Amor fingido

Reseña del libro “Amor fingido”, de Andrea Smith

Fingir que todo va bien. Fingir que algo no te preocupa. Fingir que algo no te importa. Fingir que eres feliz. Fingir, fingir y fingir. ¿Quién no lo ha hecho en menor o mayor medida alguna vez en su vida? Ya sea por un motivo o por otro, por quedar bien, para dar envidia, por aparentar o simplemente para sentirte mejor. 

Fingir es lo que hace Amanda, la protagonista de la historia que hoy os traigo: Amor fingido, de Andrea Smith. Una adolescente como cualquier otra, normal y corriente, pero que se siente sola, incomprendida y necesitada de cariño. Una chica que prefiere pasar desapercibida, no molestar y que los demás piensen que todo va bien. Una chica que prefiere fingir a afrontar los problemas que la rodean. 

Y por otro lado tenemos a Nate, el otro protagonista de la historia. Un chico aparentemente seguro de sí mismo, inteligente, rebelde, pijo y sobrado, pero con carencias afectivas. 

Amanda y Nate van al mismo instituto, pero nunca se han prestado especial atención el uno al otro, y sin embargo un día, todo cambia. Nate y Amanda van a tener que fingir amor por circunstancias de la vida, pero a lo mejor, solo a lo mejor, ese amor no resulte ser tan fingido después de todo. 

Como veis, Andrea Smith nos ofrece una historia divertida, entretenida y fresca. Una lectura ágil y rápida. Y la verdad es que yo necesitaba algo así en este momento, una historia de adolescentes y relaciones, de amor y de humor. Algo que me desconectara un poco de novelas más densas de género fantástico. 

Lo que no imaginaba es que me fuese a gustar tanto. El prólogo me emocionó, me hizo sentir, consiguió que me metiera muy dentro de Amanda, que conectase con ella en pocas frases y que me entrasen ganas de abrazarla y al mismo tiempo gritarle que no, que no hace falta fingir en esta vida, que hay que ser uno mismo para alcanzar la felicidad y al que no le guste que mire para otro lado. 

Pero claro, yo lo veo así con mis treinta y siete años, pero cuando eres adolescente, la aceptación por parte del resto, de tu familia y amigos sobre todo, es fundamental, y nos dejamos llevar para no hacer daño, para que no se preocupen por nosotros, para que los demás sean felices aunque nosotros no lo seamos. 

Y Andrea, con una narrativa impecable, hermosa, natural y agradable, logra a través de esos capítulos a dos manos y en primera persona, que todo sea sencillo para el lector, que comprenda de una forma muy cercana y propia los sentimientos de ambos personajes, sus preocupaciones, sus carencias, la relación con sus padres y amigos, pero sobre todo esa relación que empieza a formarse entre ellos. Un Amor fingido que irónicamente puede que no lo sea tanto.

Es bonito, pienso yo, que la autora nos de la oportunidad a los lectores para que podamos ver esa luz al final del túnel que nos recuerda que hay esperanza y que de situaciones inverosímiles pueden salir bonitas historias de amor y amistad como la de Nate y Amanda. 

Ambos me han hecho reír y también desesperarme capítulo tras capítulo, pero sobre todo me han hecho ver que a pesar de su juventud, de sus inseguridades y de sus diferencias, ambos han tenido que construir una coraza para soportar el dolor. Una coraza que solo se puede romper cuando de verdad abrimos nuestro corazón a esa persona especial. 

Además, me ha encantado ser testigo de esa relación que surge entre ellos como un mero negocio pero que va evolucionando en algo bonito que desconocen y temen. Una historia de amor peculiar, divertida y dramática a partes iguales. 

Una historia que nos demuestra que la vida es dura y más cuando eres adolescente. Una historia que nos acerca a la falta de amor, comprensión y cariño en nuestra sociedad, a los trastornos alimenticios y a lo difícil que es superarlos sin gente que esté a nuestro lado. 

Pero lo importante es que no debemos tener miedo a ese amor que pueda presentarse en nuestra vida de repente, sin aviso. Y solo entonces, sin apenas darnos cuenta, podremos sentirnos bien y dejar de fingir, por nosotros y por los demás, porque todos merecemos ser felices y no fingir que lo somos.