Pues veréis, pensé que iba a ser bastante más fácil enfrentarme a este libro. No porque Marta Sanz sea una escritora que te pone las cosas fáciles, no. Yo ya sabía a lo que iba. A Marta la conocí gracias a su novela Clavícula, un libro que leí el verano pasado y del que solo puedo decir cosas buenas. Tampoco fue fácil su lectura. Conseguí sentirme identificada con ella en muchos momentos de la novela y ya sabéis que empatizar y doler suelen ser sinónimos. Fue duro y gratificante al mismo tiempo, por eso me gustó tanto leerla.
Amor fou, 2004, es anterior a Clavícula y es la novela que casi le cuesta la profesión a Marta Sanz, al menos eso es lo que podemos leer en la contraportada. Una novela inédita, sin lectores, que aparece hoy corregida y actualizada para alegría de sus seguidores. Es una pena que Amor fou hubiera quedado en el olvido, guardada en uno de esos cajones en los que acaban muchas novelas que nos perdemos. No sé si ha sido el éxito de Clavícula o que su trayectoria está ya más consolidada. Vaya usted a saber. Lo cierto es que esta novela es una realidad. Y vaya realidad.
Por supuesto que Amor fou habla del amor, ¿de qué si no? El amor está en todos los temas, en todos los sentimientos. Hasta en el odio hay mucho de amor. Y en esta novela hay un poco de las dos sensaciones: un amor que se mezcla con odio y un odio que se fundamenta en el amor. Dicho así suena bastante enrevesado, ¿verdad? Ya os he dicho que Amor fou tiene lo suyo, que Marta Sanz conoce bien sus armas.
Tenemos a Raymond y a Lala. Pero también están Lala y Adrián, aparentemente felices, viviendo en esa tranquilidad que tan solo el buen amor puede dar, la monotonía de una vida perfecta, hecha a medida. También tenemos a Elisa y a Esther, madre e hija, una relación completamente insana, casi tanto como los pensamientos que cruzan la mente de Raymond. Y es que Raymond, desde su atalaya, vigila constantemente los pasos de Lala y Adrián, esa vida perfecta que a lo mejor pudo ser la suya, que quizás deteste, pero que no puede dejar de controlar y analizar. Y es que en Raymond hay odio, pero aunque juegue al despiste con nosotros y con él mismo, podemos reconocer el amor; está ahí, al otro lado de la ventana.
Ha sido un viaje duro, ya os decía. La forma de escribir de Marta Sanz es punzante. Toda una bofetada de realidad. Pero no sé de qué manera, siempre encuentro una especie de tranquilidad en sus libros, un punto donde me siento realmente cómoda con sus historias. No sé qué tiene Marta Sanz, pero sea lo que sea, lo tiene.