Alcohol de quemar

Alcohol de quemar, de Miguel Mena

alcohol de quemarTítulo: Alcohol de quemar
Autor: Miguel Mena
Editorial: Tropo
Paginas:169
ISBN: 9788496911734

Alcohol de quemar ha resultado una lectura muy especial. Mucho. Esto suele pasar cuando Miguel Mena une a su talento narrador el buen hacer del periodismo cercano, la memoria, y sobre todo su capacidad para ponerse en el lugar del otro, y tener, como decíamos en aquel otro libro, Piedad.

Y eso es lo que hace Miguel Mena en Alcohol de quemar, se pone en la piel de un chaval que nos contará en primera persona como sus padres, su abuela y su hermana murieron en un incendio provocado por dos jóvenes borrachos tras una discusión. Cuando todo esto sucedió, el protagonista aun era un niño. Ahora, trece años más tarde, y ya en el tránsito al mundo de los adultos, desea conocer qué ocurrió después de todo aquello.

Es curioso que de entre los muchos casos reales que Mena habría podido novelar, ha elegido este ocurrido en 1991. Y digo curioso porque precisamente este Sumario estuvo en mis manos durante el verano del 92. Y recuerdo aquel verano porque yo debería haber viajado a Sevilla a ver la Expo, pero tuve la “suerte” de ser contratada por el Ministerio de Justicia durante unos meses. Recuerdos de casualidades tipo Auster, ya saben, de esas que tanto me gustan y que casi darían pie a una nueva novela que yo, claro, no sabría escribir.

Y hace todo ese montón de años yo era una joven estudiante de Derecho que creía en la fría justicia de los Códigos y las Leyes, pero también había a mi alrededor otras personas que me acercaban el Derecho al corazón, suena raro, sí, pero así era entonces. Por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, solía pasar una entrañable mujer; era monja, aunque no recuerdo su congregación, venía a interesarse por los asuntos más escabrosos, solía visitar en la cárcel a personas que estaban solas y abandonadas precisamente por el tipo de delitos que habían cometido.

Pero no fue este el caso de nuestros jóvenes delincuentes.

Mena, con su buen hacer literario va poniendo en comparación el Derecho y la Justicia americana con la española… Ya saben, subimos al estrado a la “pena de muerte”, tan terrible para unos y tan deseada para otros, y eso, como saben, depende de donde te haya colocado la casualidad, ser madre, por ejemplo, del asesino, no es lo mismo que ser madre de la víctima.

«La ley no debe establecer más penas que las estricta y manifiestamente necesarias». Declaración francesa de Derechos Humanos de 26 de agosto de 1789 (art. 8)

Es por ello que el espíritu de nuestras Leyes acepta que la pena, y especialmente la que priva de un bien tan preciado como es la libertad, ha de tender a conseguir que el delincuente voluntariamente deje de actuar en contra de las normas establecidas para la convivencia pacífica y adquiera un modo de vida que le permita integrarse en la sociedad de forma no conflictiva.

Estupendas palabras asumidas por nuestro Ordenamiento Jurídico con las que realmente, y en frío, todos estamos de acuerdo. Pero cualquier jurista sabe que una vez que uno se convierte en parte de un proceso penal, incluso como mero testigo, hace que te posiciones.

Y todo esto para llegar, una vez más, a la víctima, al papel de la víctima en el Derecho Penal español, su evolución… La evolución del ser humano.

El libro de quien busca el dolor en ojos ajenos para robarlo…

La víctima, el perdón … ¿Pedir perdón o perdonar?

La culpa ¿La dis-culpa?

Y después de leer el libro querer hablar con quién también lo haya leído, hablar de aquellos tiempos en que con la lectura se reducía pena, no “las penas”, que esas, cuanto más lees más profundas son, y compartir esa experiencia lectora a la que Miguel Mena nos ha arrastrado con un simple bidón de Alcohol de quemar.

P.D.: La edición es de Tropo, la portada de Sanmartín. Nada más os digo.

Susana Hernández

5 comentarios en «Alcohol de quemar»

  1. Susana:
    ¡pues vaya sincronicidad (casualidad, o como se llame)! yo creo que lo harías muy bien, si escribieras esa novela 😛
    Veo que andas con muchos libros sobre juicios y jurados. ¿Te he contado que estudié derecho durante 2 años? quería cambiar el mundo, y cuando me di cuenta de que era más probable que este me cambiara a mí, me acobardé y lo dejé por la paz. Así es letras de tinta, me encanta. Pero cuando hay que ir a los tribunales, y se tuercen y se meten por recovecos lo contrario al espíritu de esa ley…ayyyy…me deja de gustar.
    Un beso,
    Ale.
    pd también lo voy a buscar en la FIL

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  2. (Creo que se dice sincronía) No sabía nada de tus estudios de derecho (otra cosa que tenemos en común, además de unas hijas maravillosas jajaja también en lo nuestro hay casualidades, recuerdo que nos conocimos por la lectura de “La vida en la puerta de la nevera” y hablamos de nuestras hijas, entonces casi unas niñas… y de la misma edad). Lo cierto es que entiendo que muchos escritores sean personas relacionadas con el mundo del derecho, pues hay mucho misterio y dolor a su alrededor, y otras muchas cosas, claro. También la posición del periodista es muy buena para poder mirar y reflexionar sobre lo que ve con una visión especial… Eso sí, si eres buena gente suelen salir buenos libros. Es el caso de este periodista que nos cuenta esta dolorosa historia.

    Un abrazo, amiga!

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  3. Sí que te pilló cerca, Susana. De este libro, que me creo que es un trabajo fantástico, tal y como dejas bien claro, me quedo con el caso que desarrolla, para en caso de querer pofundizar saber que hay ago asi escrito. Me recuerda mucho este tipo de trabajos a los de por ejemplo, Emmanuel Carrère, que nunca son una decepción.

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    • Quizá la diferencia con Carrere es que Mena habla siempre desde la parte más interior del hombre, desde las profundidades del alma, allí donde habita la piedad. Eso es difícil llevarlo a la imagen ¿O no? necesitaría un ejemplo concreto.

      Hay una cosa muy curiosa que cuenta en el libro: En la cárcel de San Quintín tenían una bibliotéca con más de 30.000 Libros. Los presos leían mucho, pero luego llegó la TV y poco a poco la biblioteca desapareció y el nivel intelectual de los presos … Vale ya no cuento más jajajajaj

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