La mayoría de recuerdos de mi infancia son en el regazo de mi abuela, escuchando sus historias. Sin ella saberlo, era una magnífica cuentacuentos que llenaba de suspense las anécdotas de su vida y que me hacía creer que las almas en pena vagaban por el mundo para darnos más de un susto. Como os podréis imaginar, yo me moría de miedo… Pero cada tarde volvía a sentarme en sus rodillas para escucharla durante horas. Quizá por eso siempre he tenido debilidad por lo mágico y lo extraordinario. Sin embargo, a medida que han pasado los años, he dejado bastante de lado la fantasía. No sé si estaré cayendo en el prejuicio, tan extendido en España, de que está orientada al público infantil y juvenil y que apenas tiene calidad literaria, pero, por si acaso, he leído Antología de relatos fantásticos españoles para reencontrarme con el género. Y la experiencia ha sido inmejorable.
Los trece relatos que recoge Marina P. Aranda en esta edición de Anaya me han hecho poner un pie en la vida cotidiana y otro en un mundo de imposibles, donde un caballero vence a un monstruo gigante, un estudiante libertino asiste a su propio entierro o un peregrino trata de reproducir la melodía tocada por seres del inframundo. Pequeñas historias de todo tipo que nos muestran la riqueza temática dentro del género fantástico y que nos permiten recorrer las distintas épocas y corrientes literarias de la literatura española, desde antes de que se instaurara este género como tal hasta la actualidad.
En esta antología encontramos joyas como un cuento perteneciente a El Conde Lucanor de Don Juan Manuel, en el que se utiliza el recurso del salto espacio-temporal por primera vez en la literatura; uno de los primeros relatos españoles de terror, escrito por Lope de Vega; o la incursión en la ciencia-ficción de Clarín, uno de los mejores cuentistas que ha dado España, con una historia narrada de forma magistral, que me hizo reír muchísimo por su agudeza e irreverencia a la hora de describir la sociedad española. Solo por este cuento de Clarín ya merece la pena leer Antología de relatos fantásticos españoles, pero es que el resto de escritores que aparecen en ella tampoco se quedan atrás: Agustín Rojas de Villandrando, Cristóbal Lozano, José Espronceda, Gustavo Adolfo Bécquer, Benito Pérez Galdós, Ramón Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, Miguel Delibes y José María Merino. Un plantel de lujo.
Esta excelente selección de relatos demuestra que en España siempre ha habido fantasía de calidad, aunque haya estado bastante escondida. La edición de Marina P. Aranda, con breves pinceladas sobre la evolución del género y la vida y obras de los escritores antologados, está destinada a los jóvenes lectores, pero también será del gusto de los adultos, tanto si buscan realidad como si pretenden huir de ella. De una forma u otra, Antología de relatos fantásticos españoles cumplirá sus expectativas, porque a veces es necesario recurrir a lo fantástico para comprender lo real y porque, simplemente, la fantasía nos divierte y estimula.
Como refleja Los libros vacíos, el relato que pone el broche final a Antología de relatos fantásticos españoles, el ser humano necesita de la imaginación para no tener que conformarse con la realidad. Así que volvamos a ser niños y leamos cuentos de fantasía para ver más allá y creer que todo es posible. Quizá el problema de este mundo es que un día crecimos y dejamos de hacerlo. Pero, mientras exista la literatura, estamos a tiempo de remediarlo.