Agujero

Reseña del libro “Agujero”, de Hiroko Oyamada

Agujero

Por circunstancias variadas, han pasado varias semanas entre que este libro llegó a mi vida y el momento en el que, efectivamente, he comenzado a leerlo. Y en ese tiempo ajetreado y disperso, por increíble que parezca, mi mente ha conseguido borrar por completo cualquier información que tuviera sobre él. Me he dado cuenta enseguida al deslizarme por sus primeras páginas, pero no hecho nada por corregirlo, ni le he echado un vistazo a la cuarta de cubierta ni he buceado por Internet ni busqué información sobre quién lo había escrito ni cuándo.
Así, con la sorpresa como cicerone, he tardado apenas un día y medio en dar cuenta de sus 189 páginas. Y lo que más me llama la atención ahora que he terminado es, precisamente, que la sorpresa sigue ahí.

Oscuro, original, sugerente, difícil de clasificar, Agujero se compone de tres historias no del todo relacionadas que suceden en un Japón rural bastante desconocido para nosotros, en el que la tecnología y el progreso dejan paso a la tradición y, por qué no decirlo, la magia. La primera entrega, la nouvelle que da nombre al conjunto, parte de una reinterpretación de Alicia en el país de las maravillas. Recién llegada a un pueblo al que se muda con su marido, la protagonista Asahi cae en un agujero mientras camina junto al río. Tras el suceso, del que sale gracias a una de sus vecinas, en sus días anodinos y vacuos comienzan a surgir anomalías. Lo que hasta entonces parecía una historia común sobre una pareja joven que cambia de aires, con tintes de crítica social acerca del sometimiento femenino en la sociedad nipona, vira hacia una narración todavía dulce pero con intriga psicológica a lo Shirley Jackson y ciertos elementos sobrenaturales que recuerdan por supuesto a Lewis Carroll, pero también a los delirios de Yasutaka Tsutsui. En cualquier caso se hace muy llevadero y la traslación al castellano de Tana Oshima, como ya me pareció con Territorio de luz, consigue que las páginas vuelen aunque tengamos cierta impresión de que sus cabos sueltos no terminan de amarrarse al final.

Los otros dos fragmentos, más cortos, refuerzan la idea de extrañeza, asientan otras atmósferas plomizas en las que parece que algo trágico está a punto de suceder, nos devuelven a un ambiente de cuento de terror junto a la hoguera, de narración que tiene más fuerza por cómo se cuenta que por lo que realmente ocurre en ella. En las tres entregas Hiroko Oyamada, con un estilo sobrio, mundano, pero plagado de imágenes originales, consigue ir cebando sus historias para que el interés no decaiga, y en todos los casos termina dejando un zumbido en la mente de los lectores que hace repasar alguno de los fragmentos.

Disfrutable como todo lo que publica Impedimenta (y con una edición preciosa), Agujero tiene una gran ventaja con su imprevisibilidad. Esto unido a la calidad de la prosa, a mi gusto, lo colocan un punto por encima de ciertos éxitos comerciales recientes llegados también de Japón. Es distinto, eso seguro. Al mismo tiempo, lo abierto de las tres narraciones y la sensación constante de estar fuera de sitio pueden hacer que muchos cierren la lectura sin tener muy claro el mensaje. Quizá no haga falta que lo haya, habría que decir, solo es necesario disfrutar de escenas perfectas como la del entierro (no voy a decir de quién por no estropeárselo a nadie) para que estas páginas ya merezcan la pena.

Deja un comentario