Ángelus, de Jorge Iglesias Manzano
Hay un momento, en la vida de todo lector, que aparece una especie de expresión de sorpresa que es difícil de esconder – o que, directamente, no es necesario esconder sino que es motivo de orgullo – cuando abre un libro, comienza a leerlo, y se encuentra con una historia sólida, propia de una obra de arte que ha llevado mucho tiempo realizar, y que parece que lleva en su interior una intrincada paleta de colores, que dan como resultado un cuadro perfecto que, enmarcado por un profesional del gremio, acaban convirtiéndose en una especie de lugar donde siempre caer o que recomendar cuando uno tiene ganas de leer algo interesante. Ángelus, en una suerte de experimento que abarca muchos estilos, crea la adicción en el ojo lector y convierte a éste en una especie de alma en penitencia esperando que llegue el momento adecuado para volver a abrir el libro, teniendo un momento de descanso, para poder seguir y llegar hasta el final que, como si de migas de pan se tratara, nos va sirviendo la historia mientras el arte, la pintura, y los mayores artistas que han dado siglos anteriores, van caminando a nuestro lado, alrededor de una historia que considero necesario, o quizá simplemente imprescindible para aquellos que, en un cierto momento, en un instante de calma y de sosiego, requieran para sí mismos un momento de intriga, de emoción y de aprender que, afortunadamente, no todo en esta vida está contado – y que siempre habrá alguien que esté dispuesto a hacerlo -.
Una historia que nos envuelve en una pregunta que nadie se ha planteado hasta el momento: ¿qué pasaría si descubriéramos que, una de los mayores templos del arte del mundo, no es nada más que uno de los mayores fraudes que se han creado en lo que va de Historia?
Hay que reconocer la evidencia, Jorge Iglesias Manzano sabe contar una buena historia que capte la atención de aquel que tenga su libro entre las manos. La historia que llevo guardada con este libro es la de querer tenerlo a toda costa, después de haber visto tanta crítica positiva u opiniones de personas que, sin conocerlas personalmente, tienen mi respeto absoluto en este mundo tan avaricioso de las críticas literarias. Así que ni corto ni perezoso, cuando tuve este libro entre las manos, empecé a digerirlo, de una forma pausada – yo lo preferí así, me gustaba demasiado meterme en la historia, en la información detallada que da el autor y que convierten a Ángelus en una historia bien documentada y llena de referencias que convirtieron a este humilde lector en un apasionado del arte, siéndolo ya de por sí -, intentando en todo momento desmenuzar todo lo que tenía preparado el autor para nosotros. Lectura que deja mudo, lectura que apasiona, lectura en la que se nota la pasión de alguien que cree en lo que está contando, que narra con el pulso fuerte y la tenacidad de quien sabe que lo que guarda en el interior su obra, su criatura, ha viajado demasiado y ya se ha convertido en parte de él.
Uno de los peligros que se corren al describir esta novela es, cómo no, caer en la tentación de hablar de lo que uno descubre en las páginas de Ángelus pero como me suele suceder con esas obras enormes, propongo a todo aquel que lea estas líneas – o que lea también entre líneas, porque la admiración va saliendo por cada poro de estos párrafos – que lo descubra por sí mismo, que crea en el poder de este libro, que investigue por su cuenta, que se meta de lleno en una historia que Jorge Iglesias Manzano ha parido, ha visto cómo ha crecido, y que ya mantiene con los lectores una especie de conversación a pesar de que los días pasen y muchas otras lecturas envuelvan una realidad que será difícil que repita esta sensación que deja en el lector la obra. Porque al final, como lo que sucede con el arte, estar ante algo grandioso, sólo nos hace enmudecer, paralizar nuestro movimiento, y quedarnos una y otra vez pensando que queremos más, que necesitamos más, que en el fondo esto no puede ser lo único, porque un autor así es difícil de encontrar. Esa es la suerte que a veces tenemos y cuando viene, cuando se presenta de improviso, uno no puede hacer otra cosa que abrazar lo que se nos ofrece.
El verdadero enigma que me planteo desde que terminé de leer “Ángelus”, hace ya meses,”muchos”, es por qué no se promociona este libro cómo es debido.
A aquellos que nos gusta deleitarnos con un relato bien construído, original,novedoso,con un evidente trabajo de investigación que, el autor,de forma sorprendente, logra presentar como una lectura al alcance de todo el público regalando una lección de Arte, así con mayúsculas, de modo que sea comprensible a iniciados y principiantes, no recibe a cambio un aplauso generalizado.
Leemos y leemos cantidad de narraciones de las que no aprendendemos nada. Solo son una ayuda para dejarse ir en brazos de Morfeo en las tardes plácidas de verano. De la página 1 a la 350 sabemos que después del fin, vamos a olvidarnos lo antes posible de esa lectura para que no nos enbrutezca. Y, como buenos consumistas de “número uno” en las listas de “los más vendidos”, caemos una y otra vez en la trampa de la mercadotécnia.
No considero honesto, y hablo como lectora impenitente, que no se promocione igual o más las obras de autores noveles que aporten, además de entretenimiento, nuevos conocimientos que nos ayuden a ser más críticos, más cultos, más exigentes con lo que nos ofrece el mercado.
Reivindico,pues, que,a libros como ” Ángelus”, se les dé la misma categoría cuanto menos, que a ” los más vendidos”.
Agradezco la oportunidad de expresar libremente mi opinión al respecto.
Merche R.
Estoy totalmente de acuerdo Merche. A mí es algo que también me sorprendió, porque el libro de Jorge es una lectura completa y que, como bien dices, se nota desde el principio que lleva una labor de investigación detrás brutal. Yo, desde que lo leí, lo recomiendo siempre que puedo, le digo a la gente que lo busque y que lo compre, que no se van a arrepentir.
Un saludo!
Sergio
Me siento agradecida por el tiempo que te has tomado para leer mi comentario y contenta de que coincidamos.
Un cordial saludo,
Merche