Reseña del libro “After punk”, de Alfredo Álamo
Conocí a Alfredo Álamo en una de las entregas del premio Planeta y volvimos a coincidir en un par más. Sin embargo, con esto de la puta pandemia hace ya un tiempo que no le veo en persona y he leído menos de lo que me gustaría del barbudo, pero recuerdo con agrado el buen sabor que me dejó su libro de microrrelatos Lunarias. Ahí fue donde me dije que tenía que seguirle la pista. Por desgracia, pasó lo mismo que suele pasar con los buenos propósitos de año nuevo y la acumulación de libros me impidió leer todo lo que quise. Álamo es uno de los damnificados y espero que este After punk sea el inicio de todas las lecturas suyas que tengo pendientes. (Y si no, el párrafo entrecomillado de más abajo sí que va a abrir mi próximo libro, hala, un poco de autobombo no viene mal).
Para alguien como yo a quien la mitología clásica (y ahí meto a la griega y la nórdica) le pierde es de agradecer la lectura de novelettes como la que hoy nos ocupa. Cuando El Transbordador informó de la salida de este libro y habló de mitología valenciana mi alma de fan de los mitos tembló, miró al abismo y sintió el vacío natural de un libro que le faltaba.
Tan solo una vez, al principio, he tenido que acudir a Google para saber a qué se refería exactamente Álamo al hablar del lémur, y ya os puedo adelantar que no lo hace sobre el «primate estrepsirrino endémico de la isla de Madagascar». Si queréis detalles, ya sabéis.
Álamo maneja la narración como un campeón y se mueve por las discotecas de los noventa, de la ruta del bacalao, de una manera que te hace sentir el puto agobio de esos antros con sus empujones, sus músicas a todo trapo, sus sudores, sus trapicheos, sus colas para entrar tanto al local como a los baños y los codazos y pisotones típicos de toda aglomeración.
Vamos a seguir varias tramas. Por un lado la de Juan Larva, un apellido que le viene al pelo al lémur, policía de la temible brigada 26, de esa que se especializa en pegar hostias a diestro y siniestro y preguntar después, y eso cuando preguntan. Un «ser» que lleva milenios conviviendo entre los humanos escapado del Tártaro, que se ha acomodado entre nosotros y que no va a permitir que otros seres le jodan la existencia (o la no existencia).
Por otro lado, vamos a vivir unas pocas horas con cuatro adolescentes que forman un grupo de punk: Mara, Sento, Miguel y Toni. Están eufóricos porque han podido grabar una maqueta con cuatro canciones que les han quedado de puta madre gracias a los arreglos de un microestudio de grabación y tienen un bolo en el que van de teloneros. Quieren que esa noche sea su bautismo de fuego, su despegue oficial en el que darse a conocer.
Pero los sueños no siempre se cumplen, ¿verdad? La coincidencia y una droga nueva, la mescalina, va a torcer sus planes y de qué manera. Entre lo real y lo irreal, mitos y leyendas romanas y valencianas, seres creados para asustar a niños y no tan niños van a abandonar su letargo y van a reclamar su territorio justo en esa noche valenciana y justo en el lugar donde la creatividad les llama.
Mitología romana y valenciana se combinan para crear una historia bien amalgamada y conformada. Bacantes, musas, quarantamaulas, ciervos blancos, butonis, cuca feras, donyets (creo que no aparecen más espíritus ni seres) coprotagonizan un libro que se lee en un suspiro y homenajea a antiguos dioses, aunque también es cierto que:
«…hay una razón para que estén olvidados, son una panda de cabrones narcisistas y caprichosos. Nadie en su sano juicio buscaría darle forma a uno de ellos.»
Afortunadamente Mara escuchó con atención las historias que su padre le contaba de los dioses viejos. Tal vez eso pueda salvarlos. Pero, ¿a qué precio?
After punk es punk bien escrito, es un relato directo en el que reconocerás mucho si has vivido los 80, pero que disfrutarás igualmente si no es así. Es cultura, historia reciente e historia antigua, leyendas locales y mitología clásica, tratos antiguos y leyes ancestrales, folclore y magia, cariño y horror, todo ello sabiamente mezclado para invocar a lectores desprevenidos.
Que lo disfrutéis.
PD: Mira, Víctor, seguramente no leas esto, pero por si acaso, para que veas cómo a mí me la suda hablar de libros que escribe gente que tiene su propia web de reseñas (is qui is li quimpitinci). Chorras.