Una vez más vengo para hablar de esta Colección Científicos que tanto me gusta y que tan imprescindible veo para tener a mano en cualquier centro educativo, colegios, IES, bibliotecas… Porque es imprescindible que nos acerquemos a la ciencia y a los científicos desde pequeños; pero ojo, que hablar a la chavalería de ciencia y de la vida de los científicos desde estos cómics de Colección Científicos es siempre interesante para todos, la primera como ven, para mí, que ya he sobrepasado la edad de ir a cualquiera de estos centros a no ser que me inviten a su Club de Lectura, salvada, naturalmente la biblioteca, de la que, como imaginarán suelo ser cliente habitual.
En esta ocasión le toca a Ada Lovelace, que casi me da, como siempre, un poco de rabia tener que hacer alusión a un hombre para que ustedes la reconozcan: Era hija de Lord Byron.
Pero el que Ada haya pasado a la historia de las grandes científicas es mérito no de su padre, que como pueden imaginar si conocen un poquito su vida, poco le importaba y poco se preocupó por algo más que por llevar una vida disipada, mujeres, alcohol, fiestas, y sí, naturalmente también su literatura y en especial sus poemas en los ratos libres 😉
Como les decía, el mérito de educar a Ada es de su madre Annabella Byron (Anabella Noel Milbanke), “malcasada con el susodicho, de hecho huyó con su hija cuando ésta contaba con tan solo un mes de vida. Anabella, que era de familia noble y adinerada, había recibido una excelente educación, y era una gran amante de las matemáticas y está claro que Ada heredó la genética materna en cuanto a su curiosidad y claridad mental para esta materia.
Ada Lovelace. La encantadora de números. Ese es el título completo de esta obra que Jordi Bayarri ha ilustrado y Dani Seijas ha puesto la historia y las palabras. Y hay un gran trabajo de cada uno de ellos que hace una obra muy interesante para presentarnos a esta matemática casi desconocida para los españoles. De la misma manera que desconocida es Mary Somerville, que fue la científica que introdujo a Ada y le presentó a colegas porque desde su inicio entiende que la ciencia hay que vivirla en comunidad, y ella era muy respetada por toda la comunidad científica… Pero hoy casi nadie habla ni conoce a esta mujer. MARY SOMERVILLE (1780-1872)
Mucho hablamos ahora sobre la importancia de los padres en la educación, y desde luego lo son, y es por ello que la madre de Ada hace que su hija se rodee, más allá de lo que ella misma sabe, de los más grandes e importantes profesores, sin olvidar que para ser científica debe rodearse de gente de todo tipo, gente de mente abierta intelectualmente, y a eso añadimos la eterna curiosidad de la propia Ada, y su afán y esfuerzo.
Pero Ada era una mujer de su tiempo, sometida a las presiones de su tiempo ¿Qué quiere decir esto? Pues que llegó el momento de casarse y de tener hijos, un parón que no tuvieron que hacer sus colegas. No obstante, llega un momento en que ella decide que quiere retomar sus estudios de matemáticas, y se encuentra con la ventaja de que su marido la anima para que así lo haga.
Hablamos de mujeres importantísimas para el devenir de la historia de la humanidad, pero mujeres que no han recibido el reconocimiento que se merecen. Por no hablar de lo importante que ha sido siempre el nivel social y económico de una mujer, y el apoyo incondicional de sus padres, al margen de no haber tener hijos varones a los que dar esta educación, para poder acceder a estos mundos tan masculinizados.
Es de agradecer que hoy salgan a la luz estas mujeres que deben ser reconocidas no solo por el mundo científico sino por toda la sociedad. Gracias a esta mujer que dio con el algoritmo que consiguió que la máquina creada por Babbage (¿este sí que les suena verdad?) Hiciera cálculos por sí misma dando paso a lo que podríamos denominar como el primer programa informático.
¿Imaginan que podría haber pasado si las mujeres siempre hubiesen podido acceder en igualdad de condiciones a la ciencia y el conocimiento? Yo estoy absolutamente segura de que el mundo hoy sería distinto.
Según los créditos de la obra, la historia y las palabras, así como el dibujo, son de Jordi Bayarri, como en todos los libros de la Colección Científicos. Lo que hace Dani Seijas es el color.