Algún día escribiré sobre África, de Binyavanga Wainaina
Binyavanga Wainaina, el escritor de “Algún día escribiré sobre África” suena a pura magia. Es él o lo que tiene que decir. Son sus palabras. Un hechizo que te atrapa. Binyavanga ni siquiera es un nombre como tal, es un mote, el que alguien le puso a su abuelo porque acostumbraba a mezclar las cosas. Y también parece un destino. O así lo creen los gikuyus, uno de los grupos étnicos de Kenia al que pertenece el escritor. Y no se equivocan. De hecho, si algo tiene Wainaina es que es todo un maestro en el arte de mezclar las palabras. No es extraño, dado que el escritor keniano se ha pasado media vida buscando los términos exactos en los libros para poder contarse al mundo. A veces es necesario. Porque no siempre cuando los demás hablan de ti, coincide con lo que tú eres.
El resultado es esta novela. “Algún día escribiré sobre África” es un viaje directo en primera clase, gratis y con asiento de ventana, a la vida del autor y a su universo. África contada por un africano. Qué diferencia. Un recorrido que va desde su infancia hasta su madurez como escritor de éxito. Anécdotas, crónicas y retratos familiares. Que se aleja de estereotipos condescendientes, de guerras, miserias y misiones, y se adentra en la vida tal y como es. La suya pero también la de los africanos. Una maravillosa aproximación a la África real y auténtica, con sus costumbres y tradiciones, y sus convulsiones políticas, sociales y culturales. Que tiene que ver mucho más con lo hermoso de lo cotidiano que con cualquier otra cosa.
Así, paseándose entre lo público y lo privado con gran naturalidad el autor de “Algún día escribiré sobre África” se llena además de valor y se abre al lector. Y lo hace de una manera contenida, controlando cada expresión, sin dejarse llevar por el torrente de sus emociones. Un domador elegante que se desliza por los momentos más complicados de su existencia con una increíble sutileza, como si fuera capaz de sonreír mientras se cuenta, haciéndonos partícipes del transcurrir de los acontecimientos que desfilan sin más por su relato. Un poco como la vida contándose a sí misma sin música de fondo, efectos especiales ni grandes y suntuosas escenas.
Y todo ello envuelto en una narración completamente sensorial que apela a todos o casi todos los sentidos. El escritor keniano es puro talento a la hora de alargar las palabras y dotarlas de textura. Su prosa tiene ritmo propio, elegantes melodías que acompañan a cada uno de sus paisajes. Y es que su capacidad de evocar imágenes con frases llenas de color y movimiento convierte su lectura en un acto hermoso. Pocos son los párrafos en los que a uno no le apetece detenerse para pasearse lentamente entre sus letras y acariciarlas. Un bello recorrido por África y la vida del autor que consigue esbozar un complejo y completo retrato sobre su mundo.
Y es que Binyavanga Wainaina es todo un hechicero. Un poeta. Alguien capaz de mezclar todo tipo de palabras en contextos dispares y hacer que cobren sentido, convirtiendo “Algún día escribiré sobre África” en un conjuro que el lector no podrá esquivar hasta que termine por devolverle la sonrisa.
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