Reseña del cómic “Agente Zero”, de Marina Casaos
¿Cuántas veces hemos oído eso de que el perro es el mejor amigo del hombre? Millones. Y seguiremos oyéndola o leyéndola otros tantos miles de millones más. La gente lo dice ya de carrerilla, por inercia, sin pensarlo (es algo arraigado en el cerebro) porque es lo que toca decir en una conversación de ascensor o en un programa de televisión o cuando toca alabar una buena acción de los cánidos en detrimento de cualquiera que haga un ser humano cualquiera.
Pero y si la supuesta bondad de los perros obedeciera a oscuros intereses. Está claro que la mayoría “te quieren”, como dice el título del libro de David Llorente, porque les das de comer. Pongamos que un 90% actúan así por eso. Y pongamos que un 10% trabajan para fuerzas oscuras. Que informan de nuestras actividades, usos y costumbres a unos seres extraterrestres que en su día les reclutaron como agentes espaciales, con el fin de… de lo que sea que no voy a decir para no hacer un destripe.
Marina Casaos se lo ha currado mucho en este cómic. Tanto que en 2020 la Consejería de Cultura de Cantabria le concedió el premio Novela Gráfica Gobierno de Cantabria por este Agente Zero. Ya sabéis que a mí todo, o casi todo, lo que tenga que ver con perros me llama poderosamente y la portada de ese perro tan bien dibujado que te mira como el Tristón del anuncio de las navidades de hace unas décadas era un reclamo más que poderoso. Ojeé por encima el libro y tenía buena pinta. Me convenció, pero también recuerdo que pensé: espero que no se tuerza y acabe siendo una chorrada como una casa. Y afortunadamente no lo ha sido.
Marina siempre quiso un perro. Lo pedía por Reyes, por su cumple, al ratoncito Pérez, en su primera comunión, en los cumples de sus amigos… Le daba igual la raza o el tamaño. Quería un perro y punto. Pero su madre no se lo permitió. No fue hasta que se independizó y trabajando muchas horas hasta “convertirse en una mujer respetable” cuando pidió a su pareja, hincando la rodilla y hueso en mano, que adoptaran juntos un perro.
A partir de aquí se describe la vida en trío chica-chico-perro. Los humanos no saben nada de Zero, el nombre que le han puesto al perro de caza que finalmente adoptan, salvo que todo le da miedo y tiene comportamientos raros. Los hombres mayores, el camión de la basura, el tendedero, la escoba, la romba… Todo. Lo normal era pensar que el pobre perro actuaba así por haber sido maltratado por los hijos de puta de los cazadores que le abandonaron cuando ya no les era útil. Pero Marina invierte los papeles y Zero pasa de ser víctima a espía infiltrado entre los humanos. Así se explica que las actitudes que antes les parecían extrañas no son sino parte de su trabajo de recolector de datos para sus jefes extraterrestres.
Agente Zero es una historia muy divertida. Costumbrista, con un dibujo cómico y agradable se nos cuenta el día a día de lo que es convivir con un perro desde una óptica emotiva y llena de amor por estos animales, pero también desde el punto de vista del perro, que va informando también de las extrañas conductas típicamente humanas.
En definitiva un cómic para todo aquel que quiera pasar un buen rato independientemente de que tenga o no tenga perro, le gusten o no. Una lectura agradable, que provocará varias sonrisas y que merece releerse de vez en cuando.