A cuántos hay que matar

A cuántos hay que matar, de Reynaldo Sietecase

A cuantos hay que matar

Miles de velas alumbraban la noche de Buenos Aires. Una imagen que recuerdo, en el 2004. Miles de personas reunidas frente al Congreso, mientras este hombre que se había convertido de repente en una figura de peso en el reclamo por la inseguridad en la Argentina, sostenía las hojas que pedían un cambio en las leyes del país. Detrás de él, quienes lo acompañaban lucían una remera con la foto de su hijo Axel, fallecido luego de haber sido secuestrado. Lo recordé, a medida que avanzaba por las páginas de A cuántos hay que matar. El paralelismo que el autor, Reynaldo Sietecase, había establecido entre la ficción, se cruzó con aquella realidad que culminó con esa marcha multitudinaria que me puso la piel de gallina.

Esta es la historia de una venganza, de miedo, de desesperación y de una situación que los argentinos enfrentamos día a día. Es la consecuencia de la inseguridad y es el proceso que estremece a cualquiera de sólo pensarlo: el secuestro de una persona.

Federico Bauer es un empresario que se enfrenta a un abogado que se limita a una pregunta: “¿A cuántos hay que matar?”. Es el precio que está dispuesto a pagar por la sed de venganza. Su hijo Alejandro fue secuestrado y luego, asesinado. En una narración que comienza con el acuerdo para hacer justicia con mano propia, los sucesos se van dando cronológicamente.

La introducción al pasado de los secuestradores, el plan del secuestro, la acción en sí, el llamado a los padres, la investigación policial, los pensamientos de Alejandro mientras se halla encerrado en una habitación esperando por la vida o la muerte.  Rápido, inquietante y desesperante. Así nos grafica la situación.

Es un retrato de la percepción social que hoy brota en la sociedad argentina ante situaciones similares. Día a día, nuestros periódicos se llenan con relatos escalofriantes donde en un segundo te arrebatan la vida. A cuántos hay que matar refuerza ese sentimiento extremo que lleva a un padre a contratar a un asesino a sueldo para curar en parte la herida que le provocaron a él.

El autor me provocaba cierto recelo, no confiaba en que iba a satisfacerme del todo. Me equivoqué. La historia me captó y pensé que no me iba a permitir establecer mi propio juicio porque su pensamiento iba a estar bien marcado. De nuevo, me equivoqué. Quizás lo único que habría que mencionar es la similitud con el caso Blumberg, en el año 2004. Está claro que hay cierta inspiración aunque Sietecase supo ponerle condimentos para terminar de contextualizar una historia terrible en sí.

Muchas conclusiones se podrían sacar al respecto. Muchas posturas y polémicas despiertan estas temáticas que todos los días nos invaden con la misma pregunta. El último capítulo resume el sentimiento que queda después de la tragedia. Lo concluye y la pregunta “¿A cuántos hay que matar?” No se disuelve en el aire. Un escalofrío final, al hallar la respuesta personal, recorre el cuerpo.

Rosario Arán

4 comentarios en «A cuántos hay que matar»

  1. Esta es la situación que se convirtió en un flagelo para la Argentina y para otras regiones de Latinoamérica. No hay una sola causa ni una sola respuesta, pero siempre es interesante plantearse el tema desde un foco diferente. Estoy segura de cada persona percibe de maneras completamente diferentes.

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  2. Goizeder:
    Me alegro que te haya picado la curiosidad.
    Permite reflexionar mucho y quizás pensar si antes no se había juzgado de forma errónea.
    En parte, es lo que dice Georgina. Cada uno le encuentra una respuesta (si es que la hay) distinta, de acuerdo a las percepeciones personales.
    Pero muestra un sentimiento que está muy marcado en la sociedad argentina de estos días.
    Saludos!

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  3. Me encanto el libro a mi y obviamente uno directamente lo asocia al caso Blumberg tanto el personaje como Blumberg eran ingenieros; el chico Axel en la vida real; aca Alejandro; tenian 23 años los dos; vivian en la zona norte del conurbano y cuando habla de las repercusiones me hace recordar al final del caso Blumberg

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