A veces me gusta encontrarme con cosas que no son lo que parecen. Comerme un helado de vainilla y que de repente aparezca chocolate derretido en el centro, ver una película que hace años no me gustó y descubrir que he cambiado tanto que ahora me encanta, desviarme del camino que hago todos los días para encontrarme unas vistas alucinantes, o empezar a leer un libro que al final resulta no ser lo que en un principio pensé.
Eso es lo que me pasó con Amanecer en el ocaso, el libro de Gerardo Pérez Sánchez del que vengo a hablar hoy.
Puede parecer que esta novela es una especie de thriller en la que una investigación policial es la parte más importante. Y la verdad es que no es del todo así. Vamos por partes: el protagonista de esta historia es Rodrigo Cifuentes, que después de haberse retirado del ejército, se dedica a ser investigador privado. Su vida es monótona y tranquila, hasta que aparece un viejo compañero que le va a ofrecer un trabajo, uno de verdad. Tiene que encontrar a una chica que ha desaparecido. Pero lo tiene que hacer de la forma más discreta posible, tiene que ser un fantasma, ya que hay mucha gente implicada en el caso y su vida podría correr peligro si alguien le descubre. Y es que pronto descubriremos que el padre de la chica es una joyita y que está metido en un asunto muy turbio relacionado con venta de armas ilegales. Y también nos daremos cuenta de que ella tenía un lío con un famoso líder político, por lo que son muchos los interesados en descubrir qué ha pasado y muchos interesados en ocultar demasiadas verdades.
Hasta ahí digamos que me encontré lo que esperaba, una historia de misterio llena de buenos y malos y una investigación policial muy interesante. Pero sin previo aviso, Rodrigo encuentra una pista que le dice que la chica está ahora mismo en Marruecos. Así que él se dispone a seguirla y allí, en África, se encontrará envuelto en una lucha que reivindica la independencia del reino alautia. Por lo tanto la historia cambia radicalmente. La investigación sigue siendo importante, sí, y el lector querrá en todo momento saber qué ha pasado con la chica, pero también se verá en las tesitura de querer conocer más sobre ese conflicto que puede poner en peligro la investigación e incluso las relaciones políticas que tienen España y Marruecos.
Por lo tanto, me he encontrado con algo que no esperaba en un principio. Pensé que tenía delante una historia de polis e intriga, pero me he encontrado con mucho más: con un conflicto internacional contado desde una perspectiva muy contrastada y estudiada. Sin duda, se nota que Gerardo Pérez Sánchez ha invertido su tiempo en documentarse sobre el conflicto para darnos una historia tremendamente real y explicarla de manera que todo el mundo la entienda perfectamente, incluso los que no tengan ni idea del conflicto, como es mi caso.
En cuanto a la narración, Amanecer en el ocaso, tiene un estilo muy cuidado. Los diálogos son muy frecuentes y creíbles, lo que siempre admiro de un libro. Esa forma de intercalar los diálogos con la narración (hecha en tercera persona) es la clave para que el libro no resulte en ningún momento pesado. Y bueno, tengo que decir que la propia historia ya es interesante y mantiene atento al lector, pero estas matizaciones, el buen uso de los diálogos y la narrativa, hacen que todavía sea mejor.
Me ha gustado también la evolución del personaje principal, de Ricardo Cifuentes. Cuando lo conocí pensé que era un hombre venido a menos, sin nada que perder en su vida, sin motivaciones que le hicieran despertarse por la mañana con energía. No sé, ahora sinceramente no recuerdo si el autor nos lo presenta así o si fue la imagen que yo misma me hice de ese personaje, pero os juro que al principio pensaba eso de él. Me lo imaginaba como una persona triste, gris, sin pasión por nada. Y poco a poco, a medida que va avanzando la historia, vemos cómo empieza a preocuparse por la investigación, cómo se va implicando cada vez más hasta llegar a convertirlo en algo personal. Esa evolución me ha gustado muchísimo, porque es una cosa que veo esencial en un libro. Cuando empiezo una novela espero que el personaje que me presentan al principio no sea el mismo al que despido cuando lo cierro. Quiero una evolución, un avance, aunque novela esté basada en un mismo día. No importa. El ser humano evoluciona constantemente y si, cualquiera de nosotros viviera dentro de una novela, estoy segura de que no la terminaríamos siendo como éramos en un principio. Es esencial. Así que me alegra que Gerardo Pérez Sánchez se haya preocupado por eso.
Si hay algo que destacaría negativamente de la novela es la portada. No me parece adecuada para la historia ni me parece atractiva. Ya sé que me vais a decir que no hay que juzgar un libro por su portada, pero qué queréis que os diga, es una mentira como un castillo. La portada es esencial, es lo primero que vemos de un libro y, si no lo conocemos o no conocemos al autor, tiene que ser lo suficientemente atractiva como para que nos fijemos en él. Sinceramente, yo no hubiera reparado en este libro si solamente hubiera tenido la portada delante, porque me da la impresión que lo que menos me voy a encontrar en su interior es una historia de misterio súper emocionante y una investigación interesantísima. Así que si os pasa un poco como a mí, no os dejéis llevar por esta impresión, porque es totalmente falsa.
Y es que, como os decía, estoy segura de que en su interior os vais a encontrar con algo que no esperáis en absoluto. Y, si sois como yo, que os gustan las sorpresas y descubrir cosas de manera fortuita, solo puedo terminar esta reseña diciéndoos lo siguiente: dejaos llevar por esta historia.
Pues habrá que tenerla en cuenta, y eso que la portada, es verdad, no dice nada. No debería ser importante, pero lo es.