Reseña del libro “Anime! Anime! 100 años de animación japonesa”, de David Heredia Pitarch
Anime! Anime! 100 años de animación japonesa, de David Heredia Pitarch, no es la primera —ni será la última— obra que Diábolo Ediciones dedica a los animes. Sin ir más lejos, yo ya he reseñado un par por aquí: Gnomos, naranjitos y mosqueperros y La industria del anime en España. De Heidi a Dragon Ball, ambos de Juan José Zanoletty. Sin embargo, mientras estos dos se centraban en dibujos animados de nuestra infancia, el libro de David Heredia Pitarch es más ambicioso y pretende recopilar lo más significativo del anime en estos 100 años de historia.
El autor no promete nada que no vaya a dar. Desde el primer momento avisa que su intención no es llevar a cabo un análisis exhaustivo de cada punto, sino ofrecer de forma accesible y ordenada la información básica que todo fan debería conocer. A la hora de abordar tantísimos datos, toma una decisión que para mí es muy acertada: en cada década destaca los títulos menos populares para darlos a conocer, en vez de recurrir a aquellos de más renombre, de los que han oído hablar hasta los que nunca han visto un anime. Esta es la mejor forma de que tanto los fans de siempre como los que recién se estrenan en estas fascinantes animaciones descubran títulos nuevos.
En la primera parte, «Historia de la animación japonesa», además de un recorrido por los hitos más significativos, David Heredia Pitarch intercala curiosidades como que, durante los años treinta, predominaban los animes de cuentos tradicionales japoneses, pero las malvadas criaturas que aparecían en ellos solían tener la forma de Mickey Mouse, lo que evidencia que la competitividad con Disney estuvo ahí desde el comienzo. Y no era ni mucho menos unilateral; el famoso estudio estadounidense se percató pronto del potencial de la industria nipona y actuó en consecuencia, tal y como nos relata David Heredia Pitarch en las páginas de Anime! Anime! 100 años de animación japonesa.
En las partes dedicadas a estudios y artistas, por supuesto, Miyazaki y Studio Ghibli aparecen repetidas veces, pero también hay espacio para aquellas ilustradoras y compositoras que han logrado hacerse hueco en una industria dominada por hombres. Asimismo, hay un último apartado dedicado al proceso de producción de un anime, para que nos hagamos una idea de las fases y de la cantidad de profesionales que intervienen. Aunque prima el proceso tradicional de creación, poco a poco se va abriendo paso la animación 3D.
A través de las modas de las distintas épocas, comprobamos la variedad de historias y de géneros que se engloban dentro de la etiqueta «anime»: magical girls, robots, ciencia ficción, drama, fantasía, costumbrismo, comedias románticas, adaptaciones de mangas y de clásicos de la literatura…; en definitiva, mucho más que violencia y sexo, prejuicio que se resiste a desaparecer. Y como no todo van a ser alabanzas, habla de la precarización de la industria, con sueldos cada vez más bajos y exigencias de productividad cada vez más altas, que está haciendo peligrar su supervivencia, al menos tal y como la conocemos hoy en día.
Como el mismo autor afirma en la introducción, «el mercado de habla hispana empezaba a necesitar una obra que sirviera de “guía” para conocer el trasfondo de este medio, así como una pequeña “enciclopedia” de los principales estudios y profesionales que trabajan en él, para todos aquellos que deseaban saber más sobre el mundo del anime». Ese era su propósito y eso es lo que nos encontramos en Anime! Anime! 100 años de animación japonesa. Un imprescindible para cualquier otaku de habla hispana.