Bastantes semanas antes ya había marcado mi calendario con un enorme círculo rojo. CINE ponía en su interior. No hacía falta ni recordar qué película vería ese día ni con quién, lo sabía de sobra. Ese viernes de noviembre iría a ver Animales fantásticos, los crímenes de Grindelwald, segunda parte de la nueva saga de películas en la que la grandísima J.K. Rowling trabaja como guionista. Ese día estaba emocionada, como todas las veces que he esperado en la cola de un cine para ver algo relacionado con el mundo de Harry Potter, lo que ha sucedido ya nueve veces. Y siempre ha sido igual: un escalofrío al empezar a escuchar la banda sonora, una cara de tonta al ver las escenas de magia, una tensión recorriéndome todo cuando veo mis teorías materializadas y una pena al terminarla por saber que nunca más veré esa película por primera vez.
Y eso es cierto, jamás la veré una primera vez, pero la veré otras muchas y, sobre todo, me sumergiré en las páginas donde también cobran vida estas historias. Cuando me enteré de que J.K. Rowling iba a publicar los guiones originales de las películas en ningún momento pensé aquello de “vaya cosa más innecesaria, lo hace para seguir ganando pasta”. Por mi mente no pasó esa idea ni antes de leerlos, ni después. Porque ya van dos guiones que leo y dos guiones que me han enamorado.
Lo que más me fascina de ellos es lo fácil que se lo ponen a mi mente. Yo soy malísima para recordar películas, escenas, personajes o diálogos. Pero soy buenísima recordando sensaciones. Y leer los guiones de Animales fantásticos es como volver al cine. Mi mente enseguida empieza a recordar todos los escenarios, hasta se imagina esas sensaciones de las que os hablo. Sitúa a mi cuerpo en un estado en el que nada importa alrededor más que ese libro y esas palabras. Y con esta segunda parte ha vuelto a ocurrir lo mismo que con la primera: las dos han caído del tirón, a pesar de mis esfuerzos titánicos para que me duraran más de un día. No ha podido ser. Las palabras de Rowling enganchan tanto que empiezo a tener serias dudas en cuanto a si ella es una muggle o no (aunque todos sabemos que no lo es).
Pero, yendo al grano, que quizás esto os interese más que mis divagaciones por mis pensamientos sobre lo que adoro el universo de Harry Potter, os pondré en situación. Animales fantásticos, los crímenes de Grindelwald nos lleva de nuevo al pasado. A un pasado en el que (y deja de leer ahora mismo si no has visto o si no has leído la primera parte) existe una magia negra llamada Obscurus. Grindelwald, un poderoso mago que ya conocimos en la primera parte (y vaya cara se nos quedó cuando vimos el final) va a hacer una especie de campaña política valiéndose del poder de esa magia negra. Entretanto, Newt Scamander, nuestro peculiar protagonista, viajará hasta París cumpliendo órdenes del mismísimo (abróchense los cinturones) Dumbledore. Allí tendrá que encontrar a Credence, un niño huérfano que parece tener las respuestas que todos están buscando. Y todo ello acompañado, como no podía ser de otra forma, de su inseparable maleta repleta de animales extraordinarios que son para él, y para nosotros, una parte más de la familia.
Todo sucede muy rápido y en momentos hay demasiada información, tanta que el lector o, en su caso, espectador, tiene que parar un segundo a recapacitar y atar cabos. Y todo ello con un final que da lugar a que la mente empiece a elaborar teorías, a cada cual más conspiranoica, donde cualquier cosa podría valer.
Los fans estamos entusiasmados por volver a Hogwarts, aunque sea en algunas secuencias, y no solo para ver a Dumbledore de joven, sino también para recordar a McGonagall, por ejemplo. También hará su pinito Nicholas Flamel, aquel señor que hizo que todo se liara en el primer libro. Y, lo más interesante a mi juicio, nos entrometeremos un poco en la familia Lestrange. Una maravilla.
En fin, qué os voy a decir yo, si ya sabéis que soy una enamorada de Harry Potter y todo lo que tenga que ver con él. Hay fans que dicen que han salido desencantados de esta segunda parte, pero yo no comparto sus opiniones. Para mí, este regreso a Hogwarts me hace muy feliz. Así que esto solo puede significar una cosa: estoy esperando impacientemente con mi rotulador rojo para volver a marcar en mi calendario ESE día.
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