Reseña del libro “Amor sin fin”, de Scott Spencer
Cuando uno lee de qué va esta novela se siente intrigado, historias de amor hay muchas pero elegir contar una que nace con el enamorado prendiéndole fuego a la casa de la enamorada con su familia dentro es cuando menos una elección arriesgada. Pero me llamó mucho la atención porque me parecía todo un reto y me interesaba mucho ver si el autor lograba convencerme, que no soy yo muy dado a emocionarme con relaciones enfermizas. La curiosidad es un buen motivo para acercarse a un libro, pero reconozco que comencé a leerlo con cierta cautela, sin embargo tengo que reconocer que la novela pronto me ganó, no sólo me convenció sino que realmente me gusto mucho, sus personajes tan extraños como bien construidos, su ambiente ciertamente asfixiante, la lucha entre el amor y la psiquiatría (que cada lector decida sobre la salud mental del protagonista, pero ya adelanto que recomiendo leer este libro en grupo y comentarlo después, promete interesantes debates) o sobre los efectos del amor sobre las personas. Digo sobre las personas en lugar de sobre los protagonistas porque en realidad una de las cosas que más me ha gustado y que me parece verdaderamente original es el peso del amor no en los dos enamorados, sino en los demás, los efectos de la contemplación de lo que antes del fuego parecía un amor puro, invencible, eterno y después según a quien le preguntes. Quiero decir que el amor puede tener consecuencias imprevisibles en quienes lo sienten y se dejan llevar por él, pero también en quienes no lo sienten pero lo contemplan y quieren lo mismo para ellos. Les puede parecer enfermizo, de acuerdo, pero lo desean para sí. Puede parecer que es una novela oscura, bueno, definitivamente lo es, se centra en las partes menos luminosas del amor y a menudo resulta claustrofóbica pero uno se siente extrañamente conmovido, es una novela extraordinaria porque consigue impactar al lector por caminos muy diferentes de los usuales.
Amor sin fin, de Scott Spencer, no es una apuesta convencional, es toda una colección de personajes peculiares que no están simplemente descritos, no se limitan a acompañar a los enamorados en su extraña relación, sus propias vidas son tan literarias como interesantes. La parte de la novela que habla de la familia es tan interesante como la del propio amor que la articula y realmente da mucho que pensar. Hasta el trabajo que encuentra David Axelrod, el Romeo desquiciado pero extrañamente lúcido que comparte con nosotros su obsesiva y fascinante historia, es chocante en nuestros días y nuestra sociedad: que exista un trabajo remunerado que consista en plantarse a diario delante de una tienda con una pancarta para pedir que no se compre ropa de una marca determinada. A David este trabajo se lo consiguen unos amigos de sus padres, porque él proviene de una familia estadounidense de larga tradición comunista, con carné, en plenos años 60.
Este Amor sin fin es una historia de amor, por supuesto, y de pasión, y de familia, y de drogas, y de locura, y policiaca, es de amor juvenil, pero también de amor maduro y de desamor, de descubrimiento y de segundas oportunidades, del amor que se siente y del que se busca, del que da sentido a la vida y del que la destruye, Amor sin fin es un clásico y lo es por méritos propios y es un reto, no porque su lectura sea complicada, al contrario, es fluida y adictiva, sino porque desafía las convicciones previas del lector, porque le pone ante una historia ante la que probablemente se horrorizaría si en lugar de leerla se la hubiese contado un vecino enumerándole los hechos, o la hubiese conocido a través de atestados policiales o historias clínicas, se hubiera formado la peor de las opiniones, pero que viviéndola a través de la lectura no puede evitar comprender a los protagonistas, incluso simpatizar con ellos. Se debate uno entre lo que le provocan sus actos y lo que le provocan sus sentimientos, cuando digo que es un reto no me refiero a que los sea desde el punto de vista literario, sino desde el de la empatía.
Yo puedo decir que la he disfrutado enormemente, que la recibí en un momento de escasa disponibilidad de tiempo y que sin embargo me ha fascinado y me ha hecho robarle tiempo al día a día, y aunque no le he prendido fuego a nada creo poder asegurar que la pasión de David y jade es contagiosa.
Al final del libro descubre uno (y por uno quiero decir yo, es posible que fuera algo conocido pero no para mi) que ha sido llevada al cine en dos ocasiones y la primera de ellas por un director que uno jamás habría imaginado que pudiera interesarse por una historia como esta y que la protagonista es una de esas actrices que jamás asociaría al personaje que ha leído, de forma que si alguien no ha visto la película le recomiendo vivamente que lea el libro porque lo disfrutará como la magnífica novela que es, pero si ha visto la película se la recomiendo doblemente, incluso le rogaría que la leyera, porque además de disfrutar de la historia de Scott Spencer le hará justicia, será una suerte de desagravio literario tan merecido como necesario.
Andrés Barrero
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