¿Os habéis preguntado qué pasaría si en medio de alguno de los océanos existiera un continente del que nunca nos han hablado? Pues en Alcatraz 3. Los Caballeros de Cristalia nos mostrarán esa verdad oculta.
Hasta hoy tenemos la idea bien sabida de cómo es el planeta Tierra. Me refiero a cómo lo vemos cuando cogemos el globo terráqueo o un mapamundi y lo observamos de uno a otro extremo. Esto queda ya muy anticuado, casi arcaico y prácticamente en desuso. Malditos, no sabéis lo que os perdéis al girar la pelotita gorda y dejar caer el dedo a ver dónde os tocará viajar. Así elegí el destino donde me casaría en un futuro, pero para guardar la sorpresa —no vaya a ser que mi futura esposa se encuentre entre mis lectoras—, no diré el país que me tocó. En la actualidad hay otros modos de mirar la superficie terrestre a través de esa aplicación tan molona, cara y avanzada que es el Google Earth, pero que todos utilizamos para buscar nuestra calle por si acaso nos han fotografiado en ella.
Sin ampliar tanto la imagen y mostrando una perspectiva general del planeta vemos que el planeta se compone de: el Polo Norte, la fábrica de hielo que está a punto de echar el cierre como no tengamos más ojo con nuestro estilo de vida; en el punto opuesto, por debajo, el Polo Sur, con todos sus pingüinos y sus focas también; entre medias de los polos, los continentes de América del Norte y América del Sur, Groenlandia, que mira que es grande, el Océano Atlántico, todo azulito, con mogollón de atunes y el Titanic sumergido (obviamente, esto no se ve ni con el Google Earth, pero en el cine hemos visto que se hundió por ahí), luego llegamos a África, justo encima nuestro viejo continente europeo y pegado a nosotros se extiende la vastedad del continente asiático, con todos sus chinos y esas cosas tan exóticas; el Océano Índico, la isla gorda de Australia, Nueva Zelanda, el Océano Pacífico, con mogollón de tiburones de carácter poco pacifista y otra vez llegamos al continente americano. Ya está. Por más vueltas que le demos, no hay más que eso. Unos pocos continentes, los grandes océanos y los polos.
Toda esta información es veraz. Lo vemos en los telediarios cuando dan el tiempo, lo vemos en los mapas de los libros de Geografía y nos lo muestra la NASA gracias a los satélites a través de Google. Pero, ¿y si de verdad existe algo entremedias y encima está habitado? ¿Y si todo fuera parte de un plan maestro de una organización que se ha ocupado durante siglos de ocultarnos algo tan relevante? Seguramente diréis que es una estupidez, que ya habéis viajado con la parienta o el pariente en viaje de novios desde España a Cancún en avión y en el trayecto solo habéis visto nubes, y si llega el caso, mar. Agua y más agua. Solo eso. Ya pero, ¿habéis pilotado vosotros ese avión? ¿Habéis decidido vosotros el rumbo que se debía tomar? ¿Y si el piloto de avión y por extensión, todas las aerolíneas, estuvieran metidas en el ajo? Lo mismo ocurre si vais en barco. No me vale con decir que habéis hecho un crucero por las Bahamas y no habéis visto más tierra que la conocida. Puede que algún día, si cogéis un barquito y os liáis de forma libre a navegar por el mar os pase como a (¡¡¡spoiler!!!) Jim Carrey en El show de Truman.
Esa organización es la de los Bibliotecarios Malvados y en la tercera entrega de la serie, Alcatraz 3. Los caballeros de Cristalia, van a viajar a ese continente nuevo. En esta ocasión, el joven y aventurero Alcatraz Smedry regresará al país al que pertenece y del que nunca supo nada porque los bibliotecarios quieren hacerse con el control político de esas tierras. Son las únicas en el mundo que quedan libres de su mandato, es decir, los Reinos Libres. El resto, lo que vemos en el mapamundi, somos las Tierras Silenciadas. Si los bibliotecarios consiguen hacerse con el dominio, todo el planeta estará a merced de esta malvada organización que pretende crear una dictadura manipulando la información a su antojo. Durante la novela, como es habitual, hay derroche de aventuritas, conspiraciones que afectarán a su mejor amiga, Bastille, descendiente de los Caballeros de Cristalia, y notas de humor para el público primerizo en novelas de fantasía juvenil.
Es un elemento que ya se adelantó de pasada en la primera entrega de la serie Alcatraz. La posibilidad de que existieran cosas que desconocemos porque una organización de bibliotecarios, manipuladores de la información, deciden ocultarlas era un ingrediente muy interesante que bien se puede extrapolar a ciertas noticias que escuchamos en los medios de comunicación o en discursos políticos donde nos hacen el truco del mago: te enseño una mano mientras con la otra te hago el lío. Era el principal reclamo para seguir enganchado a esta serie pese estar dirigida a un público muy joven y superar la treintena de edad. También, por supuesto, el poder de Brandon Sanderson de conseguir escenarios tan fantásticos con las bibliotecas como telón de fondo y situaciones irreverentes que nunca dejan de gustarme en sus lecturas. Una novela más que me invita a leer la siguiente y cuarta entrega que ya está preparada y en la que, parece, se desvelarán los verdaderos motivos que impulsan a la madre de Alcatraz a tener tanta mala idea. Os reemplazo hasta la próxima aventura.