver, con una maravillosa lucidez, el lado poético de Craig en este libro de relatos. Desde su estructura, hasta el lenguaje que usa y los temas que trata son, claramente, poesía y eso, como os decía, me hace bastante feliz.
No sabía qué esperarme de 27 maneras de enamorarse. No tenía ninguna referencia más allá de la propia intuición y esas ganas de leerlo que encontré al leer la contraportada. No conocía a Santiago Craig. No sabía que un cronopio había escrito un libro de relatos sobre cronopios. Me ocurre siempre que no sé bien cómo hablar de los libros de relatos, puesto que no sé cómo expresar todo lo que pueden llegar a transmitir cada uno de ellos. Así que, hablaré de un todo: este libro de relatos es un todo maravilloso. Un libro que se lee casi sin darse cuenta, que se disfruta y se saborea, que te conmueve y te zarandea. Algunos de los relatos que aquí se recogen me han gustado muchísimo. Confieso que los he leído varias veces y que cada vez me han gustado más.
Lo mejor de todo, sin duda, es haber conocido a Craig a través de sus relatos, intuir a este cronopio y al enorme en estas páginas, encontrarse, sin que uno lo espere, con este oasis. Quizás esta sea otra manera de enamorarse. Numero 28: enamorarse, casi a ciegas, de un libro.