Dicen que ver a alguien leyendo un libro que nos gusta es ver un libro recomendándonos a esa persona. Y supongo que todos vosotros, lectores asiduos de Libros y Literatura, habéis sentido alguna vez esa complicidad inmediata que surge entre dos apasionados de los libros, cuando una conversación casual desemboca en un sinfín de recomendaciones literarias.
Algo así le pasó a Helene Hanff, la autora de 84, Charing Cross Road. Allá por el año 1949, Helene Hanff era una escritora pobre y una lectora que sentía predilección por los libros antiguos. Pero en Nueva York no encontraba ediciones que su bolsillo se pudiera permitir y, en las librerías de segunda mano, el estado de los ejemplares dejaba mucho que desear. Así que acabó escribiendo una carta a Marks & Co., una librería londinense especializada en libros agotados, ubicada en el número 84 de Charing Cross Road, de Londres. El solícito servicio de Frank Doel, el empleado que se encargaba de contestar las cartas de Marks & Co., hizo que esa misiva puntual llegara a ser una correspondencia ininterrumpida durante más de veinte años, y el desparpajo de ella la convirtió, sin ninguna duda, en la clienta favorita de todos sus libreros.
84, Charing Cross Road no es ninguna novela, solo una recopilación de las cartas que Helene Hanff se envió con los dependientes de la librería de Londres. Pero es considerado un libro de culto, incluso adaptado al cine y al teatro, porque es una maravilla que ningún lector debería perderse. ¿Cómo no conectar con sus protagonistas? las divertidas pullas de Helene a Frank para poner a prueba su reserva británica; las cartas inesperadas de Cecil Farr, otra de las empleadas de la librería, que quiere saber más sobre esa selecta clienta a distancia; las contestaciones de la mujer de Frank y hasta de la vecina de arriba, que también han cogido cariño a esa neoyorquina que les envía conservas en esos momentos en los que sufren el racionamiento derivado de la Segunda Guerra Mundial… Y es que, como si nada, la solicitud de libros da paso a la vida, a compartir esas pequeñas confidencias y novedades diarias. Y los lectores nos alegramos con cada progreso laboral de Helen Hanff, porque deseamos tanto como ella que por fin pueda viajar para conocer a esos amigos que viven al otro lado del océano.
Esta historia real de pasión por los libros y de amistad que supera las barreras de la distancia y del tiempo es tan sencilla como entrañable, y se gana el corazón de los lectores por derecho propio, sin necesidad de rellenar con ficción ni de recurrir a artificios. Por eso, aunque en estos tiempos sea posible comprar cualquier libro con un solo golpe de clic y saber cómo les va a nuestros amigos casi en directo, a cualquiera de nosotros nos gustaría vivir esas emocionantes esperas de Helene Hanff.
Qué suerte tuvieron estas personas de que su vidas se unieran a pesar de la distancia. Y todo gracias a los libros, capaces de crear las amistades más insólitas e imperecederas.
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