Reseña del cómic “Afro Samurai: Edición Completa”, de Takashi Okazaki
Si indagamos en el Japón feudal a través de nuestra cultura popular más inmediata da la sensación de que los únicos que podían seguir el camino del samurái eran hombres japoneses y de cierto estatus. Y en general así fue. Pero hay ciertas historias, algunas casi desconocidas, bellas anomalías, que son una pequeña nota a pie de página de la historia; una nota tan discordante como necesaria. Relatos que hablan de mujeres samurái o forjadoras de katanas, así como de gaijin que llegaron a aprender el manejo de la katana y fueron instruidos en el camino del bushido. Yasuke fue uno de ellos, tal vez el único. Un imponente africano que a mediados del siglo XVI causaría tal impresión al daimio Oda Nobunaga que acabaría convirtiéndose en su guardaespaldas. Una parte del manga Afro Samurai está basado en este personaje. Todo lo demás es una loca invención repleta de todos esos elementos que hacen única la cultura urbana del hip hop. A todo esto hay que añadirle todos esos anacronismos que poco poco van apareciendo para conformar una historia de venganza donde el Japón feudal más tradicional y la ciencia ficción más inverosímil se unen para contar una brutal historia de venganza. Afro Samurai llega ahora, mediante Panini Manga, en una edición completa que recoge toda la obra del autor Takashi Okazaki en un único tomo de más de 320 páginas.
Cuenta la leyenda que hay dos cintas mágicas. La primera otorga el poder de un dios. La segunda da la posibilidad de desafiar al que lleve la cinta número 1. El manga de Afro Samurai echa a andar con un duelo por todo lo alto: un tipo enorme, negro y con peinado afro contra un vaquero. Tras el encontronazo el vaquero resulta vencedor y obtiene la cinta número 1 dejando tras de sí un cadáver y un huérfano. Y así, con algo tan básico como la venganza, se inicia esta aventura pulp escrita y dibujada por el mangaka Takashi Okazaki. Una aventura al estilo John Wick (cambiando el perro por el padre) pero con el telón de fondo de un Japón feudal donde abundan las katanas, los festivales de matsuri, los templos tradicionales así como los teléfonos móviles (habéis oído bien) los DJ pichando música a todo trapo, los robots y armas de fuego que os dejarán pasmados. El camino de la venganza de Afro, regado por la sangre y los cadáveres, deja unas batallas con aspecto cinemático que son de aúpa y que parece que de un momento a otro los personajes vayan a abandonar las viñetas para salir a repartir leña delante del lector.
Afro Samurai no tiene una historia profunda ni lo pretende, pero sí un mensaje corto y conciso: el camino de la venganza es chungo de cojones. Y es que el protagonista es un anti héroe en toda regla. A medida que vamos pasando las páginas se torna tan cabronazo como aquel al que pretende dar caza. Como lectores seremos testigos de la transformación radical que ejerce la venganza en una persona obsesionada con ella, una persona que incluso se olvida de vivir su propia vida y de forjarse un futuro más allá de dejarse la piel por darle matarile al asesino de su padre. Con cada nuevo capítulo, la historia se torna cada vez más violenta. Los miembros cercenados vuelan por todas partes al estilo Kill Bill tiñendo las páginas de rojo (único color visible en un blanco y negro repleto de sombras). Cada enemigo tiene nuevas habilidades, armas o poderes. Algunos de ellos son guiños a personajes del cómic o del cine. En ocasiones el cómic parece un videojuego. Otra nueva pantalla. Otro enemigo de final de fase. Pero antes de alcanzar su meta el autor nos da un poquito de drama, y este llega a través de unos recuerdos de infancia que nos trasladan a la familia que acogió a Afro y que se convertiría en una de las pocas etapas confortables de su vida.
En resumidas cuentas, el manga pulp de Afro Samurai cuenta con una de esas historias tan típicas de venganza, pero su acción se ubica en un Japón feudal donde elementos de blaxploitation y de la ciencia ficción se mezclan a tutiplén para ofrecer una fiesta visual del copón repleta de katanas, lanzacohetes, ancianos convertidos en ciborgs, vaqueros y espadachines con máscara de osito que se dan un aire a Darth Vader.