“Hora de despertar, Adam. Supongo que te preguntarás dónde estás. Te diré dónde puede ser. Quizás estés en la habitación en la que vas a morir”. Estas NO son frases que leeremos en este libro. Estas son las primeras frases que John Kramer pronunciará en la primera entrega de la famosa saga de películas de goreterror, (si es que existe esa denominación para el género) Saw, que, digan lo que digan a mí me siguen divirtiendo aunque creo que me he perdido alguna.
Recuerdo que esa primera película, el germen de la franquicia, era fantástica por lo novedoso de su planteamiento, por su trama original y por ese giro final.
Pues bien. Decía que esas frases no las leeremos aquí pero le irían como picha al culo. Al otro lado me ha llevado de cabeza a esa película. Imposible no hacerlo. Dos hombres que se despiertan en una habitación con escasísima luz, uno de ellos aprisionado a la pared por una cadena, sin conocerse ni de la pelu ninguno de ellos, y la única puerta por la que poder salir tiene dos candados. Dos candados por dentro, sí, y uno de los hombres no está encadenado. La desconfianza en seguida aparecerá, intentarán hallar explicaciones, salir de ahí…
Sin embargo, después de leer el libro bien podría decir que no sólo me ha transportado a Saw, sino que también se puede atisbar alguna referencia a una oscura película de exorcismos, o tal vez un poco a la muy recomendable y olvidada El corazón del ángel.
“Buenas noches, hijo de puta –gritó con sarcasmo mirando al objetivo–. Me encantaría seguir jugando a tu juego, pero se me ha agotado la paciencia…”
¡Pues cojonudo! ¡Una mezcla cojonuda! No puedo haber gozado más de este libro. Me ha tenido intrigado desde el principio, quería saber más de esos pobres desgraciados, ¡quería saberlo todo! Y al final lo he sabido. Y he sentido. Un batiburrillo de sentimientos que han ido variando conforme avanzaba en la lectura.
Pero una buena trama no basta. El fondo debe acompañarse de la forma y aquí van de la mano. Un vocabulario sencillo (que no simple), y unas frases fluidas engrasan hábilmente una acción que cabalga entre el presente y unos trabajados flashbacks que logran que más que leer (o devorar) la novela la estés visualizando, te estés deslizando por ella dejándote llevar dondequiera que al autor le venga en gana. Porque, aunque no es que haya mucha descripción, cosa que agradezco ya que lo que me gusta es que vaya al grano, las que hay son las justas y necesarias para poder ponerte en situación en cero coma y activar el modo cine en tu cabeza.
Y esa es otra, porque en seguida te coloca en tu lugar y bien. La trama atrapa desde el comienzo. Y es que, en palabras del autor: “he abandonado la lectura de muchos libros que no me han conquistado desde el inicio, por lo cual intento siempre que el lector se enganche desde el primer párrafo hasta el final de la obra; incluso si ello implica reducir la duración de la misma”. Eso es lo malo. Que es algo breve y te lo zampas en nada sin darte cuenta. Pero, por el contrario, escribir lo que te gustaría leer es primordial, y se nota que en este caso el escritor ha disfrutado.
Poco a poco iremos adentrándonos en la historia de cada uno y averiguando las razones de su encierro. Hay cosas que intuimos desde el principio por ser muy obvias, pero la principal virtud de esta novela es la creación de una atmósfera asfixiante y opresiva, casi como si las paredes de esa habitación/celda fueran estrechándose, en la que Maqueda, en su primera incursión en la novela, se mueve como pez en el agua y logra involucrarnos hasta el punto de agobiarnos.
¿Por qué están ahí esos dos seres? ¿Realmente lo merecen? ¿Qué retorcida mente les ha colocado en esa situación? Y, lo más importante: ¿serán capaces de salir de ahí?
Al otro lado es un breve libro de suspense. Un thriller ejecutado con destreza que nos llevará a un estado de angustia permanente hasta el brillante final (y no me refiero solo a un sorprendente giro final de guion, sino a todo lo que nos conduce hasta él) en el que todas las piezas ocupan su lugar. Un libro claustrofóbico que demuestra que la mayoría de las veces, los demonios no están ahí afuera, sino en nuestro interior más escondido, esperando la mínima oportunidad para salir.
Muy recomendable.
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