Reseña del libro “Afterland”, de Lauren Beukes
Lauren Beukes dio el salto al panorama internacional con Las luminosas, una novela negra con una buena dosis de ciencia ficción que cautivó a público y crítica, y cuya adaptación televisiva está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, no es la única de sus novelas que hemos tenido el placer de ver traducidas al castellano. La última en llegarnos tiene tal absoluta vigencia que da hasta miedo pensar en las capacidades visionarias de Beukes. Y es que Afterland se publicó el año pasado en lengua inglesa y en marzo de este mismo año en nuestro país, durante uno de los episodios más apocalípticos de nuestra historia reciente. La novela trata sobre un virus que erradica sin remedio a una parte muy concreta de la sociedad: los hombres. Y es en la idea de familia y los sacrificios que llevamos a cabo por ella, lo que hace de este libro un auténtico ejemplo de cómo actualizar ciertos tropos de la literatura. Dentro del espectro literario, el apocalipsis sucede tres o cuatro veces al año, pero nunca he tenido el placer de verlo tan de frente como en la novela que hoy traigo, cuyo subtítulo bien podría ser El poder aterrador del ahora.
Lo llaman el Machopocalipsis. Un virus que deriva rápidamente en cáncer de próstata, por lo que los hombres están casi por completo sentenciados. Y digo casi porque Cole, nuestra madre protagonista, presencia la muerte d su marido, su sobrino y cuñado, pero ve cómo milagrosamente su hijo Miles sobrevive. No es un caso aislado, una docena de niños y hombres también consiguen salir adelante en este nuevo mundo dirigido por mujeres, cuya primera decisión es tomar a estos supervivientes bajo custodia en unos recintos de máxima seguridad donde sólo pueden vivir estos pocos elegidos y sus familiares más allegados. Cuando Cole y Miles son enviados a uno de estos custodios, tienen que aprender cada uno de ellos su nuevo lugar en el mundo. Es la aparición de Billie, la hermana de Cole, con un negocio muy turbio entre manos, lo que desemboca en una huida de madre e hijo por todo el territorio norteamericano y su consecuente persecución, que serán las bases de los dos puntos de vistas principales sobre los que se construye la novela. Ancianas cuya necesidad de compañía les harán tomar medidas drásticas, un grupo bien articulado de señoras anarquistas o una intervención divina que roza el fanatismo, serán las sorpresas que aparecerán en el camino de esta huida hacia delante. El planteamiento de un futuro distópico en el que destaca la ausencia del hombre por encima de todo ya pudimos verlos en el cómic Y: el último hombre. Sin embargo, frente a la búsqueda de una solución en el cómic de Vaughan, aquí la historia incide más en los personajes y su necesidad de escapar hacia su hogar.
La capacidad de la autora para construir y darle voz a sus tres personajes protagonistas es arrolladora. Cole, Miles y Billie conforman un trío de personalidades dispares cuyas motivaciones consiguen mover la novela hacia delante a un ritmo trepidante. Cada uno de ellos se contradice y evoluciona, avanza y se equivoca. La forma que tienen de relacionarse entre ellos y con este nuevo mundo es totalmente plausible y eso ayuda a que cada vez estés más dentro de lo que se cuenta. Aquí no hay madres perfectas ni hijos ejemplares. Y quizás me quede con esto por encima de otras cosas que me ha ofrecido la novela. La verosimilitud humana de estos personajes es digna de subrayar. Hay una tridimensionalidad a la hora de poner en escena a los protagonistas que pocas veces puede verse en novelas de este tipo, donde lo externo prima por encima de lo interno.
El mundo que plantea Beukes es radicalmente opuesto al que conocemos. Los instrumentos de poder han cambiado de manos. Y las mujeres se han hecho con las riendas de forma hegemónica. No por oposición, sino por necesidad. La casi desaparición del hombre lo han elevado a un nivel casi sagrado y su preservación se ha convertido en algo primordial a escala internacional. Sin embargo, me hubiese gustado que Beukes hubiese explorado un poco más las consecuencias del escenario que nos plantea. A nivel ecológico, económico o social, nos quedamos un poco faltos de información al acabar la novela. Claro que no es eso lo que la escritora tenía en mente, porque aquí se nos está contando la historia de una familia contra las cuerdas. La versión privada de un relato coral sobre un espécimen muy concreto en peligro de extinción: el hombre. Y qué metáfora. Como imagen para llevarnos a otros lugares es arrolladora: un nuevo comienzo en el que ciertas actitudes y posicionamientos ya no tienen cabida. Me quedo con eso. Con la idea de una extinción descafeinada en la que la familia y la educación para aquellos que permanecen importa más que el mundo que hemos dejado atrás. Porque nada dura para siempre, ni siquiera los hombres de otra época.